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¿Cuál puede ser el pronóstico del comportamiento de la economía mexicana para el 2017 que más vale a estas alturas?

Uno de los referentes favoritos es la encuesta que mensualmente levanta el Banco de México entre una treintena de expertos en economía. Ahí la expectativa de la más reciente habla de un crecimiento de 2.71% para el próximo año.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), por ejemplo, mantiene una expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto mexicano para el próximo año de 2.6 por ciento.

Tanto el estimado de la encuesta de Banxico como la previsión del FMI, y de hecho la mayor parte de los pronósticos económicos para México, se han modificado a la baja para este año y para el próximo.

Pero aun con esas correcciones, todos los pronosticadores tendrían que recalcular sus estimaciones por culpa de Estados Unidos.

Es una obviedad decir que la economía mexicana tiene una alta dependencia de la estadounidense. Pero en esta ocasión, además de estar pendientes a los indicadores económicos de ese país, hay que atender algo más: el resultado electoral.

Si la actividad industrial estadounidense repunta, es posible esperar de manera lineal un incremento en las exportaciones mexicanas. Hay una integración productiva importante, además de un mercado básico para productos terminados.

Evidentemente, si crece el consumo y la confianza de los estadounidenses, habrá un beneficio para las exportaciones mexicanas. Si aumenta la actividad de construcción, más mexicanos tendrán empleo y más dólares enviarán de vuelta a su familia de este lado.

En fin, un país emergente que comparte frontera con la economía más grande del mundo, no parecería tener otra suerte que ésa: la dependencia económica.

Pero el pronóstico económico de México del 2017 depende de quién gane las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos.

Si gana Donald Trump, hay que esperar efectos financieros inmediatos como una presión adicional en la cotización del peso frente al dólar, un previsible aumento en la tasa de interés y turbulencia en los mercados de renta fija y variable.

Después del impacto inicial, hay que esperar los anuncios de política de gobierno que habrá de aplicar. Cómo diferenciará sus exabruptos de campaña de sus seguros excesos de gobierno. Evidentemente, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte estaría amenazado y habría que actuar en consecuencia; tanto empresas como gobierno lo resentirían. El endurecimiento de los cruces fronterizos sería inminente y eso afectaría una relación tan dinámica tanto en el cruce de personas como de mercancías.

En fin, si gana Donald Trump, inevitablemente habría que revisar a la baja la expectativa de crecimiento, además de empeorar las estimaciones de una larga lista de indicadores económicos y financieros.

Si gana Hillary Clinton, podríamos esperar sin duda una presión menor en la transición entre demócratas, pero parece inevitable que la primera presidenta de Estados Unidos tendría que atender con sus políticas de gobierno a los grupos más radicalizados en esta campaña electoral.

Con Hillary en la Casa Blanca ciertamente podría darse un ambiente de optimismo que hoy se contiene por la posibilidad de que llegue el republicano. El buen ánimo de ver alguien más moderado gobernando Estados Unidos ayudaría.

Así que las estimaciones del crecimiento de la economía mexicana para el 2017 tienen que cruzarse con las estimaciones electorales de aquel país.

Quizá Banxico debería considerar incluir en su encuesta la respuesta del resultado electoral como una de las posibles dificultades económicas de México durante los meses por venir.

Encuestas electorales… para calcular el crecimiento - val_int_encuestas_130716
Foto de El Economista