Elecciones 2024
Elecciones 2024
Un bosque, una cueva, un clan

Sé cauteloso y procura el medio

Para que no atrapen tu caballo y derramen tu sangre

En la cueva de Sawney Bean

Te harán un corte en la garganta

Las noches de invierno heladas, producen ruidos en el bosque que mantienen cada sentido alerta. Sobre todo la piel al erizarse se vuelve una antena receptiva,  que da una respuesta de supervivencia, mandando información al cerebro y este dispara sustancias que impulsan respuestas fisiológicas y corporales.

Comienza un aumento del ritmo cardíaco, sudoración y dilatación de las pupilas, entonces se liberan hormonas como cortisol y adrenalina, para que los músculos endurecidos puedan ayudarnos a escapar.

¿Pero de qué? Cuando no hay un peligro real, el cuerpo actúa como si este peligro existiera.  El bosque oscuro vive en el inconsciente colectivo como un lugar lleno de neblina pesada que acecha y del que difícilmente se escapa. ¿Podría ser que en el principio de la humanidad en el bosque, los peligros eran tan grandes que eso se quedó instaurado en  nuestro ADN?

Un bosque, una cueva, un clan - un-bosque-2

Europa en el medievo, era por entonces un dilatado manto vegetal, sólo interrumpido esporádicamente por espacios talados en los que se levantaban las villas, abadías, burgos y fortalezas que luchaban contra el aislamiento.

Se decía que una ardilla que se subiera a un árbol en España podía llegar a Rusia sin tocar nunca el suelo.

Por ello, el bosque fue el protagonista de historias y lugar favorito en numerosos cantares, leyendas, mitos e historias locales;  un caldo de cultivo, un “Laboratorio propicio para el imaginario“.

El bosque enmarcó, en su ambiente extraño y poco accesible, muchos de los miedos y sueños, gestando la producción de cientos de testimonios escritos o orales que, mostraban las ambivalentes actitudes del hombre frente a la densa espesura de la floresta.

Los cuentos de los hermanos Grim, de Hans Christian Andersen y tantos otros, me influenciaron, generandome esa imagen lúgubre que atemoriza, donde se abandonan a los niños para que los devoren las fieras, porque si no se mueren de hambre. Donde los cadáveres se arrastran sobre el suelo, buscando venganza. Y con esta imagen en mi mente entonces me impulso a cerrar los ojos y romper el espacio donde estoy. Comienza mi viaje a un tiempo incierto entre un siglo y otro.

Aterrizó en un bosque. La noche muestra un cielo lleno de estrellas, que sobrecoge. Hay un olor a humedad, a musgo y siento un frío que se cuela por los huesos. Entre las ramas de los antiguos árboles se desliza el aire helado y hay un susurro que se percibe amenazante.  Ahora tengo la piel erizada y escucho mi corazón palpitar, la danza de la imaginación  comienza. Comienzan a aparecer las alimañas y los espíritus; los sonidos agudos se funden en lo profundo. Siento los pies pesados y empiezo a caminar despacio.

Un bosque, una cueva, un clan - un-bosque-3

Durante este tiempo y gran parte del siglo XV al XVII, Europa estaba embebida en la brujería; ricos o pobres, educados o analfabetos todos vivían la amenaza de aquello que se contaba. La ciencia estaba en su infancia, no daba respuestas a los eventos que no tenían explicación, así que se encontró un recurso para darle cause al engrudo que generaba la incertidumbre.

La religión dominaba todos los aspectos de la vida cotidiana. Cuando fallaban las cosechas, o el clima se volvía extremo, si un niño moría inesperadamente, un barco se hundía o una enfermedad azotaba una aldea; se buscaban respuestas. A menudo, la mejor explicación parecía la magia negra. Y si la culpa era de la magia, las brujas debían estar por detrás de eso. Para detener la desgracias entonces la solución estaba en matar brujas.

