Elecciones 2024
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Un privilegio de los clásicos es quedar a salvo de otra cosa que elogios. Cuando uno se acerca suficiente al clásico real y a su entorno, suele aparecer un personaje menos canónico, a menudo objetado por sus contemporáneos; no una materia de culto sino de controversia.

Porque no hay genio sin querella. Hago este oportunista introito con el único propósito de citar una versión salvaje, si se quiere humanizante, de las cambiantes varas de medir que tenía Tolstói. Es el juicio de Anna Ajmátova, poeta rusa legendaria por su propio derecho, quien extiende su mirada sobre el patriarca con un filo feminista que va directo al corazón de la cosa. Se pregunta Ajmátova sobre Anna Karenina.

“¿Por qué Tolstói hizo que Anna se suicidara? Tan pronto se separa de Karenin, todo cambia. De repente se convierte en una mujer perdida, una traviata, una prostituta.

“¿Quién castiga a Anna? ¿Dios? No, Dios no: la sociedad, la misma sociedad cuya hipocresía Tolstói denuncia invariablemente. Al final Tolstói nos cuenta que incluso Anna repele a Vronski.  “Tolstói miente. Era más listo que eso. La moralidad de la novela Anna Karenina es la moralidad de las tías moscovitas de Tolstói, de las convenciones más filisteas.

“Todo guarda relación con sus propias vicisitudes personales. Cuando Tolstói estaba felizmente casado, escribió Guerra y paz, que es una celebración de la familia.

“Después empezó a odiar a Sofía Andréyevna, pero no se atrevió a divorciarse de ella, porque el divorcio estaba condenado por la alta sociedad, y quizá también por los ciudadanos comunes.  “Entonces escribió Anna Karenina y castigó a Anna por abandonar a su marido. “Cuando envejeció y lo abrumó la culpabilidad por seguir correteando tras campesinas jóvenes, escribió La sonata a Kreutzer, y prohibió terminantemente el sexo”.

Estas palabras son las evocadas por Isaiah Berlin, junto con la famosa noche que pasó en vela con Ajmátova, oyéndola hablar y leer poemas, en 1945, en Leningrado. (“Conversaciones con Ajmátova y Pasternak”, en La mentalidad soviética, Galaxia Gutenberg, 2009, p. 148). Hay una muy buena novela de Alberto Ruy Sánchez sobre la poeta y su trágica prisión sin cárcel bajo Stalin: El expediente Ajmátova (Alfaguara, 2021). No se la pierdan.