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#LaPeorMamá Ya sé por qué está tan atento en clase
Foto de Archivo

No puedo quejarme. No puedo quejarme de nada porque la verdad es que estas clases en línea ya las tenemos dominadas.

Mis hijos, con todo y que están en escuela nueva, con niños y maestras que no conocen, después de tres semanas ya están más que adaptados.

Todas las mañanas se levantan, con flojera y todo, pero se levantan, se visten, tienden camas, se ponen su uniforme, se peinan, se toman su leche porque no les da hambre tan temprano y a las 8:00 h están conectándose a sus clases.

Ellos saben cómo conectarse y qué libros sacar. Están atentos a las clases y hacen sus trabajos prácticamente solos.

De vez en cuando piden ayuda pero la verdad es que son muy autosuficientes, lo cual a mí me da la libertad de hacer lo que me toque: cocinar, lavar, hacer ejercicio, dar cursos, trabajar, o lo que sea necesario. Hasta ir al mercado. No, no los dejo solos, el señor de la casa les hecha ojo mientras trabaja.

Y eso, eso es lo que yo estaba esperando con ansia loca. Llegar a nuestra “normalidad”. Que la vida fluyera con la escuela a distancia como ya fluía antes de las vacaciones de verano y el cambio de casa.

#miniplausi tiene sus momentos. De repente quiere que esté con ella en las clases. Y cuando así lo hago, la realidad es que no hace ni la mitad de lo que hace sola. Así que prefiero desaparecer de su vista.

#minispeedy va solo por la vida. Y al parecer todo va fluyendo. Nadie me ha dicho lo contrario, y yo, confío.

Pero tengo que contarles lo que descubrí.

Desde que inició la escuela #minispeedy decía que se aburría. Y empecé a observar qué pasaba.

Me di cuenta de que, por una parte, había temas que ya sabía y le aburría volverlos a escuchar. Y, por otra parte, el esperar a que sus compañeros terminaran o que la maestra revise los trabajos de todos también lo aburría. Pero pues, es parte de las clases, nada que hacer.

Así te toco mi hijito.

Todos los días lo escuchaba quejarse:
– Ash.
– Qué aburrido.
– Otra vez.
– Esto no me gusta.
– Esto ya me lo sé.

En fin, cualquier cantidad de quejas, hasta que un buen día no escuché más quejas. Ya se adaptó dije yo. Y sí, de alguna forma así fue. Tan creativo e ingenioso como es.

Cuando me asomé para verlo, me di cuenta de que tenía el libro que ahora está leyendo con él. Y mientras la maestra revisa, o mientras espera a que sus compañeros terminen se pone a leer.

Por supuesto mi primer reacción fue:
– Pon atención, estás en clase. No es momento de leer.

Pero por otro lado, pensé que es una excelente forma de matar el aburrimiento. Mucho mejor que tenerlo quejándose o dando vueltas por la casa.

Así que le permití tener el libro con él y leer mientras tiene tiempos muertos.

Al día de hoy está a punto de terminar, en más o menos dos semanas, un libro de 550 páginas. Que es más de lo que yo leo en dos semanas, por supuesto.

Por momentos pienso que no debería estar con el libro junto pero sinceramente lo entiendo y me hago de la vista gorda cuando hay clase de música y los ponen a cantar y él lee. Odia cantar enfrente de la gente.

Digamos que estoy cultivando su gusto por la lectura y estoy encontrando la forma de que esté en las clases sin quejarse.

Ojo, no le ha faltado ni una tarea, ni un trabajo. No se cómo le hace pero está en todo. Creo que sacó lo multitasking de mí.

Así que, si a sus hijos les gusta leer y por ahí tienen tiempos muertos durante sus clases en línea, capaz que también les funciona tener un buen libro a la mano.

Por si se lo preguntan, está leyendo “La tierra de las historias: el regreso de la hechicera” de Chris Colfer.

Gracias por leer

#LaPeorMamá