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#LaPeorMamá Mi verdadera vocación
Foto de Archivo

Hoy vengo a hablar de mí. Bueno, siempre hablo de mí pero hoy será algo todavía más personal. No voy a hablar tanto de la mamá sino de la persona en general, lo que queda aparte de la mamá. ¿Les ha pasado que después de ser mamás ya solo las define eso? Bueno, pues un poco estoy así, pero estoy en proceso de reencuentro.

Soy Claudia y tengo 37 años. Soy chilanga. Estudié desde el kínder hasta la prepa en la misma escuela, en la cual fui muy feliz. Esa escuela me dejó a mi mejor amiga y mi mejor amigo y mucha gente que llevo en el corazón y que me ha dado grandes sorpresas a ultimas fechas.

Tuve una infancia feliz, rodeada de primos, tíos, abuelos, bisabuelos y mucha gente muy chida. Algunos ya no están pero siguen en mi corazón.

Estudié Química de Alimentos en la Universidad La Salle, amé mi carrera, la disfruté enormemente, el laboratorio es mi pasión. Y por supuesto, la época de la universidad también trajo muchas personas sumamente valiosas para mí. Ah sí, y al señor de la casa. A él lo conocí en la escuela, así que ya llevamos un ratito de conocernos.

Mi primer trabajo fue en una farmacéutica, en el laboratorio de microbiología. Uff cómo disfruté ese trabajo. Mi chamba era asegurar que el área donde se fabricaban las insulinas estuviera libre de bichos, después mi chamba fue asegurarme que las insulinas y otros medicamentos inyectables estuvieran libres de bichos. Ah, esa época, que divertida fue también. Muchos amigos más, muchos aprendizajes.

Me casé cuando tenía 26 años recién cumplidos, el señor y yo llevábamos 5 años juntos y decidimos que era hora. Todo se acomodó; la verdad, hay veces que no sé cómo sobrevivimos a los primeros meses. No sé cómo le hicimos pero pagamos la boda nosotros y nos alcanzó. En ese entonces las bodas no eran tan caras, hoy me voy de nalgas cada vez que veo cuanto cuesta la renta de un salón de eventos.

Ya casada, dejé la farmacéutica en busca de hacer algo más relacionado con mi carrera y estuve en una reconocida empresa de botanas, en el área de desarrollo de ítems promocionales que iban dentro del producto. Disfrutaba enormemente mi trabajo, trabajar con juguetes fue muy divertido. Estuve muy feliz ahí por un par de años hasta que un día el hombre de la casa llegó con la noticia de que lo mandaban de trabajo a Querétaro y pues decidimos que nos iríamos. Sí, con 3 años de casados seguí a mi marido y volví mi matrimonio una prioridad.

Vivimos un año en Querétaro y mientras tanto medio tiré la flojera y medio trabajé con unas personas que conocí en mi trabajo anterior. Las relaciones siempre son importantes. Fue un año complicado pues estar sin trabajo y sin conocer a nadie no es fácil pero me divertí muchísimo porque casi todo fue fiesta para mí. Mi año de beca total. Al pasar de un año nos regresan a la gran ciudad y gracias a esas relaciones laborales regresé a la reconocida empresa de botanas pero ahora al departamento de compras. ¡Ah cómo disfruté ese trabajo! ¿Quieren conocer gente? Trabajen en compras.

Durante ese tiempo fui mamá por primera vez, fui working mom durante año y medio y tuve a la mejor jefa del mundo mundial que hoy es mi súper comaye, gracias a ella pude disfrutar de mi trabajo y mi hijo. Luego llegó un jefe un tanto cuanto diferente y ya no estaba tan padre, así que cuando mi marido dijo “nos vamos otra vez a Querétaro”, corrí a renunciarle y con una enorme sonrisa en la boca y en el corazón. Me convertí en mamá full time.

