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#LaPeorMamá Sorpresas te da la vida
Foto de Archivo

Yo no sé si en todas las escuelas sea así, pero en la escuela de mis hijos dos veces al año uno se sienta a platicar con las maestras, cosa de 15 o 20 minutos, sobre el desenvolvimiento de sus hijos en la escuela. Y la semana pasada llegó el día.

Por alguna razón yo me pongo nerviosa cuando voy a que me hablen de mis hijos. No sé por qué. Son sus evaluaciones, no las mías. 

Total que llegamos con la maestra de #minispeedy. Desde que llegamos puras flores, tanto para él como para nosotros.

  • Señora su hijo es un niño muy aplicado, atento, cooperador, ayuda a sus compañeros. Lleva 3º y 2º lugar en el cuadro de honor del salón en septiembre y octubre. Lo uso de comodín en los equipos porque le da balance a sus compañeros y los incita a trabajar.

¿Qué les puedo yo decir? ¡Sí! Mi cola de pavo real se abrió con todos sus colores hermosísimos expuestos. Se siente tan bonito que te digan cosas buenas de tu hijo. La verdad no esperaba otra cosa, desde chiquitín ha sido así. Es, de verdad, un niño muy bueno. Espero de verdad que así siga por el resto de la vida. Odiaría que a medio camino se me tuerza.

Pero hubo un comentario que casi me hace llorar:

  • Pásenme el secreto, porque cuando sea mamá quiero ser como ustedes. Dijo la maestra.

O sea ¿neta? ¿Como yo? ¡Wow! Sí lo estoy haciendo bien. Estamos kimosabi, ¡estamos! (Escuché la voz de mi viejo mientras lo escribía).

Cuando llegó el momento de la evaluación de #miniplausi, ahí sí temblé. “Uno sabe lo que tiene”, dice una amiga. Y pues ustedes saben que mi fierecita tiene sus áreas de oportunidad.

  • Señora, todo súper bien con ella. Es muy obediente, muy cooperadora, le encanta ayudarme y ayudar a sus compañeros. Es la primera que trae un libro para que se lo lea. Es la más emocionada de que le dejen tarea. Va super bien académicamente, aquí vemos lo que debería saber (me enseñó en una hoja) y ella cumple con todo: números, letras, escribe su nombre sin guía, escribe los nombres de algunos compañeros si se le pone una guía, colores y figuras, solamente le falta aprenderse el “square”. En deportes participa perfecto, hace todos los ejercicios feliz. En música súper participa, se sabe todas las canciones y baila todas. En religión la maestra la adora porque se sabe las oraciones y se persigna sola. Es una muy buena alumna.

Léanme bien cuando les digo que pensé: “Esta mujer está hablando de otra niña. Se me hace que no sabe cual es mi hija. Igual y se confundió de papás”.

  • Oiga y ¿cómo se lleva con sus compañeros? Le pregunté.
  • Muy bien señora, súper amiguera, es la que más comparte. Con todos convive y le encanta ayudarles. Es una de las que menos lata me da.

“Definitivamente esta mujer no sabe de quien habla”, me dije yo. (Pobrecita, que loquilla. Y ¿cómo no? Tiene 16 chamacos).

Pero ¡no! ¡Claro que sabía quien era mi hija! ¡La que no sabe quien es su hija soy yo! Me di cuenta, me cayó de zopetón el veinte de que mi hija es una fregona. De que la verdad sí es una tipaza y de que yo, en mi cerrazón con aquello de los berrinches y toparme con mi copia en el día a día tengo un gran punto ciego, estoy perdiendo de vista todo lo chingona que es mi hija.

Que tiene un carácter fuerte, eso no tiene ninguna discusión. Que me cuesta trabajo no enfrentarme a ella, pffff no tienen una idea. Pero tiene todas las virtudes del mundo y es una buena en la escuela, ¡una buena! Aprende con toda facilidad, tiene una gran memoria y es super aplicada.

Gracias, gracias, gracias por estas pláticas en donde alguien externo te enumera todo lo bello de tus hijos. No dudo, y así me lo dijeron, que haya papás con los que tienen que tratar temas no tan bellos pero no me queda más que agradecer por los dos seres tan extraordinarios que me escogieron para ser su mamá. Y sobre todo el darme cuenta que de verdad la peor mamá está resultando no ser tan peor.

Como sea y hasta que me muera me lo seguiré cuestionando porque la verdad tampoco me la creo tanto, no vaya a ser que me pierda en la presunción.

Gracias por leer.