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‘El Borras’, la otra estrella de Roma
Foto de Netflix.

Solamente tuvo tres meses de entrenamiento antes de rodar la primera escena dentro del filme “Roma”, de Alfonso Cuarón, que ahora tiene 10 nominaciones al Oscar. Se trata de “El Borras”.

El ya famoso perro que aparece en esta cinta (y en decenas de memes), el mismo que dejaba sus popós por todo el patio y que brincaba en la puerta mientras ladraba, además de que se escapaba cuando abrían el zaguán, fue “descubierto” por Gerardo García, uno de los pioneros en México en el tema del adiestramiento canino.

La historia de ambos coincidió después de que Cuarón iniciara la búsqueda de un perro que pudiera hacer popó frente a la cámara y que, además, se pareciera al que tenía el como mascota cuando era niño.

Su pasión por los perros lo llevó al cine

Pero vamos por partes. Gerardo fue hijo único y era muy apegado a su perro, por lo que empezó a enseñarle de manera empírica algunos ejercicios y trucos para jugar y divertirse juntos.

Cuando tenía 14 años, un día se encontraba en el parque practicando algunos trucos con su perro, y una persona que los vio se acercó y le preguntó si no le gustaría que su perro apareciera en una película.

Mi mamá me dio permiso y mi perro salió en una película. Así empezó mi carrera, cuando algo que era un juego se convirtió en una profesión”, recuerda Gerardo, que actualmente tiene una escuela de adiestramiento canino con todo y un hotel para que, cuando la gente salga de viaje, pueda dejar a su mascota en un ambiente cómodo y seguro.

Curiosamente, “El Borras” es el apodo de un famoso actor mexicano llamado Guillermo Rivas y que era muy popular en el cine y televisión de los 70 y 80, cuando también eran muy populares actores como Jorge Rivero, Leticia Perdigón, Sasha Montenegro y Alfonso Zayas, quienes compartieron créditos con su perro en esa primera película.

Oriundo de la colonia Jardín Balbuena (uno de los barrios más tradicionales de la Ciudad de México), Gerardo después tuvo un perro más, al que también entrenó y apareció en películas. Con los dos se iba a correr a la Ciudad Deportiva, a donde estaba prohibida la entrada con mascotas, por lo que los entrenó para que saltaran la barda y así poder pasar.

Los señores que cuidaban, cuando nos veían, nos perseguían para sacarnos, pero en realidad lo que querían era ver lo bien que brincaban los perros la barda”, comenta.

Las coincidencias

Así como por una coincidencia sus perros aparecieron en películas, otra coincidencia hizo que él se dedicara al adiestramiento canino de manera profesional.

Cuando estaba en la preparatoria, en un parque de la colonia Nápoles vio trabajando a una persona estadounidense que practicaba schutzhund, un entrenamiento para perros de defensa. Se trataba de Larry Casanova, un legendario entrenador de animales actores de cine y televisión.

“Un amigo y yo le contamos que entrenábamos a nuestros perros y nos invitó a trabajar con él en las vacaciones de verano”, indica Gerardo, quien desde entonces aprendió temas de técnica y obediencia para perros.

Sus perros, que ya habían participado en películas como “La Pulquería” y “El Mofles y los Mecánicos”, ahora ya participaban en producciones más importantes, como “Lola la Trailera”, un clásico del cine popular mexicano de los 80.

Así continuó su carrera con éxito hasta que una vez, para un anuncio de una famosa campaña de automóviles, le pidieron entrenar a un perro que pudiera orinar en el lugar y momento específico que requería el director. Era todo un reto, pero lo logró. El comercial fue muy bien recibido y hasta ganó premios, mientras que el perro participó en la película “Un Chihuahua en Beberly Hills”.

Después de varios años de carrera, recientemente, en la película “No manches, Frida”, trabajó con la productora Ana Hernández, quien también produjo “Roma”.

Gracias a esos dos momentos, cuando Cuarón pidió a un perro que hiciera pipí y popó en la cámara y que brincara en momentos específicos, de inmediato pensaron en Gerardo para cumplir con el requisito.

Me dijeron que querían adoptar un perro con características parecidas al que tuvo Cuarón cuando era chico y que si lo podía entrenar”, indica. “Y empezamos un casting grande para encontrarlo”.

A través de una asociación de la que Gerardo forma parte y que reúne a instancias como escuelas, entrenadores y paseadores de perros, hizo la convocatoria y, después de la selección, quedaron tres “finalistas”. “Con quien ahora se llama ‘El Borras’ yo hice un clic especial y nos caímos bien de inmediato”, recuerda.

