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La normalización de la política monetaria de la Fed está generando una salida de parte de los flujos que llegaron a los mercados emergentes como resultado de la gran expansión monetaria de los últimos años.

Aunque la Fed comenzó este proceso hace tiempo, durante las últimas semanas la salida de recursos de países emergentes se ha intensificado ante la amenaza de una guerra comercial y la expectativa de tasas de interés más altas en el mundo desarrollado.

A pesar de que la depreciación se ha presentado en casi todo el mundo emergente, la magnitud de los movimientos ha variado entre países, lo cual refleja cierta discriminación por parte de los inversionistas.

El peso mexicano se ha depreciado 10% frente al dólar en los últimos 30 días y es una de las monedas con peor desempeño después del peso argentino, que ha perdido 23% de su valor, y por arriba de la lira turca y el zloty polaco, que se han depreciado 9 y 8%, respectivamente.

Aunque nuestro país cuenta con factores positivos que lo deberían hacer menos vulnerable que otras economías emergentes, también hay factores coyunturales que han contribuido a que el peso sea una de las monedas más golpeadas.

Dentro de los factores positivos, está la situación favorable de la balanza en cuenta corriente de México en comparación con otras economías.

Uno de los síntomas clásicos de una situación precrisis para una economía emergente es un déficit significativo y creciente en la cuenta corriente que, por lo general, es consecuencia de un creciente endeudamiento (público y/o privado) financiado por recursos provenientes del exterior. Aunque el déficit en cuenta corriente de México se ha venido ampliando, sigue siendo inferior al de otros países emergentes y es sumamente manejable.

El segundo factor clave para México es un menor nivel de endeudamiento, tanto del sector público como del privado. Asimismo, México cuenta con un perfil de vencimientos de su deuda pública muy favorable y una menor dependencia del financiamiento externo.

El tercer factor es que México cuenta con un sistema financiero bien capitalizado y principalmente fondeado por los depósitos de los ahorradores domésticos, es decir, que no depende de financiamientos del mercado externo. Adicionalmente, el hecho de que el crédito bancario al sector privado como porcentaje del PIB sea muy inferior al de otros países emergentes se ha traducido en un bajo nivel de endeudamiento del sector privado.

El cuarto factor es que, a diferencia de otras economías emergentes, el ciclo económico de México está ligado al de la economía americana de manera mucho más estrecha. Si la Fed sube tasas ante una recuperación más robusta de la economía americana, la economía mexicana debería, tarde o temprano, beneficiarse de esta situación.

El quinto factor son las reformas estructurales, que se están convirtiendo en un generador importante de inversión extranjera directa y fuentes futuras de crecimiento económico.

Finalmente, las reservas internacionales de México mantienen un nivel robusto y se cuenta con líneas de financiamiento contingente del FMI.

Sin embargo, en el presente hay factores negativos que están generando incertidumbre, como la renegociación del TLCAN y la elección presidencial del 1 de julio. Un resultado adverso en la negociación del TLCAN provocará expectativas de un deterioro en la cuenta corriente ante una posible disminución en las exportaciones y una reducción en los flujos de inversión extranjera hacia nuestro país.

Asimismo, cualquier retroceso o incertidumbre con respecto a las reformas estructurales podría disminuir de manera significativa los flujos de inversión hacia nuestro país.

Adicionalmente, cualquier amenaza a la estabilidad fiscal también tendría un impacto negativo. La principal variable de ajuste para absorber estos choques es el tipo de cambio.