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Esta guerra avisada sí traerá bajas: un Memorándum de la Ley de Austeridad, enviado por el gobierno federal el 3 de mayo pasado a sus dependencias informa la eliminación de plazas de dirección creadas “durante la administración de Felipe Calderón”.

La verdad es que viene valiendo sorbete cuándo se hayan abierto las plazas (o quién las haya abierto), sino las personas (y el perjuicio a sus familias) que perderán el empleo, las cuales se sumarán a los 10 mil burócratas que ya fueron despedidos en los últimos cinco meses.

Ya más de tres mil 100 científicos mostraron su inquietud con el acercamiento de la cuchilla y denunciaron que ello “implicaría suspensión y cancelación de investigaciones, desarrollo tecnológico, formación de recursos humanos, difusión y divulgación de la ciencia”.

Otros afectados son los pasantes de la carrera de Medicina que hacen prácticas de último año en comunidades ubicadas en zonas inhóspitas y de altos niveles de pobreza, a quienes les será recortada su beca de tres mil 600 pesos mensuales hasta mil 800 pesos.

No debe llamar a asombro, entonces, que la tasa de desempleo en el mes de marzo alcanzase su nivel más alto en tres años (desde diciembre de 2016), al ubicarse en 3.6 por ciento, según el INEGI, lo cual provocó una desaceleración en el crecimiento del consumo, de acuerdo con Banorte.

Sin embargo, México ha registrado niveles económicos tan buenos en los últimos años que, aun así, sigue teniendo pleno empleo, pues de acuerdo con los economistas, existe pleno empleo en un país cuando la cifra se encuentra por debajo de 4.4 por ciento.

Como sea, el gobierno está necesitado de recursos para “destinar mayores recursos como nunca al bienestar de la población; es decir, todos los programas de apoyo a la gente, sobre todo, a los más pobres”, de acuerdo con el documento “Memorándum de la Ley de Austeridad”.

De hecho, ya el 41.7 por ciento de los 123.5 millones de mexicanos (agrupados en 11 programas del gobierno) se benefician de un total de 317 mil millones de pesos de Presupuesto de 2019. Es una cifra cercana al 1.5 por ciento del Producto Interno Bruto.

Buena parte de esa cantidad, gracias a la reducción o eliminación de programas como el de “innovación en las empresas” y becas de estudiantes al extranjero en Conacyt, de pequeños agricultores y ayuda en maquinaria y materia prima en Agricultura o Comedores Comunitarios.

Además de la desaparición de fondos para la producción cinematográfica (Eficine, Foprocine y Fidecine), de niños genios, estancias infantiles y otros que eran transferidos a través de organizaciones sociales, sindicales, civiles o de movimientos ciudadanos.

Pero todavía no alcanzan los dineros. Y afilan la cuchilla para…

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