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Si sabrá la primavera

que la estamos esperando…
Si se atreverá a cruzar
nuestros pueblos despoblados,
colgando en nuestros balcones
la magia de sus geranios.
Si dejará su sonrisa
esculpida en nuestros campos,
pintando nuestros jardines
de verde, de rojo y blanco.
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Cuando llegue y no nos vea
ni en las calles ni en los barrios,
cuando no escuche en el parque
el paso de los ancianos,
o el bullicio siempre alegre
de los chiquillos jugando.
Si creerá que equivocó
la fecha del calendario,
la cita que desde siempre
la convoca el mes de marzo.
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Cuando estalle jubilosa
llenando de puntos blancos
los almendros, los ciruelos,
los jazmines, los naranjos,
y no vea que a la Virgen
la preparan para el Paso.
Que se ha guardado el incienso,
el trono, la cruz y el palio.
Y que Cristo, igual que todos,
está en su casa encerrado,
y no lo dejan salir
ni el jueves ni el Viernes Santo…
¿Pensará la Primavera
que tal vez se ha equivocado?
¿Escuchará los lamentos
de quien se quedó en el paro,
de quien trabaja a deshoras
por ayudar a su hermano,
de aquél que expone su vida
en silencio y olvidado?
¿Escuchará cada noche
los vítores, los aplausos
que regalamos con gozo
al personal sanitario?
¿Pensará la Primavera
que tal vez se ha equivocado
y colgará sus colores
hasta la vuelta de un año?
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Que se nos prohíbe el beso,
que está prohibido el abrazo;
el corazón, sangre y fuego,
el corazón desangrado.
Si sabrá la Primavera
que ya la estamos soñando…
Asomados al balcón
de la Esperanza, esperamos
como nunca, que ella vuelva
y nos regale el milagro
de ver florecer la vida
que hoy se nos va de las manos…
¡Bienvenida, Primavera!
Hueles a incienso y a ramos,
con tu traje de colores
y los cantos de tus pájaros.
Ven a pintar de azul-cielo
esta tierra que habitamos.
¿No sentís que en este mundo
algo nuevo está brotando?
Si será la Primavera
que está apresurando el paso.

Lucía Carmen de la Trinidad
Carmelita descalza, Antequera

Me parece que la primavera la percibiremos distinta, que este tiempo de gestarnos nos permitirá ahora hacernos cargo, de aquello que olvidamos, de mirarnos con el alma y no con la vorágine de una vida apresurada. Me da la impresión que en medio de tanto dolor se nos presenta una oportunidad que tejernos, de nuevo ahí donde un microscópico virus nos ha obligado a parar.

Comienza una primavera distinta llena de retos pausados, un letargo que recibe los embates de lo que pasa como si no fuera posible, estamos en esa etapa de la negación, culpando a unos, desmintiendo a otros y mientras las cifras nos van llenando de miedo. Podría ser que esta primavera pudiéramos restáuranos más humanos, encontrando nuestra verdadera esencia más allá de este mundo construido a base de cosas que en verdad no servían para nada.

Acaso esta primavera nos permita recibir de nuevo el canto de los pájaros mientras el mundo se ha parado para algunos. Qué podamos contemplar las imágenes donde los delfines aparecen ahí donde antes solo había turismo y un consumo permanente. Acaso lograremos contemplar de nuevo la tierra, esta que es nuestra casa con ojos nuevos. Que ahora si podamos honrar ahí donde podemos los pies, que podamos restaurar los pasos que dañaron.

Se nos presenta un reto amoroso de abrazar el calorcito aquí donde la primavera se manifiesta, pues en otros sitios se aparecerá cuando aquí sea invierno. Hay un brote en mi alma que habla de que quizá ahora podamos ver al otro, a los otros y contemplarnos como un parte y no aparte de la creación mas allá, de ser religioso o no.

Los brotes de las flores se harán presentes como siempre y quizá ahora podamos mirarlas con los ojos llenos de lagrimas de agradecimiento. Tal vez dolernos era parte de lo que nos tocaba para recibir la primavera y volvernos agradecidos. Y sí, están los que mueren los que sufren y aquellos que lo hacen siempre, pero pertenecen al mundo de lo invisible, de aquello que no queremos ver. Los que siguen muriendo de hambre, víctimas de la violencia porque esas cifras siempre están ahí y son mas grandes que las que ahora vemos con temor.

Respiremos pues la primavera, aunque nos parezca que se ha desconcertado al mirar las calles vacías, su madre la naturaleza nos muestra que no importa que la veamos o no, ella simplemente es.

DZ