Se trataba de un perro que habían encontrado en un taller mecánico, cuyo dueño, que lo había recogido de la calle, se los dio en adopción.

“Necesitaba un perro que se encontrara en buenas condiciones porque necesitaba enseñarle muchas cosas: era joven, juguetón, no muy bien tratado, socializado y educado, pero eso me correspondía a mí”, apunta.

El entrenamiento

Así empezó el programa de entrenamiento para “El Borras”, el cual se hizo contra reloj, ya que solamente faltaban tres meses para empezar el rodaje, explica Gerardo, quien curiosamente tiene la misma edad que Cuarón.

Los perros adoptados, como “El Borras”, son muy agradecidos con sus dueños cuando los tratan bien y tienen buena disposición para aprender, subraya, lo cual le facilitó en parte el trabajo a Gerardo, ya que el poco tiempo que tenían no es normal para que un animal actor esté listo para un rodaje.

Afortunadamente, no me falló el ojo y resultó un perro estupendo, con gran disposición para trabajar”, reitera el entrenador que prácticamente pasó día y noche con “El Borras” para que aprendiera cosas como seguir a una persona desconocida, que sea espontáneo con ella, o que saltara y ladrara en el momento y lugar en el que se lo indicaran.

Así, “El Borras” quedó listo para trabajar en el complicado ambiente de un set cinematográfico y bajo las órdenes meticulosas de Cuarón.

“Además, a diferencia de otras producciones en las que he participado, en esa película no sabíamos qué íbamos a hacer el día siguiente, todos llegábamos en blanco”, aclara, ya que el director les comunicaba las escenas unos momentos antes de que se filmaran.

“En solamente unas horas, yo tenía que preparar a ‘El Borras’ para que actuara, pero él tuvo la disposición que suelen tener los perros adoptados que se adaptan muy fácil a lo que les estás pidiendo y al medio ambiente en el que se encuentra”.

Las aventuras de ‘El Borras’

Durante el rodaje, “El Borras” también protagonizó algunas anécdotas graciosas, como cuando la producción colocaba “popós” hechas de puré de papa en el patio para el rodaje y el perro, en vez de ignorarlas, se las comía de inmediato pensando que eran premios.

También Gerardo tuvo que enseñarle a “desobedecer” al perro. Por ejemplo, cuando tenía que jalonearse en el patio o escaparse cuando abrieran la puerta de la calle, además de otras cosas que prácticamente pasan desapercibidas durante la película, como cuando acompaña al personaje de Cleo en sus actividades.

Además, hubo dos escenas que rodó “El Borras” para las que tuvo que prepararse mucho, aunque al final ya no aparecieron en el corte definitivo, como cuando “se le avienta” a un vendedor de naranjas o cuando hacía pipí y popó en el patio (que, curiosamente, fue por lo que buscaron a Gerado).

Los perros adoptados

Gerardo recomienda ampliamente que las familias adopten perros, pero que los hagan siempre a través de un lugar serio y adecuado.

De esta forma, afirma, obtienen buena asesoría y orientación, las cuales son necesarias para integrar a un nuevo miembro a la familia.

De hecho, él trabaja conjuntamente con la marca de comida de mascotas Pedigree en una campaña permanente de adopción de mascotas y de orientación de dueños responsables.

Otra iniciativa que apoya junto con esa marca es que en los diferentes premios cinematográficos también se reconozca a los animales actores que participan en grandes filmes, como el caso de “Roma”.

Mayor conciencia

Gerardo dice que, en México, hoy existe una mayor conciencia de la convivencia de las personas con las mascotas, algo que hoy suena muy natural, pero que hasta hace unos años no era algo común en el país.

En los 80, cuando abrimos nuestro proyecto (la Escuela Técnica de Adiestramiento Canino “ETAC”), nos anunciábamos en un periódico muy famoso que se llamaba Segunda Mano, y la gente nos hablaba para burlarse de nosotros porque éramos una ‘escuela para perros’ porque ellos no sabían qué era eso”, recuerda.

Fue así como las historias de Gerardo y “El Borras” se juntaron para lograr el resultado que se ve en la pantalla de este filme que ya pasó a la historia por la cantidad de premios que logró, sus nominaciones y hasta por las diferentes polémicas que desató.

Con información de Carlos Tomasini