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La notable recuperación de la actividad económica en Estados Unidos, aunada a un brote inflacionario que no termina por ceder, ha continuado alimentando la percepción de algunos observadores de que la Fed se está tardando en comenzar el proceso de normalización de la política monetaria súper expansiva, que implementó para amortiguar el golpe provocado por la llegada de la pandemia.

Para estos observadores, la Fed está subestimando la duración y magnitud del brote inflacionario, cometiendo un error de política monetaria mayúsculo y alimentando una nueva burbuja en los mercados que podría tener repercusiones desestabilizadoras al reventar.

Para los críticos, la Reserva Federal se está quedando detrás de la curva, metiéndose en un rincón del cual solamente podrá salir adoptando una trayectoria más agresiva de normalización de la política monetaria. Claramente, la Fed y varios de los miembros del Comité de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés) ven las cosas desde otra óptica pero no necesariamente están peleados con la idea de comenzar un proceso gradual de normalización en el corto plazo.

En varios de sus comunicados y en diferentes entrevistas, los miembros del FOMC han expresado que el ritmo de recuperación de la economía y del empleo han mejorado y que la inflación ha superado sus expectativas. Sin embargo, mantienen la narrativa de que el brote inflacionario es un fenómeno temporal y que esperarán hasta que la recuperación del mercado laboral se afiance antes de tomar acciones de política monetaria.

Esto pareciera indicar que la Fed no prevé modificar su postura monetaria hasta que tenga evidencia más robusta de la recuperación en el mercado laboral, la cual normalmente se obtiene de datos que se publican con algo de rezago. Las últimas intervenciones de varios miembros del FOMC han dado a entender que el balance de riesgos entre empleo e inflación se está empezando a inclinar del lado de la inflación por lo que el comienzo de un proceso gradual de normalización en la política monetaria podría ser inminente.

Aunque no lo han hecho explícito, los miembros del FOMC también deben de estar preocupados por el balance de riesgos entre la posible gestación de una burbuja en los mercados financieros y una recaída en la actividad económica. Aunque la propagación de la variante Delta del Covid-19 ha incrementado el riesgo sanitario en Estados Unidos, el avance en el proceso de vacunación ha mitigado el riesgo de un impacto significativo en la actividad económica ya que no se anticipa un retorno a las medidas drásticas de confinamiento.

Como mencionamos la semana pasada, la Fed muy probablemente dé más pistas sobre el calendario para comenzar el tapering en el Simposio de Jackson Hole de esta semana, y que haga un anuncio oficial en su reunión de política monetaria del 22 de septiembre. Dicho calendario podría establecer el comienzo del tapering tan pronto como en octubre o noviembre de este año, dejando la opción abierta para que la Fed comience a subir la tasa de interés hacia la segunda mitad del 2022.

Cabe aclarar que un escenario en el que la Fed adelante el proceso de normalización no necesariamente debe ser un mala noticia para los mercados, siempre y cuando esto sea consecuencia directa de una mejor salud de la economía y no de un choque inflacionario. Es probable que, en esta ocasión, el proceso de normalización de la política monetaria sea diferente del 2014-2018.

En aquel entonces la inflación general y subyacente estaban por debajo del objetivo de la Fed, la inflación salarial era prácticamente nula y la política fiscal mantenía un sesgo restrictivo. En la actualidad la inflación general y subyacente superan fácilmente los objetivos de la Fed, la inflación salarial es un tema por primera vez en más de una década y la política fiscal sigue siendo sumamente expansiva.

Aunque sus críticos apuntan a una cierta miopía de la Fed, el mercado parece sentirse tranquilo, hasta ahora, de que el banco central tomará la decisión correcta de cuándo y cómo comenzar a normalizar las tasas de interés. Lo interesante es ver si este proceso puede darse sin sobresaltos.