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#LaPeorMamá Se nos acabó la escuela
Foto de Archivo

Yo nada más no entiendo que pretende la Secretaría de Educación. Y no, no vengo a hablar de política, ni de unos, ni de otros, no es un foro de opinión de ese estilo, pero si vengo a dar el punto de vista de lo que las decisiones que han tomado de forma tan precipitada han hecho en mi familia, sobre todo en mis chamacos.

Entiendo, y siempre he defendido el punto de que nadie, absolutamente nadie estaba preparado para la situación que hoy vivimos a nivel mundial con respecto al COVID-19 y que cada quien ha reaccionado como mejor ha podido y hecho lo que ha considerado mejor pero, y este es un gran ‘pero’, ¿en qué momento se les ocurrió, si ya habíamos agarrado el patín de las clases en línea, terminarlas de un día a otro?

Cuando empezó el encierro las escuelas hicieron lo que estuvo en sus manos para no perder las dos semanas que supuestamente íbamos a estar guardados. Llegó Semana Santa y todo mundo respiró porque supuestamente regresaríamos a las aulas.

Por supuesto que las escuelas no pudieron descansar, pues estaban planeando todos los escenarios, si regresábamos, si no regresábamos o como regresaríamos.

Al final, se decidió que seguiríamos en casa y las escuelas continuaron ajustándose a ello. Sí, se que no todas las escuelas lo hicieron como nosotros pensamos que hubiera sido lo mejor pero lo intentaron.

En nuestro caso, fueron clases en línea de 8 a 12 (en promedio) para los grados de primaria alta y secundaria era más tiempo y se continuó viendo el temario que ya tenían establecido.

En cuestión de días las maestras y los alumnos aprendieron a dominar las plataformas que se seleccionaron para tal fin y hasta las mamás, papás y abuelos aprendimos a moverle al asunto.

Ya que llevábamos dos semanas, quizá menos, la cosa se había acomodado bastante bien. Algunos días no eran tan buenos porque no querían tomar clases pero pues también hay días en que los niños no quieren ir a la escuela ¿no? Completamente normal.

Así iba transcurriendo el asunto y claramente se dijo que las clases, por el tiempo perdido se extenderían al 17 de julio.

Uf, mucho tiempo más. Recuerdo que pensé, son dos meses más pero sí podemos.

En la escuela de mis hijos no hicieron ningún anuncio oficial sobre el asunto pues estaban revisando exactamente que se iba a hacer. Planeación y todo.

El lunes 1 de junio recibimos una circular que decía que las clases terminarían el 19 de junio y que los trabajos realizados durante este periodo servirían para evaluar el mes de junio.

Además que el siguiente ciclo arrancaría, como lo estaba marcando la autoridad el día 10 de agosto.

¡Achis!, pensé, nos cortaron un mes. Pero está bien, ya todos estamos cansados. Además así van a tener vacaciones porque si no sería menos de un mes de vacaciones.

Al otro día recibo por medio del chat de mamás un video donde la Secretaria de Educación de Nuevo León decía, en una entrevista, que las clases terminarían el viernes 5 de junio.

Sinceramente no hice mucho caso, asumí que sería una indicación para las escuelas públicas. Pensé que seguramente la escuela de mis hijos ya había acordado algo con las autoridades.

Así continuó la semana.

El jueves 4, me di cuenta de que las maestras estuvieron en junta porque había suplentes en las clases virtuales pero no le di importancia.

Y ese jueves, a las 5 de la tarde, recibimos el comunicado de que al otro día se terminarían las clases y que se usarían parte de los trabajos de mayo y los de esa semana para evaluar junio.

Y así, de la nada. El viernes fue el último día de clases del ciclo escolar 2019-2020 de mis hijos.

Para ser sincera, mi mundo se vino abajo. Para mi las clases en línea eran la rutina que mis hijos y yo necesitamos. Eran una forma de estar ocupados, entretenidos y aprendiendo. Por supuesto que no era igual a que se fueran a la escuela y tenía que estar cerca por si se ofrecía cualquier cosa pero me daba tranquilidad y algo de tiempo.

Y me lo quitaron de un día para otro sin tener un plan. Sí, ya se, tengo problemas de control, pero así funciono.

¿Mis hijos? Mis hijos gritaron de emoción porque se terminaban las clases e iban a estar de vacaciones hasta que se dieron cuenta que la cosa iba en serio.

Preguntaron cuántos días serían de vacaciones, si iban a ver otra vez a sus maestras, cuando verían de nuevo a sus compañeros, que iban a hacer sin clases. Y las respuestas han ido llegando con los días, cuando se dan cuenta que ya no hay más clases en su agenda y que de verdad ya no regresarán a la escuela hasta pasar al salón de los grandes dice #miniplausi, o sea, cambiar de grado escolar.

Ese viernes hubo gran drama cuando la maestra se despidió de los chiquitos de kinder. Y #minispeedy estuvo mucho más pensativo de lo normal. Siento que no entendía muy bien lo que pasaba, o lo entendía pero no lo creía.

  • Mami, ¿en serio ya se acabaron las clases? ¿De verdad ya la siguiente semana no regresamos? ¿Es broma?

Y sí, efectivamente parecía una broma. Pero no lo fue.

Quiero dejar muy claro que estoy muy agradecida con la escuela de mis hijos pues han reaccionado de la mejor manera ante los sucesos de estos últimos tiempos y me queda claro que no estuvo en sus manos terminar de esa forma el ciclo escolar.

Estoy de acuerdo en que estamos en momentos en donde lo más importante es el bienestar de todos, la calma y la tranquilidad y que el no tener escuela ayuda a eliminar un punto de estrés.

Pero, ¿de verdad pensaron que terminar de un día para otro la escuela no genera estrés en los niños? ¿En serio creen que para ellos es tan fácil como mañana ya no regreso? ¿Creen que la falta de cierre no les afectará en su estado anímico?

¿En qué estaban pensando cuando tomaron una decisión así? ¿Tanto costaba darles unos días más para poder asimilar lo que estaba sucediendo?

No sé, si quien tomó la decisión tenga o no hijos o si hayan estado tomando clases en línea, pero si puedo decirles que en los niños fueron en los últimos en los que se pensó.

Claro, ellos a todo se acoplan ¿no?

Pues sí, ellos son los más sobresalientes en toda esta situación. Los que sin quejarse se quedan en casa siguiendo los lineamientos que se marcan. Los que piensan siempre en lavarse las manos para no contaminar a los demás. Los que están recordándoles a los adultos que estamos en cuarentena y que salir es peligroso. Los que cambiaron su forma de aprender en más de una ocasión a lo largo de las semanas.

Nuestros niños son el ejemplo de resilencia, paciencia y perseverancia que todos debemos seguir.

Yo hoy aplaudo a mis hijos y a todos los niños que nos han enseñado tanto a lo largo de estos 89 días (y contando) que llevamos de esta nueva realidad.

¿Qué nos queda? Pues seguir aceptando los cambios y poniendo la mejor cara ante lo que viene.

Gracias por leer

Por Claudia García Reyes

#LaPeorMamá 

Twitter: @la_peor_mama