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No puedo sino celebrar el anuncio del futuro canciller, Marcelo Ebrard, diciendo que en materia de mariguana el ejemplo a seguir “en el corto plazo” es Canadá.

La legalización total de la mariguana en Canadá parece imponerse ya como el verdadero tsunami que cambiará mundialmente, o al menos en América del Norte, el destino medicinal y recreativo de la yerba más calumniada de la historia.

El salto canadiense de la legalización al mercado ha sido vertiginoso, con hechos que parecen anunciar el nacimiento de una industria poderosa.

El 17 de octubre fue legalizada la mariguana en Canadá y el 20 de octubre había ya tres firmas vinculadas a la cannabis listadas en la bolsa de valores de Nueva York y varias docenas en la bolsa canadiense.

Según el reporte de The Economist (20 octubre 2018), de donde viene la información de este artículo, el negocio no es todavía lucrativo pero su horizonte es enorme.

Según el website Marijuana Business Daily, si se legalizara completamente la yerba en Estados Unidos, su demanda potencial sería de 55 mil millones de dólares, es decir, la mitad del valor total del mercado de la cerveza.

Difícil imaginar al espíritu capitalista estadunidense rehusando incorporar a la economía formal un negocio de ese tamaño, y dejarlo como está hoy, en manos de criminales, o en manos de productores legalizados en varios estados, pero que compiten con las manos amarradas, pues todo su negocio tiene que ser en efectivo.

No, no pueden introducir sus excedentes al sistema bancario, mucho menos al de valores, porque, aunque en cada estado el negocio es legal, la ley federal juzga esas operaciones como lavado de dinero.

Difícil pensar también que la sana codicia nacionalista dejará ese negocio en manos de los canadienses que se adueñarán de ese mercado, recuerda The Economist, como se adueñaron del mercado del alcohol en el siglo pasado durante la prohibición.

El viejo, prestigiado y potente mercado de mariguana mexicano anda muy atrás de estas ganancia posibles, habiendo sido alguna vez el líder indiscutible del mercado.

Aunque no fuera sino por pundonor nacionalista, tendríamos que legalizar la yerba como sugiere Ebrard: “en el corto plazo”.