Minuto a Minuto

Internacional El líder de la oposición en Canadá pide a Trudeau que convoque a elecciones anticipadas
Poilievre declaró que ganaría unas elecciones si se celebrasen en estos momentos y que Canadá necesita elecciones de forma inmediata
Internacional Los Ángeles teme un aumento de muertos por los incendios en las próximas horas
Autoridades esperan utilizar perros de búsqueda para localizar a posibles personas atrapadas entre los escombros de Los Ángeles
Internacional González Urrutia pide no minimizar el “secuestro” y la posterior liberación de Machado
"Que María Corina Machado esté libre no minimiza el hecho de lo que sucedió, fue secuestrada en condiciones de violencia", afirmó Urrutia
Internacional Google y Microsoft donan un millón de dólares al acto de investidura de Trump
El comité que organiza y gestiona las donaciones para la investidura de Trump lleva 170 millones de dólares en donaciones
Deportes Athletic Club confirma cesión de Alex Padilla a Pumas de la UNAM
El portero mexicano Alex Padilla jugará con los Pumas de la UNAM el Clausura 2025, cedido por el Athletic Club

Del medio centenar de populismos que han gobernado el mundo desde 1990, la corriente populista mexicana que triunfó en 2018 se parece más a la de Venezuela y Nicaragua, sobre todo en el manejo de los resortes que desde el poder le permiten agarrar lana: eso, agarrar lana.

Aquí, el ejemplo más reciente es el eufemismo de Reforma a las Afores, con el cual el actual gobierno disfraza el robo de 40 millones de pesos a las personas mayores de 70 años que, por voluntad propia no han usado todavía ese dinero, ahorrado en sus años laborables.

El populismo venezolano, convertido desde 2010 en dictadura criminal, impuso una ley para que sus funcionarios compren los bienes que expropió a sus opositores. Se llama Ley Antibloqueo, con la cual está devolviéndose lo robado. O sea, agarrar la lana.

Con eso, el dictador Nicolás Maduro vende, bajo confidencialidad, inmuebles y empresas confiscados a particulares desde la llegada del populismo al poder en febrero de 1999. Los vende a familiares y amigos. Él puede decir que no tiene dinero: ellos lo refaccionan, a la orden.

El populismo nicaragüense, convertido desde 2012 en un sistema fascista de odio de clases, estableció la Ley de Inmovilización y Decomiso a Favor del Estado, con la cual acaba de disolver y despojar de todos sus bienes a la Universidad Centroamericana y a la Orden de los Jesuitas.

Así, el dictador Daniel Ortega se roba las propiedades de sus adversarios. Una reedición de La Piñata Sandinista: el gobierno comunista (que perdió el poder en 1997) se robó cinco mil fincas, casas y departamentos que confiscó a las clases medias y altas con reformas sociales y agrarias.

En México ha pasado de noche, porque sucedió a principio del actual régimen, pero el presidente de México cuenta, desde el dos de julio de 2019, con la Ley Nacional de Extinción de Dominio, que le permite quitarle todo lo que posee toda persona que sea acusada de un ilícito.

Dice le Ley: “Puede disponer de forma anticipada de bienes inmuebles, dinero en cuentas y efectivo incautados, sin esperar veredicto judicial, aunque después el acusado resulte inocente”. O sea, nuestro presidente tiene poderes similares a Nicolás Maduro y a Daniel Ortega: dos sátrapas.

Pero el robo de las Afores no es contra enemigos políticos: es más abusivo aun, pues las Afores custodian el dinero de los trabajadores, lo reinvierten y hacen crecer en beneficio de ellos, quienes, gracias a las Afores, saben cuánto poseen y pueden poner su lana donde haya mejores rendimientos.

En realidad, todo eso de Cuarta Transformación es un discurso político de personas que quieren el poder y los bienes de otras personas.

Está visto.