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Las tasas de interés en Estados Unidos han tenido movimientos muy importantes a lo largo de toda la curva durante los últimos meses. En la parte de corto plazo, la Fed incrementó la tasa de fondeo de 0 a 0.25% hace dos semanas.

Sin embargo, la tasa del bono a dos años ha subido de 0.85 a 2.33% en lo que va del año, descontando que la Fed subirá las tasas en por lo menos 2 puntos porcentuales en los próximos 12 meses. En la parte larga de la curva, la tasa que paga el bono del Tesoro a 10 años se ha incrementado de 1.51 a 2.35% en el mismo periodo.

Como es evidente, la tasa que paga el bono a 10 años y la del bono a dos años son prácticamente idénticas. Sin embargo, en la sesión de operaciones del martes, la tasa del bono a dos años llegó a ser más alta que la del bono a 10 años durante unos minutos.

Históricamente, la curva de tasas de interés tiene una pendiente positiva, es decir, las tasas de corto plazo suelen ser menores a las tasas de largo plazo. Esto sucede porque, en teoría, el riesgo de prestar dinero a largo plazo es mayor que el de corto plazo y por lo tanto los inversionistas requieren un retorno más alto.

Sin embargo, en la realidad, ocasionalmente hay periodos en los que la curva de tasas no tiene una pendiente positiva. En algunas ocasiones, la curva se aplana, es decir que las tasas de corto y largo plazo son similares.

En otras ocasiones, la curva se invierte, es decir que las tasas de corto plazo son más altas que las de largo plazo. Una curva invertida es un fenómeno poco común y que tradicionalmente ha sido un presagio de recesión.

Un estudio de la Fed de San Francisco publicado en el 2018, revela que cada una de las nueve recesiones ocurridas en Estados Unidos entre 1955 y 2018 fueron precedidas por una inversión en la curva de tasas. Asimismo, el estudio muestra que, con la excepción de un falso positivo a mediados de la década de los 70, cada episodio en el que las tasas de corto plazo han sido más altas que las de largo plazo ha sido seguido por una recesión.

La última vez que la curva de tasas se invirtió fue en el 2019 y en menos de un año la economía estadounidense estaba en recesión. Sin embargo, dicha recesión no fue de carácter cíclico ya que fue precipitada por un choque exógeno con la llegada de la pandemia.

Antes del episodio del 2019, la última vez que la curva estuvo invertida fue en 2006 y 2007. En esos años, la curva estuvo invertida durante varios meses y la economía estadounidense entró en recesión en la segunda mitad del 2008.

La inversión en la curva suscitada esta semana fue de carácter momentáneo y son pocos los especialistas que la consideran como un presagio de una inevitable recesión en los próximos 24 meses. Sin embargo, la gran mayoría coincide en que el aplanamiento de la curva y breve inversión anticipan una importante desaceleración.

Esto no es noticia para nadie, la Fed acaba de revisar a la bajar su pronóstico de crecimiento para la economía estadounidense de 4 a 2.8 por ciento. La economía americana todavía tiene altas posibilidades de evitar de una recesión y que todo quede en una desaceleración, pero esto dependerá, en buena medida, de la habilidad de la Fed para restringir su política monetaria, con el objetivo de controlar la inflación, sin detonar una recesión.

Hace un par de semanas, la Fed dio la señal al mercado que podría subir las tasas en siete ocasiones este año y otras tres en el 2023, para dejar la tasa de fondeo en 2.8% al cierre del 2023. Sin embargo, el mercado ha comenzado a descontar una trayectoria más agresiva de alzas que podría dejar la tasa más cerca de 3.5% para el cierre del 2023.

Es muy probable que la inflación comience a ceder en el mediano plazo como resultado del endurecimiento de la política monetaria y la consecuente desaceleración en el crecimiento. Sin embargo, es muy probable que los niveles de inflación para los próximos años sean superiores al que hemos visto durante los últimos 10 años.

Esto debería contribuir a que las tasas de largo plazo también tengan un movimiento importante al alza en los próximos meses. Adicionalmente, la reducción del balance de la Fed, que debería iniciar en la segunda mitad del año, implicará la venta de un volumen importante de instrumentos de largo plazo.

Aunque la Fed probablemente sea muy cautelosa con el ritmo y volumen de desacumulación de instrumentos financieros, esta dinámica debe también contribuir a que las tasas de largo plazo suban y que la curva de tasas mantenga una pendiente positiva o plana en el peor de los casos.

La breve inversión de la curva de tasas observada esta semana parece ser una falsa alarma de recesión, pero dados los antecedentes históricos, es un indicador que no debemos de perder de vista.