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La baja en los precios de los energéticos en Estados Unidos relajó a los inversionistas al nivel de que se organizaron una pequeña fiesta en los mercados financieros. Algo que, ya hemos visto antes, durará hasta que un mal dato genere una reacción negativa y quizá exagerada.

Por lo pronto, es un hecho que el índice inflacionario de la gasolina en Estados Unidos cayó -7.7% en julio pasado. Y para una economía con la estadounidense que tiene como una de las mayores incidencias en su medición inflacionaria las gasolinas y otros energéticos, esa baja del índice general de precios a 8.5% anual es gran noticia.

Además de los índices bursátiles y la apreciación de las monedas emergentes, una forma de medir el impacto en los mercados está en el barómetro de las expectativas de aumento de la tasa de interés referencial de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed).

Hasta antes de conocer el dato de la inflación de julio, 60% de los participantes del mercado esperaban otros 75 puntos base de incremento para la decisión de política monetaria del 21 de septiembre próximo.

Y después de conocer ese dato inflacionario, que realmente no esperaba el mercado, hoy siete de cada 10 consultados esperan medio punto porcentual y ya no los tres cuartos de punto que se daban por sentados.

Esta semana ya se moderó la fiesta en los mercados. Desde la propia Fed recuerdan que está lejos de terminar este episodio inflacionario y de paso los datos económicos negativos de China regalan un poco de dosis de realidad.

Se ha perdido la atención mediática, pero el ejército ruso sigue metido en Ucrania y un accidente militar puede ocurrir en cualquier momento. En fin, hay razones para tomar con calma los brotes verdes que se empiezan a ver.

Por cierto, que no debió caer muy bien en Palacio Nacional esa baja radical en el precio de la gasolina en Estados Unidos, porque otra vez, ya se vende más barata la gasolina allá que en México y apenas hace unas semanas el presidente López Obrador ofrecía en La Casa Blanca que se cruzaran a llenar sus tanques.

Una baja mundial en los precios de las gasolinas puede implicar que en México los consumidores no puedan gozar de esa buena noticia. Ya quedó claro que la Secretaría de Hacienda acompañará cualquier disminución en el costo de los combustibles con una disminución en el subsidio al impuesto especial.

Si se logra mantener esa tendencia y en Estados Unidos inicia un franco descenso de la inflación, puede abrirse una brecha entre los ritmos de aumento de los precios respecto a nuestro país y eso tiene implicaciones en el terreno de la política monetaria y eventualmente en el tipo de cambio.

Pero hay otro riesgo que puede ser mayor, y es que con tal de no perder popularidad política se opte por mantener el subsidio fiscal a las gasolinas para incidir en la medición inflacionaria, con un costo presupuestal descomunal.

Pero, lo dicho, todavía es muy pronto para cantar victoria con la inflación de Estados Unidos y sus muy altos precios de los energéticos.