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Incertidumbre sobre el plebiscito constitucional, pero consenso en Chile sobre el día después
Foto de EFE

Más allá del desenlace del referéndum constitucional de este domingo -cuyo resultado es incierto debida a factores inéditos, como el voto obligatorio– la única verdad que parecen compartir partidarios del “Apruebo” y del “Rechazo” es que el proceso constitucional proseguirá más allá del 4 de septiembre en Chile.

Ya sea para ajustar algunos artículos que son objeto común de polémica y desarrollar las leyes necesarias para cumplir con la nueva carta magna, en caso de que gane el “sí”, o para crear otro texto, que igualmente deberá ser consensuado y sometido a plebiscito obligatorio, en caso de que triunfe la opción del “no”.

El voto obligatorio es, junto a la cantidad de nuevos votantes, en su mayoría muy jóvenes, la variante que probablemente desequilibre la balanza y que complica los pronósticos: esta es la primera vez desde 2012 en que el sufragio es obligatorio y universal.

Una de las cosas que está claro es que el texto no es el que los chilenos se merecen, que necesitan y que pedían. Pase lo que pase, hay consenso en que el proceso sigue. Si gana el ‘Apruebo’, vendrán las reformas; si gana el ‘Rechazo’, habrá otro proceso”, explica a Efe Kenneth Bunker, director de la encuestadora Tresquintos.

Compromiso para seguir con el proceso

Las dos coaliciones oficialistas –Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático– firmaron semanas atrás un documento en el que se comprometían a proponer reformas constitucionales en cuestiones que no han generado amplio consenso y a trabajar juntos en el desarrollo en el caso de que los chilenos opten por el “sí”.

Un acuerdo con acento moderado cuyo objetivo era eliminar las reticencias de un sector de la población que se sitúa en posiciones progresistas, que abrazó con entusiasmo el inicio del proceso pero que con el devenir del trabajo de la convención y el ruido que la acompañó parecen inclinados al “Rechazo”.

En especial en capítulos como la plurinacionalidad, la Cámara de las regiones o la justicia indígena, puntos que los partidarios del no utilizan para proyectar la idea de que el texto propuesto divide a los chilenos y los coloca en diferentes niveles ante la ley.

Desconfianza hacia el rechazo

Un compromiso que el “Rechazo”, y en particular la derecha tradicional de Chile, ha explotado como una muestra de que la Constitución no es buena “ni siquiera para quienes la defienden”.

Los grupos aglutinados en torno al “Rechazo”, insisten igualmente en su campaña en que están por el cambio pero que no quieren el actual texto porque “está mal hecho” y “ha sido escrito con rabia”, pero no han propuesto una alternativa más allá de que la próxima “debe hacerse con amor”.

Tampoco han especificado quién debe escribirla -si hay que elegir una nueva convención- ni cómo debe emprenderse, más allá de insistir en los eslóganes “para ser de Chile debe ser de todos” o hay que “hacerla con amor”.

No sé si hay un consenso. Creo que hay un sector importante de la derecha que quiere que el proceso acabe aquí y que va a hacer todo lo posible para que así sea”, opina Claudia Heiss, jefa de Ciencia Política de la Universidad de Chile.

Además, recuerda a Efe, “ha tenido un comportamiento que nos induce a pensar eso en el pasado: En el año 89, cuando se negociaron las reformas constitucionales que dieron inicio a la transición, hubo un compromiso de palabra de la derecha, principalmente de eliminar a los senadores designados y eso no ocurrió hasta 2005”.

“Es poco creíble que el proceso siga su curso en caso de ganar el ‘Rechazo’. Lo mismo ocurrió con (el presidente conservador Sebastián) Piñera después del proceso constituyente impulsado (por su predecesora, la progresista Michelle) Bachelet). Prometió un cambio constitucional y llegó al poder y no hizo nada”, subraya.

Precedentes que permanecen en la memoria colectiva y que han sido igualmente explotados por el “Apruebo” en la campaña, bajo el eslogan de “el cambio es ahora”.

El día después

También existe incertidumbre sobre el día después desde el punto de vista de la seguridad. Desde algunos sectores en Chile, se ha dejado entrever la posibilidad de que el ambiente político, ya muy tenso, se caldee más, e incluso pudieran regresar a la calle disturbios como los que en 2019 condujeron al estallido social.

“Es posible que si gana el apruebo o el rechazo hayan protestas, aunque en momentos distintos”, argumenta a Efe Raúl Burgos, experto en historia política chilena.

“Creo esto por las altas expectativas que hay cifradas en la nueva Constitución que junto a la crisis general que estamos pasando resultan una mala combinación. En la medida que las condiciones de vida no mejoren, es posible que la ciudadanía exprese su malestar”, concluye.

Con información de EFE