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Un viejo juego infantil pedía al otro que restara el número que había imaginado para atinarle a una cantidad. No faltaba el que se sorprendía por las habilidades psíquicas del que aplicaba la broma matemática.

Ahora, en el Paquete Económico nos piden que sumemos los números imaginarios, de lo que aportaría al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano la aprobación de los legisladores demócratas estadounidenses del acuerdo comercial trilateral (T-MEC) y de paso, que restemos las numerosas bajas en la tasa de interés de referencia del Banco de México que prevén sucedan.

Es cierto que la baja en la inflación general de México ha sido notable, en buena medida por el frenazo económico que contrae la demanda, y que esto puede inspirar a la Junta de Gobierno del Banco de México a recetar varias bajas en la tasa interbancaria en los meses por venir. Pero no se pueden presupuestar decisiones de una institución autónoma como el banco central.

Y mucho menos se puede incorporar a la ecuación del supuesto crecimiento de 2% promedio esperado para el 2020, la posibilidad de que el Partido Demócrata de Estados Unidos finalmente acepte regalarle un triunfo político a su archirrival republicano, Donald Trump, con la aprobación del acuerdo comercial entre su país, el nuestro y Canadá.

Va más allá de un paquete de modificaciones en materia de las leyes laborales mexicanas el que se pueda aprobar el T-MEC. Y aún con la aprobación de este acuerdo sustituto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, seguro que los que viven del comercio bilateral saben que en cualquier momento Trump lo puede violar con nuevas amenazas de aranceles o bloqueos con cualquier pretexto.

No se puede, pues, imaginar que habrán de suceder cosas extraordinarias que apuntalarán el crecimiento. Al menos no en el Paquete Económico, que es un documento profesional y técnico. Eso sirve para el discurso, tanto como sirve pedir a los delincuentes que piensen en sus mamacitas.

Sin duda el peor número imaginario que tiene el Paquete Económico es aquel que adelanta un sorprendente repunte en la producción petrolera.

La primera duda muy razonable es la posibilidad de que este gobierno pueda cumplir con sus compromisos. En prácticamente todas las áreas de la administración pública la 4T ha incumplido en los tiempos y en las metas.

Con los números disponibles en la iniciativa del Paquete Económico para el 2020, los analistas acercan más a Pemex a la degradación crediticia que a la bonanza petrolera de los dos millones de barriles diarios de crudo.

Esto a pesar de que Pemex Exploración y Producción busca un presupuesto para el 2020 de 428,000 millones de pesos. Es mucho dinero, pero también casi 300,000 barriles adicionales al día es mucho petróleo.

Puede este Paquete Económico mandar señales importantes en materia de apertura en el sector energético. Parecería que hay un replanteamiento de la estrategia de marginación de los capitales privados en la industria extractiva. Pero aun en ese afortunado caso, tardarán en cuajar esas inversiones.

Lo que también ha quedado claro con toda esta danza de cifras mágicas del Paquete Económico es que los expertos de la Secretaría de Hacienda, con Arturo Herrera a la cabeza, con todos esos años de preparación y experiencia, deben supeditarse a los dictados presidenciales.

Al presidente le gusta meter la mano, confesó Herrera. Así que cualquier reclamo de que algo pudiera salir mal con la danza de cifras imaginarias hay que hacerlo en la oficina principal de Palacio Nacional.