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42 años por una nuez
Foto de Ana Paula Cámara

A mitad de una calle sin pavimentar, en un terreno descampado, yace el cuerpo de lo que al parecer es una femenina debajo de una cobija gris cubierta de polvo suelto.

La víctima está descalza mas sus pies están limpios, no hay heridas ni grava pegada a la piel, eso nos indica que la abandonaron ahí, a su lado había unas huellas de neumáticos, por tanto se debe procesar esa evidencia antes de recoger el cuerpo.

Al revisar el cuerpo de la femenina, para saber si trae alguna identificación, un teléfono o algo que nos indique quién es, o quién le quito la vida, la revisión debe ser minuciosa sin alterar las evidencias.

En el doblés  de su pantalón, a la altura de su tobillo, mi compañero observa que está una cáscara de nuez, hábilmente la embala en un sobre de papel para evidencias no biológicas, las que no tienen fluidos.

Esa cáscara de nuez fue la evidencia 13,  así se marco en el sobre y posteriormente en la cadena de custodia.

Trasladamos el cuerpo al laboratorio forense, una escena más, mas a mi compañero le seguía haciendo ruido esa cáscara.

Muchas veces es tan agudo el ojo clínico, que cuando vemos algo que sabemos sale de la norma, nos queda buscar la explicación científica, el hacerlo tangible para que en un momento dado podamos defender nuestro peritaje frente a un juez en un juicio oral.

Es la experiencia acumulada de procesar feminicidios y homicidios de mujeres, el crimen nos ha hecho peritos mucho antes de que un documento avalado por la secretaria de profesiones.

En el asesinato de esta femenina, ocurrido un  jueves en la ciudad de las bajas pasiones, en una zona industrial, la cáscara de nuez será prueba científica en el juicio contra un hombre que decidió que podía quitarle la vida a una mujer, detenido dos semanas después de asfixiar a su pareja.

Esa cáscara ejemplifica lo meticuloso de la investigación y del proceso con el que se acumuló el resto de la evidencia.

Posterior al descubrimiento del cuerpo, se realizó un cateo en casa de la expareja, una construcción de tabique gris desnudo, de dos habitaciones, que él había limpiado antes de que llegaran las autoridades, según el testimonio de su esposa.

En el patio hay una cubeta de pintura utilizada como basurero, ahí había cáscaras de nueces, y de manera minuciosa se embalo una a una.

Para lograr cotejar esa teoría, acudimos a una juguetería local y compramos un microscopio que ayudó a cotejar la piel de la cáscara y sus bordes.

Es una pieza blanca, de plástico, que parece un juguete, me sigo riendo del ingenio de mi compañero para procesar la evidencia por la falta de recursos.

Sin embargo, toda evidencia hay que validarla científicamente y cuando la coincidencia es mucha, le pedimos prestado al laboratorio de balística, un estereoscopio que es un microscopio mucho más sofisticado, se puede comprobar la evidencia, ahí está.

A él le dieron 42 años de prisión y a nosotros, una escena más.