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¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua!
Phillis Weathley. Foto de Afro Féminas.

Whould you, my lord, while you peruse my song,

Wonder from whence my love of Freedom sprung,

Whence flow these wishes for the common good,

By feeling hearts alone best understood,

I, young in life, by seeming cruel fate

Was snatch’d from Afric’s fancy’d happy seat:

What pangs excruciating must molest,

What sorrows labour in my parent’s breast?

Steel’d was that soul and by no misery mov’d

That from a father seiz’d his babe belov’d:

Such, such my case. And can I then but pray

Others may never feel tyrannic sway?

 

¿Podrías, mi señor, mientras examinas mi canción,

maravillarte de dónde surgió mi amor por la Libertad,

De donde fluyen estos deseos por el bien común,

al sentir los corazones mejor comprendidos,

Yo, joven en mi vida, perecí cruel destino

fui arrebatada del elegante asiento feliz de África:

¿Qué dolores insoportables me deben molestar?

¿Qué dolores se afanan en el pecho de mi padre?

Robada fue esta alma y por ninguna miseria movida

un padre perdió a su hija amada:

Tal es mi caso. ¿Y puedo entonces orar?

¿Para que otros nunca puedan sentir la autoridad tiránica?

Phillis Wheatley

Golpeada, palpada, desnudada por muchas manos, la pequeña con  el alma avergonzada, volteaba los ojos hacia el piso. 

Traída de Senegal, arrancada de los suyos con apenas siete años, esposada y embarcada en en un barco llamado Phillis, fue aventada en el entrepuente del  navío. Sufrió las pésimas condiciones higiénicas y de alimentación como el resto de los esclavos hasta su llegada a las costas de Boston y de ahí llevada a la colonia británica de Massachusetts, el 11 de julio de 1761.   

¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua! - phillis-wheatley
Phillis Wheatley. Foto de El Vuelo de la Lechuza.

Cabe mencionar que los navíos los llenaban con un 40% más de los que estaban estipulados ya que un porcentaje cercano a éste morían en el trayecto. El transito de unos doce millones de seres humanos a lo largo de casi cuatro siglos rumbo a una vida de miseria y servidumbre indigna, dejó ecos de aquellas víctimas del comercio hediondo que todavía se escuchan.

Llegó flaca con los ojos hundidos, secos de tanto llorar. Así que a base de avena la engordaron en las siguientes semanas; la bañaron y limpiaron de liendres y otros bichos más. Un domingo la sacaron con un vestido corto y la pusieron a la venta, las mujeres y los niños se vendían más caros. Enseñaban sus dientes blancos, para demostrar que estaban sanos.   

Jhon Whearley  un  mercader y sastre de Boston que estaba ese día ahí buscando esclavos:

-¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua! – Gritaba el tratante.

Así la compró para que hiciera las labores de su casa. Se pagaron los billetes para cerrar la transacción y se la llevó a su esposa Susana. 

Lo primero fue ponerle nombre, así que la llamaron Phillis. Ese era el barco de esclavos que la había transportado a América. Le dieron el apellido de Wheatley, como era habitual para los esclavos, a quienes se les daba el apellido de sus dueños.

Su nuevo amo era conocido como un progresista en toda Nueva Inglaterra, por eso permitió que sus hijos Mary y Nathaniel, se convirtieran en tutores de Phillips, con ellos aprendió a leer y a escribir. Fue convertida  al cristianismo sin vacilar, como era menester entre los esclavos de aquella zona.  Al ver la capacidad que tenía para aprender, le quitaron el trabajo pesado y así comenzó una educación sin precedentes para una mujer de otra raza. 

A los 12 años ya leía los clásicos griegos y latinos. Se aprendió de memoria pasajes difíciles de la Biblia. A los trece años, escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía que ella fuera la autora. Contaba con 14 años, cuando escribió su primer poema importante, “To the University of Cambridge, in New England”, influenciada por las obras de Horacio, Virgilio, Alexander Pope y John Milton.

A los veinte años, Phillis fue interrogada por un tribunal de dieciocho ilustrados, caballeros con toga y peluca. La obligaron a recitar textos de Virgilio, Milton y algunos mensajes de la Biblia, también tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados. Desde una silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: era mujer, era negra, era esclava y era poeta.

Este hecho, marcó un primer reconocimiento en la historia de los Estados Unidos sobre la igualdad intelectual entre blancos y negros. Una chispa que originó multitud de reivindicaciones que exigían el reconocimiento de los mismos derechos que, como personas, les correspondía a los ciudadanos de raza negra. 

Pese al dictamen del tribunal, se le negó la publicación de sus obras en Norteamérica. Con Nathaniel viajó a Londres en 1773, en búsqueda de un mecenas para la publicación de su trabajo. Así vestida elegantemente se pavoneó por los círculos más sofisticados de la ciudad. El alcalde de Londres la recibió junto con otros miembros importantes de la sociedad Británica. Conversó con Benjamin Franklin y con el conde de Dartmouth. Resultó que Selina Hastings, Condesa de Huntingdon famosa misionera abolicionista, se interesó por la talentosa joven africana. 

Así patrocinó  Poems on Various Subjects, Religious and Moral (Poemas sobre diversos temas, religiosos y morales) y se publicó el 1 de septiembre de 1773 dos años antes de que comenzara la Guerra de Independencia de los Estados Unidos

El mismo George Washington reconoció que admiraba la poesía de Wheatley, llegándose a referir a ella por su “gran genio poético”. Los poemas de la escritora se vieron muy influenciados por autores que ella había estudiado en profundidad, como Alexander Pope y Thomas Gray, siempre combinado con el orgullo por su herencia africana, evidente en sus poemas. Se leían a brochazos los tintes de su religión católica como influencia clave entre las estrofas, esto hizo que se ganara  a los lectores protestantes, tanto en Estados Unidos, como en Inglaterra.

Mientras, esclavizadores y abolicionistas encontraban razones para leer sus poemas: los primeros para convencer a la población esclavizada de que se convirtiera al cristianismo, los segundos como prueba de las capacidades intelectuales de las personas de raza negra.

De regreso de su exitoso viaje le fue otorgada la emancipación por sus dueños. Poco menos de un año después su patrona Susanna murió. 

Fue después de su  independencia que el infortunio la alcanzó, arrebatador pensar que la libertad le arrancaría la posibilidad de vivir como soñaba. 

Phillis conoció a un tendero negro libre, de nombre Jhon, a su lado enfrentó pésimas condiciones de vida que los llevaron a perder a sus dos primeros hijos. Él fue encarcelado por deudas en 1784 y ella quedó desamparada. Empobrecida buscó trabajo como empleada doméstica para mantenerse, pero a la edad de 31 años enfermó y murió. Poco después de ella murió su tercer hijo también. 

Un doloroso final para quien llegó a tener tal fama en Inglaterra, como en las colonias americanas. Su paso por el mundo imprime un sello de profundo drama y queda por arriba de su epitafio un reconocimiento por ser la primera escritora afroamericana en publicar un libro de poemas en los Estados Unidos. 

Por DZ

Claudia Gómez

Twitter: @claudia56044195