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El juicio contra García Luna es parte de una historia de poder, venganza y frustración que Netflix podría titular La larga pesca de la DEA.

Veremos cómo termina esta temporada.

La historia empieza en 1985, en Guadalajara, con la tortura y el asesinato del agente Enrique Kiki Camarena, a manos de Rafael Caro Quintero.

Desde entonces, la DEA no ha cejado en su intento de subir a la lista de responsables del tráfico de drogas en México a uno o varios peces gordos del gobierno, más gordos que los habituales comandantes, o los habituales jefes de la policía local,  que son la carne rutinaria de panteón y presidio en esta guerra.

Desde el asesinato de Camarena, la DEA ha querido subir al cuadro de los culpables a secretarios, procuradores, jefes del Ejército y presidentes.

Acusaron de estar presentes en la tortura y el homicidio de Camarena al entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, y al entonces secretario de la Defensa, Arévalo Gardoqui.

Juzgaron y condenaron con ese cargo a Rubén Zuno, cuñado del ex presidente Luis Echeverría. Zuno murió en prisión.

Desde entonces, cada sexenio hay versiones de prensa o filtraciones de la DEA denunciando y tratando de llevar a juicio a renovados peces gordos, en particular jefes del Ejército y presidentes.

Desde entonces, no hay presidente o secretario de la Defensa que no haya aparecido mencionado como cómplice del crimen en filtraciones o archivos de la DEA.

No le ha ido bien a la DEA con este ejercicio de tiro al blanco, pero su puntería mejoró en estos años. Llevaron a juicio a un ex secretario de Seguridad, Genaro García Luna, e intentaron llevar a juicio al ex secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos.

Si algo queda claro del juicio de García Luna es que los nombres y los cargos de la DEA siguen vivos en sus archivos y que, si algo no hace la corporación, es olvidar.

El nombre del presidente López Obrador apareció mencionado en esos archivos. Lo quiera o no, ya es parte de un capítulo sin estrenar de La larga pesca de la DEA.