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El mercado sentimental es uno de los más imperfectos que hay. Todos sabemos que no existe la competencia perfecta porque “cartera mata carita” y también aprendemos desde la adolescencia que no se necesita un monopolio para que existan barreras de entrada muy efectivas, por ejemplo un hermano celoso o unos padres sobreprotectores. Cuando se trata de una gran pasión, es claro que no existen bienes sustitutos. Es Julieta o la Muerte, dice Romeo. Es Julieta y la Muerte, decide Shakespeare.

¿Qué hace una economista hablando de amor y sexo? Empecemos por lo obvio. El amor es uno de los bienes más escasos que existen y la economía se dedica a la asignación de los recursos escasos. Es una disciplina que puede asomarse a lugares donde otras ciencias no entran. Después de todo, estamos ante un tema que tiene una dimensión económica indiscutible.

El amor se parece a una inversión. Por eso, los tips para los inversionistas pueden ser útiles para los enamorados. Dos consejos vienen al caso: vale la pena investigar, lo más atractivo y seductor puede ocultar el mayor riesgo de pérdidas. Segundo, la estrategia de inversión de largo plazo rinde buenos dividendos.

El amor es una institución económica y por ello está llena de irracionalidad. La probabilidad de que un matrimonio termine en divorcio crece rápidamente, pero eso no impide que haya cientos de miles de matrimonios cada año. En 1971 había tres divorcios por cada 100 matrimonios en México. Ahora son más de 20, pero la posibilidad de fracaso no disuade a casi nadie. Cada año se casan más de 550,000 personas en nuestro país.

Para entender las relaciones entre economía, amor y sexo, nadie como Marina Adshade. Ella es una economista canadiense que tiene un blog, Dollars and Sex, además de libros sobre el tema. En él explora tópicos tan diversos como el por qué el día del amor obliga a gastar hasta a los que no son cursis; por qué Justin Bieber atrae a mujeres mayores que él; cuál debe ser la sanción económica por una ofensa sexual, y por qué las personas con vida sexual más plena tienen más posibilidades de ascender en el organigrama.

El matrimonio es más eficiente que la soltería porque es una unidad de producción y consumo que reduce las malas decisiones y el desperdicio, demostró Gary Becker, el Premio Nobel de Economía hace más de cuatro décadas. Una de las razones es que la pareja produce decisiones más racionales o minimiza las compras más irracionales, ¿quién mejor que la esposa para poner un límite al numero de parrandas del marido?

Las relaciones entre amor, sexo y economía son infinitas. El tema no se agota ni siquiera cuando acaba el amor. Un matrimonio disfuncional provoca pésimas decisiones económicas, entre otras cosas porque no hay coordinación para tomar decisiones. Hay casos donde la tarjeta de crédito se convierte en un arma para agredir a la pareja.

El primer matrimonio es el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia. El segundo, el de la esperanza sobre la experiencia, escribió el inglés Samuel Johnson. El divorcio es otra cosa, cuando le preguntaron su opinión al cómico Robin Williams, él contestó: “sé que viene de una palabra latina que quiere decir destripar a la expareja para extraer su cartera”.

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