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Liminal

Los días pasan y pareciera que estoy viviendo en un tiempo no tiempo, un impasse que toca un vocablo que envuelve una palabra llamada “liminal”.

Debo confesar que nunca la había oído y en una plática el día de ayer, broto de una de mis grandes amigas y maestras. La palabra ha revoloteado en mi mente porque en sus letras alberga esta experiencia que a ratos parece ambigua, un punto muerto, que me hace sentir fuera de lugar.

Parece que este estado de liminalidad rompe las barreras entre lo que siento con el cuerpo y lo que experimento en la mente, me vivo en un espacio de transición de una etapa a otra. Siempre creí que este lugar se tocaba solo cada noche mientras entro en el sueño profundo, así mi cuerpo sutil se separa parcialmente de mi cuerpo físico y entro en segundos en un “agujero negro” y de esta manera accedo día a día al no tiempo. Pero hoy no estoy dormida veo con claridad que quizá he accedido al plano de mis sueños en una experiencia llevada de la mano por una pandemia a nivel global.

Me apasionan los ritos y su profundo significado y muchas veces he percibido que parecen estar anclados en otra dimensión, una que se encuentra en lo transitorio, una especie de limbo entre el plano terrenal y aquel que nos contiene. Es justo ese espacio que nos cuesta definir y que la historia de la humanidad ha querido explicar en cada continente.

Me cuesta trabajo en esta nueva rutina no perderme en el los espacios de las horas, cuando veo ya es de noche nuevamente. Ahora pareciera que el pulso de los domingos es igual a los de martes y el viernes que tenia matices de adrenalina se han vuelto pautados.

Liminal - uno

Lo liminal apela a un momento antes del límite que existe entre las cosas, en el que se experimenta una sensación de estar fuera de lugar, desorbitado, se dibuja algo alterno, distinto y como si uno tuviera medio cuerpo en dos espacios paralelos.

Llevo semanas entrando en estados simultáneo de estar y no estar. En este tipo de situaciones, me da la impresión que algo me falta. Esta pandemia nos coloca en un espacio intermedio. Lo que paso quedo allá y entonces, estamos aquí y ahora pero no podemos tejer lo que sigue porque no vemos con claridad que es lo que viene hacia adelante. Es algo que se escapa completamente de la realidad, pero que se vive y se siente con la fuerza de la realidad misma y al menos yo me siento confundida.

Me siento como en un umbral, entre una cosa que se ha ido y otra que está por venir, pero no se que es. Este estado no es único de este tiempo, nos pasa en la vida durante la enfermedad, en los largos años de la adolescencia, cuando entramos en estados de locura transitoria, pero hoy toma una relevancia marcada. No sabemos qué y cómo sigue el tiempo después de esto.

Así que mientras escribo me siento en una zona de transición, confines que separan espacios simbolizados de manera diferente. Me detengo justo en el momento en el que se abre una puerta y me quedo congelada antes de entrar.

Me sucede que en el no tiempo todo pasa simultáneamente, para mi de pronto no existe el pasado, ni el presente o el futuro. Pero sin darme cuenta, cuando estoy en este estado, veo que en realidad vivimos siempre en presente y que el pasado y el futuro son juegos de mi mente.

Tal vez, solo tal vez después de esta larga cuarentena pueda reencontrar el ritmo de mi reloj interno, escuchar su tic tac marcándome el paso de los minutos nuevamente. Debo confesar que en este limbo planetario hoy me cuesta mirarme. Había encontrado antes de esto una forma de estar anclada en mis horas, planeando mis después. Hoy me toca aprender a lidiar con el tiempo liminal sabiendo que entre esto y lo que sigue hay algo que se puede gestar; la quinta de las creaciones como lo vaticinio el popolvhu, en la que prevalecerán la armonía, la paz interior y la comunicación. Quiero aferrarme a la idea que después de este no tiempo el hombre saldrá listo para entrar en un nivel más elevado de conciencia.

DZ

*El término “liminal”, fue acuñado por Arnold van Gennep a principios del siglo XX, con su libro de investigación etnográfica Los ritos de paso (1909).