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Nuestros diputados son increíbles. Están viendo cómo Donald Trump se alza con la victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y en lugar de retomar de manera emergente la negociación del Paquete Económico del próximo año para adaptarlo a tan terrible escenario, continúan como si nada y se aprueban su desfachatada partida de moches.

Juran los partidos políticos que son altamente responsables porque aprobaron sus diputados el Paquete Económico cuatro días antes del plazo establecido por la ley y que eso es su contribución a la estabilidad.

Lo cierto es que el Paquete Económico aprobado, desde los Precriterios Económicos hasta el Presupuesto de Egresos recién avalado en San Lázaro, fue pensado en un escenario de continuidad de la ruta de crecimiento de Estados Unidos.

En el paquete aprobado hay un cálculo de recuperación industrial, de aumento de las tasas de interés, de mejora en la demanda de energéticos y del comportamiento del tipo de cambio, todo de la industria, el banco central, el mercado y la moneda de Estados Unidos.

Sin embargo, absolutamente todas esas variables ya se movieron con el triunfo de Donald Trump. Vamos, hasta la Reserva Federal de Estados Unidos debe temer la injerencia de un personaje que cree en una política agresiva de tasas de interés, totalmente diferente a lo observado hasta ahora.

Con esto en mente, hay que tener la certeza de que todas las variables que sustentan el Paquete Económico mexicano van a cambiar. De entrada ahí está el tipo de cambio y su pronóstico de 18.62 para el cierre del 2017.

Hoy los especuladores salen a decir que no les sorprendería ver el dólar arriba de los 24 pesos.

La expectativa de crecimiento económico entre 2 y 3% para el próximo año no cuenta ya con un solo aval en el mercado y las tasas de interés están a punto de sufrir esta semana un alza que va a borrar cualquier gradualidad pronosticada para el 2017. Pero peor que todo esto es la incertidumbre que se convierte en la constante.

La imposibilidad de conocer los alcances de un personaje como Trump gobernando el país del que dependemos es un mal presagio que convierte en una profecía autocumplida el esperar lo peor con ese gobierno.

Una de las grandes ventajas que tiene el presupuesto recién aprobado es que el gobierno federal tiene la facultad de modificarlo en función de como cambien las expectativas. Eso da dinamismo a la toma de decisiones.

Es también muy buena noticia que esa determinación de hacer ajustes ya no pasa por criterios de popularidad de un proyecto político como sucedía hasta hace unos meses, sino de una decisión técnica y bien informada del secretario José Antonio Meade.

Lo malo es que siempre implicará un parche y no una planeación integral de un presupuesto para tiempos de crisis. Porque no parece haber muchas dudas de que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos implique un escenario crítico, quizá no recesivo, para la economía mexicana.