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Reynosa y Matamoros los dos municipios tamaulipecos donde las historias laborales —por las manufacturas y el T-Mec— han pasado a segundo plano. Las escenas más lastimosas del fenómeno migratorio ocurren actualmente en su territorio. Paradójicamente, sus gobernantes —la exsenadora panista Maki Esther Ortiz y el contador Mario la Borrega López Hernández, respectivamente— buscan ahora brincar a la candidatura de Morena a la gubernatura de aquella entidad del noreste del país.

Del otro lado de la frontera está el Valle del Río Grande. Allí, en lo que va del año, la Patrulla Fronteriza ha capturado a 549,000 migrantes ilegales.

Ese el punto más álgido del tráfico de personas, aunque no el más visible. La oleada de haitianos que llegó a Ciudad Acuña puso al sector Del Río, también de Texas, en la mira de la opinión pública. A través de los caminos que recorren los coyotes, más de 259,000 mojados quisieron ingresar a la Unión Americana a través de aquella región de Coahuila.

En medio, la frontera chica, territorio dominado por las bandas delictivas dedicadas al narcotráfico. Esas escalofriantes estadísticas ilustran la magnitud de la crisis humanitaria y de seguridad nacional que actualmente enfrentan los gobiernos de México y Estados Unidos. La política de fronteras abiertas de la administración Biden alentó las caravanas migrantes que Donald Trump quiso frenar con el muro.

En el 2020 ocurrió este tsunami, que afectó a ocho de los nueve sectores vigilados por la Patrulla Fronteriza. En Yuma, Arizona, las detenciones aumentaron ¡1,200.4%!; en el sector Del Río, colindante con Ciudad Acuña, el subidón fue 542.7% y en el sector Valle del Río Grande se observó un incremento de 508.7%. Otras dos estaciones texanas —Big Bend y El Paso— registraron incrementos de 331.9 y 256.5%, respectivamente.

Big Bend y El Centro, sector ubicado en California, reportaron aumentos importantes en el 2020 —115.4 y 331.9%, respectivamente— aunque ambos fueron los únicos sectores que no rompieron la barrera de los cientos de miles de migrantes detenidos.

Un sector de la prensa mexicana apenas se percató que se impuso un nuevo histórico en el número de detenciones de migrantes a lo largo de la frontera sur. Y no reparó en que en el último mes de referencia —el pasado septiembre— se registró una subida sin precedentes: los ciudadanos originarios de Haití fueron 132% más que en el mes anterior; mientras que los procedentes de Turquía fueron 89% más; India 82%; Ucrania, 81%, e incluso China, con 75 por ciento.

En el año fiscal 2021 hubo 1,432 ciudadanos rusos detenidos del lado sur del Río Bravo según los reportes del Departamento de Seguridad Nacional de la administración Biden.

Una cifra significativa, aunque apenas una fracción entre los 1.65 millones de migrantes sin visa que intentaron ingresar a Estados Unidos tras de esquivar los puntos de revisión en los puentes fronterizos. El año fiscal que termina hubo 15,527 detenciones más que en el 2000, año que tenía el récord histórico. En el 2020 —dos décadas después—, los agentes de la Patrulla Fronteriza detuvieron 400,651 ilegales.

Un año después, no obstante la pandemia, las autoridades estadounidenses interceptaron a cuatro veces más extranjeros ilegales. De éstos, 608,000, son de nacionalidad mexicana; 309,000 hondureños; 279,000 guatemaltecos y 96,000 salvadoreños.

En septiembre pasado, de esas cuatro naciones centroamericanas procedían 63.7% de los ilegales detenidos a lo largo de la frontera. Los registros muestran que 367,000 arrestos era haitianos, cubanos, brasileños, venezolanos y ecuatorianos.

Tan sólo ese mes fueron detenidos 17,639 haitianos, mientras que en agosto fueron 7,590. El flujo subió en el número de venezolanos (71%), rumanos (49%) y colombianos (44%).

Dentro de seis días, Estados Unidos reabrirá sus cruces terrestres a lo largo de la frontera.