Elecciones 2024
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Estamos a la mitad del verano y los automovilistas de Estados Unidos y Europa están muy contentos porque recién se enteraron de que los precios de las gasolinas van a bajar a partir de agosto.

En Estados Unidos pagarán el equivalente a 10.50 pesos por litro de gasolina regular y, por ejemplo, los españoles van a desembolsar solamente 24 pesos por litro y están felices.

Los combustibles son productos con precios volátiles y sus precios tienen enormes fluctuaciones a las que no estamos acostumbrados.

México es de hecho uno de los países con precios más estables, aunque por las razones equivocadas. En este país, los precios de las gasolinas son un asunto fiscal y no cruzan por las razones de mercado a las que se supone deberíamos llegar en cuestión de año y medio.

Debo decirle, de hecho, que en México el precio de las gasolinas es barato. Puede ser incluso más bajo que en Estados Unidos.

Antes de que monte en cólera, le explico que el precio que paga Petróleos Mexicanos por importar gasolinas puede ser inferior al precio que determine la Secretaría de Hacienda como promedio para aplicar el enorme colmillo fiscal.

Hasta hace un par de años, si el precio de la gasolina en Estados Unidos se disparaba, en México el ajuste para quedar bien políticamente con los electores con coche se daba por la parte fiscal. Durante muchos años, el gobierno federal utilizó miles de millones de pesos para subsidiar los precios.

Para este año la fórmula cambió. El fisco cobra una cuota fija a un precio que se determina con un cálculo de promedios que puede dejar pérdidas al productor-importador.

Las gasolinas en México pagan IVA, como deberían pagarlo todos los productos de consumo final, pero también pagan un impuesto especial que es tan alto que entre todos los gravámenes alcanzan la mitad del precio al público.

Para este año se aprobó en el Congreso una banda de flotación que impide subir más de 3% el precio. Esto implica que con el aumento que se plantea para agosto, se habría alcanzado el nivel máximo de precio.

Está claro que después de los excesos en el gasto del gobierno federal y la advertencia que le lanza a México el mercado por sus desequilibrios presupuestales, el Ejecutivo no desperdiciará cualquier oportunidad recaudatoria que tenga y que no puede conseguir por la vía del Congreso y los impuestos.

El Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios en las gasolinas es una gran oportunidad recaudatoria que no van a dejar escapar en ese afán de reequilibrar las maltratadas finanzas públicas.

Lo interesante será conocer qué planes recaudatorios tiene el gobierno federal para las gasolinas el próximo año, cuando tiene dos retos enfrente: uno, empezar a llevar los precios de estos combustibles hacia los niveles de libre mercado en el 2018. Y dos, sacar dinero de debajo de las piedras para corregir los excesos cometidos con el gasto público durante los últimos años.

Por lo pronto, para agosto acuñan materia prima fundamental para los que viven del escándalo. Nada mejor que llenar sus bocas con la denuncia de un nuevo, injusto, infame y despiadado gasolinazo.