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Al menos una persona que vive en la calle muere cada día en Francia
Al menos una persona que vive en la calle muere cada día en Francia. Foto de Twitter @Mortsdelarue

Sesenta y nueve personas sin hogar han muerto desde el inicio de 2023 en Francia, una cifra que no hace más que crecer, según el colectivo Morts de la rue (Muertos en la calle), lo que junto al alza del número de personas sin hogar, más del doble que hace 10 años, muestra un problema que se agrava cada año.

“Es triste pero muy habitual”, relata Manuel Domergue, director de estudios de la Fundación Abbé Pierre, “cada año Morts de la rue habla de 500, 600 muertos en la calle”.

El último informe de la Fundación Abbé Pierre habla de 330 mil personas “sin domicilio fijo” en suelo galo, un aumento de 30 mil personas respecto al año anterior, que deja ya una subida del 130 por ciento en la última década.

Esta tendencia creciente constrasta duramente con las promesas del presidente Emmanuel Macron, que en 2017 aseguraba que la gente dejaría de dormir en la calle.

“Aunque en Francia tenemos miles de personas cada año que pasan de la calle al alojamiento, hay desventajas por las que la gente acaba sin hogar. Hay un flujo positivo de personas que va a la vivienda y que aumenta, pero también un flujo negativo, gente que pierde su casa, y que crece todavía más”, puntualiza Domergue.

Entre las razones por las que la gente puede acabar viviendo en la calle, Domergue destaca en primer lugar las malas condiciones de acogida de las personas migrantes en Francia.

“Se les rechaza el asilo pero se quedan en Francia durante años y no tienen derecho a casi nada, es muy difícil alojarlos y haría falta darles papeles”, explica.

La misma reflexión hace desde el ayuntamiento de París Léa Filoche, responsable del área de solidaridad, lucha contra la desigualdad y la exclusión.

“En Francia, para acceder a una vivienda se necesitan papeles. Así que tenemos un gran número de personas que están en centros de acogida que van a quedarse allí durante años porque no están regularizados, aunque estén integrados. Están en una especie de zona gris, con muy pocos derechos”, apunta Filoche.

Perder la casa sería para Domergue la segunda razón entre las principales para acabar viviendo en la calle, algo que en los últimos tiempos se ha visto fomentado por el aumento de los precios de la vivienda.

“A día de hoy en las grandes ciudades es necesario tener dos salarios correctos para tener un alojamiento más o menos decente”, señala.

La solución está según Manuel Domergue en la vivienda social, pero el presupuesto estatal se ha visto reducido desde 2017 y se dirige en gran parte a centros de acogida urgente, una medida “muy cara y poco cómoda para las familias”.

El aumento de personas sin techo se ha replicado igualmente en París, según reflejan los resultados de la Nuit de la Solidarité (Noche de la Solidaridad) de 2023, proyecto de voluntariado en el que se contabilizaron 3.015 personas sin techo, unas 400 personas más que en 2022.

Todas ellas tienen acceso a cientos de proyectos de alimentación, asilo y reunión organizados por el ayuntamiento, pero al menos un 30 por ciento de las personas que los frecuentan no son parisinos.

“No es porque les divierta venir a París, sino porque probablemente no existe en sus ciudades“, denuncia Filoche, quien habla de París como una ciudad “particularmente solidaria”.

Los “altos de noche” para mujeres, restaurantes solidarios o consignas gratuitas son algunos de los dispositivos que Filoche anima a otras ciudades a aplicar, pero resalta que las ciudades no pueden sobrepasar sus capacidades y, finalmente, la responsabilidad recae en el Gobierno central.

Por ello, a principios de febrero, veinte ayuntamientos se dirigieron en una carta conjunta al Estado para pedir, principalmente, mayores plazas de albergue, un aumento de la vivienda social y la regularización de los inmigrantes en la calle.

“Las ciudades tenemos competencias que podemos y queremos asumir, pero solo si el Estado asume las suyas”, concluye.

Con información de EFE