Elecciones 2024
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Antenoche, mientras en el Estadio Azteca se escuchaban voces que expresaban: “¡Fuera Osorio, fuera Osorio!”, en Los Pinos la voz de la conciencia del presidente Enrique Peña Nieto le sugería: “¡Fuera Videgaray, fuera Videgaray!”. La expresión “¡fuera Osorio!” no tenía relación alguna con la política, la de “¡fuera Videgaray!” sí.

Por lo pronto los Osorio —el de la Selección de futbol y el del gabinete presidencial— siguen en sus puestos a pesar del 7-0 frente a Chile y del conflicto magisterial, los desaparecidos y las violaciones a los derechos humanos por una equivocada estrategia de seguridad.

Luis Videgaray Caso, cuya cercanía e influencia sobre el presidente desde que éste fuera gobernador del Estado de México originó que se le hiciera un juego de palabras con su apellido y se le llamara el “Vice-Garay”, tuvo que renunciar a la titularidad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público debido al artículo primero y único de la Ley de Hilados y Tejidos que a la letra dice: El hilo se revienta por lo más delgado.

Con la visita de Donald Trump, idea de Videgaray que se impuso a la opinión de la canciller Ruiz Massieu y, seguramente, a otros criterios semejantes del circulo presidencial de asesores, Peña Nieto se percató de que su desgaste ante la opinión pública ya no puede avanzar ni un milímetro más y que, para la percepción de la ciudadanía, él es un ser pusilánime susceptible de hacer lo que otro, concretamente Videgaray, planea. Fue por eso que optó por dejar fuera de la jugada a quien, se llegó a pensar, era el que mandaba al interior del gabinete, el más inteligente y preparado, a quien se consideraba su consentido, e, inclusive, posible sucesor. Con la renuncia de su secretario más conspicuo Peña Nieto envío un mensaje a los políticos y a la sociedad: “Ya entendí que no entendemos, pero de ahora en adelante el único que no va a entender seré yo”.

Ignoro cómo se manejen los casos de renuncia en esas alturas del poder. Se me ocurre que el subalterno, al comprender el daño que le ha hecho a su jefe con su mala actuación o fallida asesoría, le presenta a éste su renuncia, quien, ni tardo ni perezoso, se la acepta sin ofrecerle otra posición política a cambio, es decir, lo batea y lo manda directamente a la goma.

Imagino que la petición de renuncia puede surgir del jefe tal vez hasta de una manera amable. El preciso cita al hasta ahora secretario-asesor en su despacho. Supongamos el siguiente diálogo entre uno y otro: Qué bueno que estás aquí, mi querido Luis, porque quiero hacerte una consulta. Presidente, estoy a tus órdenes. Quiero saber cómo se escribe renuncia, si con s o con z. Con ninguna de las dos, renuncia se escribe con “c”. ¿Estás seguro? Sí. Qué bueno que lo sabes porque quiero que escribas la tuya con fecha de hoy.

Otra manera delicada de deshacerse de quien desde que el Ejecutivo aspiró a la primera magistratura le aconsejó y ayudó como nadie a llegar a ella, es, por ejemplo, invitándolo a desayunar y, de manera casual, sacar a la conversación la casa de Malinalco. ¿Qué tal, Luis, vas seguido a tu casa? Pues no tanto como quisiera, a ti te consta que tenemos mucho trabajo. ¿Cuando vas, juegas golf? Sí, pero nunca he bajado de 100. Tienes que mejorar; mira, vete a vivir a Malinalco, juega diario golf y no regreses hasta que no hagas par de campo. Uy, eso está difícil me va a llevar más de dos años poder hacerlo. Pues por eso, mi estimado Luis, por eso…

Pero la pregunta con la que encabecé esta columna está vigente y creo que al igual que este redactor habrá muchos que nos la hacemos: ¿Adónde irá Videgaray? Así, de bote pronto, cuando escuché la noticia me imaginé la probabilidad de que fuera a ser candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México que se disputará en el 2017. Pero es muy temprano para renunciar por una candidatura hacia ese año y fue muy fría la despedida como para ser candidato.

¿Podría ser una embajada? No creo, él tiene que estar cerca. Aunque Mariano Palacios Alcocer acaba de renunciar a nuestra representación en el Vaticano, no veo a Videgaray rodeado de cardenales con sotanas rojas, aunque éste sea el color favorito de su exjefe.

Lo que sí el señor Videgaray puede asumir con gran éxito es la cátedra, sería un excelente académico en cualquier universidad del mundo.

Una noticia de última hora me hace saber que el doctor Luis Videgaray Caso hoy mismo recibió una oferta de Estados Unidos para trabajar como asesor externo de marketing y relaciones públicas del candidato Donald Trump.

¿Quién ganó?

Durante el día he escuchado algunas opiniones de amigos que me dicen que con la salida de Videgaray del gabinete de Peña Nieto, Osorio Chong va que vuela para convertirse en el candidato del PRI en el 2018. Al respecto sólo diré dos cosas: Ser candidato del PRI para el 2018, después del gobierno actual, no va a ser miel con hojuelas. Dos: No hay que perder de vista a Luis Enrique Miranda Nava, amigo de Peña Nieto y del Grupo Atlacomulco, nuevo titular de la Secretaría de Desarrollo Social, la dependencia amable y dadivosa.