La transparencia que se exige hoy de los políticos es cualquier cosa menos una demanda política. El imperativo de transparencia sirve para descalificarlos, para desenmascararlos o para escandalizar. La demanda de transparencia a través de reclamaciones y quejas no es la de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. Eso piensa el filósofo coreano-alemán … Continued
La transparencia que se exige hoy de los políticos es cualquier cosa menos una demanda política. El imperativo de transparencia sirve para descalificarlos, para desenmascararlos o para escandalizar. La demanda de transparencia a través de reclamaciones y quejas no es la de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo.
Eso piensa el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, autor de tres libros en la materia (La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia y Psicopolítica). Los lloriqueos de ciertos analistas porque el presidente Peña Nieto no se hizo un harakiri al anunciar las medidas contra el conflicto de interés, me llevaron a releer párrafos de esas obras.
Me sorprende que el discurso cómodo, seguro e impecablemente correcto no pregunte por qué fue el propio Presidente quien pidió que se le investigue a él, su esposa y al secretario de Hacienda. No cuestionan al Congreso, los partidos opositores, la sociedad política en general. Y menos a las organizaciones de la sociedad civil, que en esta crisis ni siquiera han apuntado vagamente una indagatoria y, vuelvo a Byung-Chul Han, no parecen tener más voluntad y/o capacidad que escandalizar y suprimir toda confianza en la autoridad. A mayor desprestigio, más ganancia en el río revuelto.
Un ejemplo. La página de Artículo 19 (article19.org) no tenía ayer referencia ninguna sobre el atentado a El Mañana de Matamoros, y la última nota sobre el asesinato del periodista veracruzano Moisés Sánchez era del 9 de enero. No me extraña. Tampoco supimos de ellos cuando nos secuestraron y asesinaron reporteros, o el lopezobradorismo agredió y robó a nuestros compañeros en 2012.
Eso quizá obedezca a que la prioridad del director de la oficina en México de Artículo 19, Darío Ramírez, esté en otros asuntos. Por ejemplo, en escribir para “desenmascarar” a quienes vieron (vimos) en la propuesta del presidente Peña Nieto un esbozo de autocrítica y un paso institucional contra el conflicto de interés. Quienes piensan (pensamos) así solo pueden ser “los beneficiarios del sistema pro-corrupción en el que vivimos”.
Buen negocio ese de aplicar el maniqueísmo para salvaguardar la “ética pública”, con escolta pagada por el erario y desde el eje Roma-Condesa. Bien lejos de Matamoros, Torreón… Porque lo importante hoy no es proteger periodistas: es descalificar.
Lo importante y rentable. Qué extravío. Qué pena.
MENOS DE 140. Alarma en Los Pinos: urge training de medios para Virgilio Andrade, confuso, enredoso. Urge.