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Hace cuatro años que Luis González de Alba, escritor de registros únicos y uno de los hombres más libres de México, pone al calce de sus artículos de MILENIO:

“¿Y el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas que incendiaron —con nobles fines— la gasolinera donde trabajaba?”.

En columnas recientes, González de Alba nos ha recordado en detalle el caso del que habla. Se trata de la muerte de uno de los responsables del servicio de una gasolinera en la caseta de Chilpancingo, en la autopista de cuota México-Acapulco.

Rivas murió por las quemaduras causadas durante su intento de evitar la explosión de la gasolinera, incendiada por normalistas de Ayotzinapa, el 12 de diciembre de 2011.

Los normalistas habían bloqueado la autopista y tomado la caseta para cobrar el peaje. La policía acudió a desalojarlos.

Durante el enfrentamiento que siguió, los normalistas fueron a la gasolinera donde estaba Rivas a pedir gasolina para hacer bombas molotov. Rivas y los otros responsables se negaron.

Los normalistas cruzaron a la gasolinera del otro lado de la autopista, consiguieron la gasolina y volvieron a la gasolinera de Rivas, con una garrafa llena, para darle un escarmiento.

Rociaron una de las bombas de la gasolinera y pusieron la garrafa con los restos de gasolina encima. Luego echaron un cerillo al suelo y salieron corriendo. Lo mismo hicieron los empleados de la gasolinera.

Gonzalo Rivas no corrió. Fue por el extintor de reglamento para apagar la bomba, sabiendo que sus llamas podían hacer estallar los depósitos de combustible subterráneos que conectaban las gasolineras de ambos flancos de la carretera.

Cuando Rivas se acercó a apagar la bomba con el extintor, luego de cerrar las válvulas de seguridad, la garrafa de plástico se estaba derritiendo. Explotó encima de él y lo bañó de gasolina en llamas. Rivas murió de las quemaduras varios días después, el 1 de enero siguiente.

Durante el enfrentamiento en la caseta, los policías dispararon y mataron a dos normalistas. Estos son los muertos que se recuerdan de la jornada, salvo por Luis González que pregunta hace cuatro años, al pie de sus artículos:

“¿Y el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas que incendiaron —con nobles fines— la gasolinera donde trabajaba?”.

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