“El mercado mató los fantasmas de la ideología”, escribió ayer Jorge Alcocer (Reforma), uno de los observadores que veían en la reforma energética el riesgo de una arrasadora transferencia de patrimonio petrolero mexicano a empresas privadas, extranjeras en particular. Si se mide por los resultados de la primera licitación, la codicia extranjera por nuestro subsuelo … Continued
“El mercado mató los fantasmas de la ideología”, escribió ayer Jorge Alcocer (Reforma), uno de los observadores que veían en la reforma energética el riesgo de una arrasadora transferencia de patrimonio petrolero mexicano a empresas privadas, extranjeras en particular.
Si se mide por los resultados de la primera licitación, la codicia extranjera por nuestro subsuelo no es tan automática ni tan alta como ha creído siempre el patriotismo petrolero.
Ni los mexicanos salieron a malbaratar su patrimonio ni los codiciosos inversionistas vinieron a llevárselo.
Hacienda, la Secretaría de Energía y la Comisión Nacional de Hidrocarburos procedieron en esta Ronda Uno con cautelas que explican, en gran medida, por qué solo se adjudicaron dos de los 14 bloques ofrecidos y por qué la prensa del día siguiente habló de una licitación “desinflada”.
La primera cautela de las autoridades fue ofrecer en esta Ronda Uno los lotes menos atractivos de toda la oferta que tienen. Sabían que estaban experimentando y no querían equivocarse con los campos mayores.
La segunda cautela fue subir el listón, en vez de bajarlo. Pese a la depresión presente y previsible del mercado petrolero, la verdad es que los licitadores no tenían una idea muy clara de cuánto es caro ni cuánto es barato para el futuro de ese mercado.
Decidieron, al parecer, ponerse caros.
Hechas todas las cuentas de las dos licitaciones exitosas, la verdad es que al final del proceso, con todos los derechos e impuestos incluidos, los ganadores pagarán al Estado mexicano porcentajes muy altos.
Según las cuentas de Hacienda la utilidad para el Estado en el bloque dos oscilará entre 74 y 86 por ciento del total, y en el bloque siete, entre 83 y 88 por ciento. (Reforma, 16/7/15).
Uno podría decir que, acechado todavía por sus fantasmas, para que no le reclamaran de salida la entrega del tesoro nacional, México salió a vender caro y vendió poco. Vendió también, a la vista de todos, con absoluta transparencia.
Creo, como sugiere la frase de Alcocer, que en la licitación del miércoles pasado hubo un toque histórico: salimos cautelosos del tabú y entramos desairados al mercado.
Un gran día.