Escocia por encima de muchos otros países sufrió la amenaza de la brujería y en respuesta fue particularmente severa. Hay quienes piensan que esto fue una manifestación de la Iglesia Presbiteriana, para establecer autoridad en el período posterior a la Reforma y de la lucha de poder entre la Iglesia y el Estado. Algunos otros la han vinculado con los sentimientos anticatólicos que prevalecían en ese momento. Otros han argumentado a favor de la misoginia, o la nobleza versus la clase campesina. Esta también la teoría de que estas historias desvirtuaban a los escoses y en realidad se intensificaron con ese fin.

Por una razón o otra, los juicios de brujas de North Berwick se desencadenaron y el rey James VI fue el gran azuzador de esta caza y muerte de cientos de inocentes.

La historia comienza en 1589 cuando la futura esposa de James, Ana de Dinamarca, fue llevada a través del Mar del Norte a Escocia. Sin embargo, las tormentas impidieron el cruce y las autoridades danesas culparon a la brujería. Se hicieron arrestos y dos mujeres fueron quemadas como brujas. James viajó a Dinamarca y trajo a su esposa de regreso, pero las tormentas hundieron un barco que llevaba regalos de boda. Las brujas, al parecer, no habían sido derrotadas.

Llegaron noticias a Edimburgo en 1590 de que un aquelarre de brujas en Tranent estaba conspirando contra el rey. El pánico alrededor de dicho aquelarre comenzó con una sanadora local, que era sirvienta en una casa. Su amo temía que si podía curar, también podría matar por lo que pidió su arresto.

Un especialista en brujas fue traído para investigar y revisar el cuerpo de Duncan quien aseguró que ella tenía la marca del Diablo esa mancha que no sangraba ni dolía cuando se pinchaba con una aguja, producto de su pacto con satanás. Seguramente había renunciado a su nombre de bautismo y el diablo le había dado un nuevo nombre, besandola en el cuerpo y dejando su marca.

De ahí comenzó la locura, Anna Koldings, soportó que le extrajeran las uñas clavandole alfileres de hierro; usando el aplastapulgares y otros instrumentos de tortura. Fue sometida a un interrogatorio diseñado para causar lesiones por aplastamiento en los pies o en la pierna y así  divulgó los nombres de otras cinco mujeres. Todas confesaron que habían sido culpables de brujería después de varios días, ellas con conjuros levantaban tormentas que amenazaban el viaje de la reina Ana, y habían enviado demonios para que subieran a la quilla de su barco. Fueron quemadas como brujas en Kronborg.

Con la columna recta y mirando para atrás a cada minuto, logre llegar al pueblo. El silencio dolía, se escuchaba a lo lejos el aullido de un lobo y la neblina cubría el suelo mojado dando un aspecto lúgubre.

Al paso; de una casa se abrió una puerta y una mujer de caderas anchas me dijo “¡Entra muchacha estúpida, que haces afuera!, serás festín de la bruja y de sus hijos si no te resguardas hasta que salga el sol. ¿Donde está lo que te encargue?”

La pequeña casa de madera estaba helada pero los animales que vivían en la parte baja calentaban el espacio. Desorientada escuche su voz “¿Isabella qué te pasa? Sube de inmediato. ¡Te voy a dar una tunda, regresaste sin lo que te pedí!”

Tras un par de golpes de su furia en mi cabeza, me tiré en un colchón hecho de borra en suelo donde aturdida, no pude dormir hasta el amanecer.

Con el alba, la que al parecer era mi madre me dio un puntapié y me dijo que era hora de ordeñar la vaca. Así que me puse un chal que estaba sobre la cama y salí sin la menor idea de cómo se ordeñaba nada.

Una sonrisa con pocos dientes me alcanzó en el camino al establo y me dijo “ Buen día Isabella, ¿ya supiste la noticia? hace un par de noches atacaron a una pareja en el camino entre varios hombres del clan maligno, y aunque consiguieron matar a la mujer el hombre se defendió con su espada y logró huir, el estruendo de su pelea llamó la atención de los Macland quienes se acercaron poniendo en fuga a los salteadores de caminos.

