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#LaPeorMamá Que viva el club de niños
Foto de Archivo

A ver, seamos sinceros: ¿cuántas cosas dijeron alguna vez que jamás harían cuando tuvieran hijos y las han hecho?

Creo que yo ya hasta perdí la cuenta.

Nunca van a dormir en mi cama, nunca voy a dejar que hagan berrinche en público, no voy a dejar de trabajar para quedarme con ellos, no voy a hacerles de comer cosas especiales porque no quieren comer lo mismo que yo, etc, etc.

La última que me calló la boca fue: Nunca voy a dejar a mis hijos en el club de niños durante las vacaciones.

Pensaba que el que los papás dejaran a los niños con unas chavitas, mientras ellos disfrutaban del sol, la playa, la alberca y las bebidas espirituosas era lo más egoísta del mundo.

¿Para que traes entonces a tus hijos de vacaciones? – Decía yo.

Hace una semana nos fuimos de vacaciones a la playa, lo cual nos cayó a todos delicioso, la verdad. Después del encierro y todo lo que hemos vivido este año, fue como un “reset” para la familia.

Pero las vacaciones y lo bien que nos cayeron no son el fin de esta publicación. Lo que vengo a contarles es que caí, caí en dejar a mis hijos en el club de niños del hotel. Caí redonda y se volvió una de las mejores cosas de la vacación. Y contrario a lo que yo pensaba, ellos lo disfrutaron muchísimo.

Todo empezó un día que los invitaron a romper una piñata, el señor de la casa y yo los acompañamos y empezaron a convivir con otros niños y las señoritas del club. Ese día los invitaron en la tarde a una disco para niños pero no les llamó demasiado la atención. Pero lo que si les interesó fue que al otro día por la mañana habría un concurso de castillos de arena y quisieron ir.

De ahí en adelante se fueron como gorda en tobogán con todo lo que había. Tanto en alberca, como en playa como dentro del club.

Pintar playeras, hacer dibujos, porta retratos, futbol playero, búsqueda de tesoro, fiesta de súper héroes, concurso de baile con wii, sacar juguetes de la alberca. Todo, quisieron hacer todo.

Pasaban ahí de 10 de la mañana a 1 de la tarde cuando iba yo por ellos para que comieran algo y sobre todo porque las maestras del club salían a comer porque diario me decían que aún no tenían hambre.

Regresaban entre 2 y 3 de la tarde e íbamos por ellos a las 8 de la noche. ¡Sí, leyeron bien, hasta las 8 de la noche! Y salían super felices, llenos de trabajos para enseñarnos y regalarnos.

No hubo un día que dijeran que no querían ir. Alguno que otra actividad de manualidades #minsipeedy prefirió saltársela y quedarse en la alberca pero estuvieron ahí gran parte del tiempo.

Y no crean que había tantos niños eh. La verdad es que había momentos en que solamente estaban ellos dos con las chavitas pero caí en cuenta de que definitivamente la escuela presencial les hace muchísima falta. Estas actividades en el club para niños del hotel, han sido lo más parecido a las clases en la escuela que han tenido en ocho meses.

Claro que nosotros como papás gozamos que los chamacos no estuvieran todo el tiempo. Aprovechamos para leer, asolearnos, platicar, echar la copa y la botana. Y nos ahorramos las tremendas asoleadas de estar en la playa o en la alberca todo el tiempo porque ya se sabe que a los chamacos les encanta que esté uno con ellos jugando.

Bueno, para ser sincera, se lo ahorró mi marido. Yo siempre me hago pato para esas cosas.

Así que un consejo les doy. Si van de vacaciones y hay club para niños, intenten llevar a las crías, dejen que pasen ahí un rato y disfruten de sus vacaciones.

Gracias por leer

#LaPeorMamá