Según yo me iba a quedar con mi niño en casa y disfrutarlo muchísimo, y fue cuando me di cuenta que para disfrutarlo necesitaba mi espacio, así que se fue de nuevo a la guardería unas horas. Ya que andaba yo bien ociosa se me ocurrió que sería súper buen momento para embarazarme y más tardé en pensarlo que en que pegara, así que antes de cumplir un año de vivir en Querétaro me embaracé.

Me dediqué a mi casa, mis hijos y mi marido. Me dediqué a ser ama de casa. Aguanté con #miniplausi en casa 11 meses y cuando estaba a punto de la locura mi marido, que es un ángel, me dijo “ya métela a la guardería, no sé qué esperas” y ahí recuperé mi libertad por las mañanas.

La escuela de #minispeedy me abrió las puertas a una nueva dinámica y sobre todo a conocer nuevas personas, amigas queridísimas con las que compartía mi maternidad y un millón de cosas más.

De pronto empezó a nacer en mí la necesidad de hacer cosas y empecé a incursionar en el mundo de las ventas por catálogo e internet. Soy un desastre, cero sirvo para eso. Les digo que lo mío son las compras.

También comencé a tomar cursos de maternidad y posteriormente de catecismo Montessori o Buen Pastor, en donde encontré una vocación que no sabía que tenía, la de enseñar y aprender de los niños.

Cuando todo ya marchaba sobre ruedas y dominaba la rutina y #miniplausi estaba a punto de entrar a la misma escuela que #minispeedy, cuando ya tenía una pequeña chamba de catequesis en la escuela de los niños, el señor de la casa me sale con que nos íbamos a vivir a Monterrey. No sé cómo explicarles lo mortificada que estaba. Ese cambio no me lo esperaba y no lo quería.

Por mi mente en ningún momento pasó la idea de no irme con mi marido, pero el cambio en esta ocasión no me cayó nada bien. De cualquier forma en menos de 2 meses estábamos viviendo ya en tierras regias.

Tuve mucha suerte en muchos sentidos. Uno de ellos fue que en el grupo de #miniplausi no había vocal, así que me propuse y un poco a su pesar la directora me dio el sí. Gracias a eso y a que la verdad soy a toda madre, encontré unas amigas extraordinarias que me han hecho sentir en mi tierra. Ahora ya soy también un poquito regia.

Encontré también espacio para seguir impartiendo la catequesis que tanto me gusta y a lo largo del tiempo que llevo impartiéndola me he dado cuenta que estar con niños me gusta más de lo que creía.

En este año y medio que llevo por acá, el blog de La Peor Mamá ha crecido como no imaginé y hoy me da mucha chamba que amo con pasión. Escribir y compartir es mi pasión y cada vez me da más satisfacciones.

El blog y mi trabajo en la catequesis me llevaron a darme cuenta de que tengo una vocación con los niños pero sobre todo por y para los niños. Lo que más me gusta es verlos realizados, felices; y eso solo le logra a través de los papás y mamás, y es por eso que tomé la decisión de prepararme más para poder ayudar a las malas madres como yo a ser mejores y a estar ahí para sus hijos. Este fin de semana voy a tomar un curso para ser guía de una metodología sistemática para mejorar la relación y comportamiento de nuestros hijos.

Me apasiona, encontré mi pasión en los niños y pienso seguirla. Lo bueno es que tanto mis hijos como mi familia, y sobre todo el hombre del hogar, apoyan mis locuras. El hombre del hogar será por 4 días papá lechón y se quedará solo con los chamacos apoyando mi nueva idea e incursión en esta nueva vocación.

Los años, las experiencias, la gente han hecho que esta química hoy quiera ser un poco maestra, un poco guía, escritora y quien sabe cuánto más se acumule. La vida me ha puesto donde estoy y con los limones que me da estoy haciendo una deliciosa limonada. Ya veremos cómo sale.

Gracias por leer.

www.lapeormama.com