Se dice que el hombre ha pedido una audiencia real.”

Como el timón de este relato lo llevo yo, entonces cumplida la tarea de ordeña, mágicamente aparezco con las manos limpias en la casa y dos cubetas de leche; puedo ahorrarme esa faena que hoy no se antoja nada.

Después de ayudar en la cocina, salgo rumbo al mercado de la calle principal donde se escucha con fuerza la llegada de al menos cuatrocientos hombres para rastrear la zona hasta dar con los asaltantes.

Este no era el primer caso de asalto y desaparición en esa zona, pues ya había desaparecido un respetado burgués de Edimburgo y era por eso que le habían dado relevancia a los hechos.

Dos días después los sabuesos del Rey dieron con una cueva. Durante esta época, cerca de Edimburgo vivía Alexander Sawney Bean casado con una mujer de nombre Agnes Douglas alguien de no muy buena reputación y empantanada en la obscuridad de la brujería  y de la que se decía que había cometido sacrificios humanos e incluso conjurado al diablo. Agnes era conocida como Black Agnes Douglas, la “bruja oscura” de Lothian.

En la cueva encontraron esqueletos adornando las paredes, niños de aspecto salvaje jugando con huesos y un montón de adultos dándose un festín de carne humana.

Horrorizados contaron al Rey lo sucedido y de inmediato todos fueron condenados sin juicio. Los hombres serían torturados y desmembrados en público mientras que las mujeres y sus hijos serían quemados en la hoguera.

Ninguno de los Bean mostró arrepentimiento alguno o imploró clemencia.

Con los días la historia fue tomando un colorido variopinto, hasta conformar una leyenda que sigue presente en la letra de canciones que han cruzado el tiempo.

Se contaba que la cueva la habían descubierto durante la marea baja y una vez que subía el nivel del mar la entrada ya no sería visible para nadie. Era un espacio perfecto para mantenerse fuera de vista pues él y su mujer se habían dedicado a robar durante algún tiempo. La cueva era perfecta, profunda, amplia y seca. Pero no contaba con alimentos cerca.  Solo a veces se veía un par de personas en el camino que terminaba en un embarcadero empleado por los escoceses, para viajar a Irlanda.

Hambriento y desesperado, un día asestó un golpe a un viajero que en ese momento cruzaba el camino y se llevó su cadáver a la cueva. Con el tiempo, Agnes y Sawney fueron padres de ocho niños y seis niñas. Las “cacerías” aumentaron pues durante los 28 años en que perpetraron sus atrocidades, la familia fue creciendo. Convertidos en un clan caníbal, atacaban de noche para que no los agarraran.

La Ley de Brujería estuvo vigente en Escocia de 1567 a 1736. Durante esos años se piensa que más de 2500 mujeres fueron torturadas, quemadas y sobre el suelo quedó un dolor inevitable. El miedo se hizo de los caminos y aquellas que curaban con hierbas o dejaron de hacerlo, o se internaron en el bosque donde era difícil que las buscaron por el miedo que este generaba.

En esta ocasión estoy teniendo dificultad de regresar, embestida de Isabella sigo buscando como salir de ahí, tengo los ojos clavados de esta mujer en el cuello que no me deja en paz. Las labores son agobiantes, estoy cansada de todo lo que hay que hacer en esta casa, su exigencia, sus golpes, su aliento hediondo.

Así que veo el bosque oscuro a lo lejos, será que esa es mi salida. A media noche salgo con cuidado. Dejo mis zapatos de madera sobre el colchón, en mi tobillo hay una mancha que no sangra, ni duele cuando la pincho. Hace frío, camino por el sendero hacia arriba no tengo miedo, se abre el bosque oscuro, inhalo profundo y me pierdo en él.

DZ