Elecciones 2024
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Ni una mujer

“Ni una mujer en las calles, ni una mujer en los trabajos, ni una niña en las escuelas, ni una joven en las universidades, ni una mujer comprando”

¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.

Mario Benedetti

Una fotografía puede ser una impronta impregnada de un significado variopinto, donde la grandeza esta en el ojo de quién la mira, de quien la interpreta y la guarda en el fondo de los archivos del inconsciente. Es un pedazo de papel que deja sin palabras a aquel que puede sentir en la piel su grandioso mensaje.

Se toma en el momento perfecto dejando una huella, una estampa que nos deja esta sensación llena de polaridad donde el asombro y la admiración se convierten en un segundo también en un profundo dolor, con la misma rapidez.

Esta fotografía fue tomada en Irlanda en 1972, una chica disparando un arma. ¿A quién le dispara y por qué? En una batalla contra el ejército británico su novio fue herido, él sobrevivió luego de ser transportado a un lugar seguro, cubierto por su novia, quien enfrentó a los soldados británicos hasta ser asesinada.

Cuando el comandante del batallón inglés descubrió que habían luchado contra una mujer, ordenó a sus soldados que no tocarán su cadáver y permitió que los irlandeses la enterraran. Se cuenta que lo escucharon exclamar; -“la reina no se preocupa por nosotros como esta mujer se preocupó por su hombre y su tierra”.

La foto fue elegida para el día de la mujer en Irlanda, junto a la frase: “no tengas miedo de estar vinculado a una mujer fuerte. El día puede llegar y ella será tu único ejército”.

En el marco de este día lunes 8 de marzo, donde las mujeres estamos colocando una voz que lleva muchas expresiones, se abre la posibilidad de comenzar a mirar distinto. Tantas formas de exteriorizar un mismo llamado se suman en un espacio único para la reflexión. Desapareciendo por un día, están las que están llenas de odio y de rabia reprimida porque no han sanado las heridas, las que reclaman justicia, las que quieren equidad, las que marchan y gritan denunciando para que los gobiernos entiendan el derecho constitucional que existe para manifestar el descontento hacia un país que trata a la mitad de población a punta pies, que controla su narrativa y que parece que no le interesa lo que esta pasando. Están las que simplemente se hacen invisibles apoyando a otras porque saben que su presencia las contiene, arrulla y descansa.

Me gustaría rendir además honor a todas aquellas que hoy no están, pero que nos abrieron el camino con sus errores, entereza y su lucha. Aquellas que silenciosas resistieron porque no les quedaba de otra y en medio del silencio de las calles porque no estamos, también hay que recordar a aquellos hombres que han sido grandiosos, los tiernos, los amorosos y también los que sufren, los que se duelen y en ello va la desintegración de las comunidades en todo el planeta. Pues, aunque la violencia se presenta en formas distintas, es violencia. No es la cuenta, pues mueren más hombres en actos violentos, es saber que esto nos compete a todos y que la división y enfrentamiento que provoca, nos llevan a la desintegración.

Hoy el llamado está ahí para restaurarnos como especie, las mujeres tenemos la fuerza de remendar, de tejer para sanar. Sabemos de historias, mezclando ingredientes, haciendo la gran alquimia que combina saberes, parece que no nos agrietamos, ni nos rompemos, aunque así nos pase nos levantamos aun cuando ya no podemos más; por los otros, para ellos.

El hilo que hoy se necesita es aquel que encuentra a lo femenino como expresión amorosa, quizá mas que a un feminismo que ayudo a tantas mujeres a ser escuchadas. Este que a veces parece se radicaliza dejando el espacio energéticamente lleno de odio, venganza y comparaciones que nos han traído hasta aquí, divididos y enfrentados. No somos iguales, somos distintos y en ello va la complementariedad para nutrirnos. Como mujeres nuestra riqueza es compartimos, sostener y hacer desde esta fuerza, posibles los cambios que necesitamos. Un llamado a la sororidad, que debería ser clave para crear redes de mujeres que caminen juntas hacia una nueva posibilidad de reconstrucción. Exigiendo desde luego, luchando juntas para cambiar las leyes, respondiendo educativamente para que, desde el hogar, la violencia sea omitida hacia cualquier genero.

Para ello necesitamos también esta fuerza masculina que permita integrarnos desde nuestras diferencias, generando un complemento mas nutricio para este pequeño planeta azul, esa es la fuerza de lo femenino, la puesta a restaurar y reconstruir.

Hoy dejaremos fotografías para los que siguen, donde puedan fundirse en aprendizaje, donde seamos reconocidas iguales en dignidad. El papel improntado hablara a nuestros hijos, a nuestros nietos y las que siguen después de ellos, mostraremos que, desapareciendo pacíficamente por un día, logramos juntas hacer los cambios que urgen.

DZ

El actor Joseph Gordon-Levitt decía que ser feminista es más que lo que acuña la palabra “Significa que tu género no define quién eres; que puedes ser lo que quieras ser, quien quieras ser, sin importar tu género”.