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rece un barullo en gran formato sobre los intereses de la nación y las acechanzas del exterior.

El barullo incluye palabras grandes como soberanía, independencia, dignidad nacional y traición a la Patria.

En ese barullo son ya traidores a la Patria quienes no defienden la soberanía energética y eléctrica del país, tal como las entiende el gobierno de hoy. Es decir, encarnadas en el gobierno mismo y en las empresas paraestatales del sector, Pemex y CFE.

El problema es que cuando se ve la Patria a nivel Pemex y a nivel CFE, la Patria parece mucho menos defendible que cuando se la ve a nivel del barullo de las grandes palabras.

La Patria, tal como está encarnada hoy en el gobierno, en Pemex y en CFE, necesita un paso urgente por el hospital y hasta por el quirófano.

No hablemos de lo que pasa en los órganos vitales de la Patria, por definición incorruptibles e imperecederos. Veamos lo que pasa en las cuentas de sus administradores.

El gobierno lleva cuatro años de grandes pérdidas energéticas. Pemex perdió 224 mil millones de pesos en 2021 y aunque ganó 254 mil millones en el primer trimestre de 2022 (por el aumento del precio del crudo, no por su mejoría como empresa), debe pagar una deuda de 44 mil millones de dólares en lo que resta del sexenio. https://bit.ly/3zINcWO.

Durante los últimos años de neoliberalismo, la CFE había ganado dinero: 107 mil millones de pesos en 2017 y 60 mil millones de pesos en 2018. Pero algo pasó en el año 2019, quizá la llamada Cuarta Transformación, porque en 2020 la CFE perdió 86 mil millones y en 2021, 95 mil millones de pesos.

Si esas son las encarnaciones de la Patria que hay que defender, hay que decir que se trata de unas encarnaciones muy poco defendibles. Quizá lo que hay que hacer es defender a la Patria de las decisiones de este gobierno y de las empresas quebradas que la encarnan.

Porque, a cuenta de que encarnan a la Patria, este gobierno y sus empresas energéticas se la están comiendo a la Patria por dentro, volviéndola más débil, más vulnerable a las acechanzas del exterior y, desde luego, menos soberana.

La Patria energética anda ya en silla de ruedas. Hay que salvarla de sus salvadores.