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#LaPeorMamá Harta de los pleitos entre hermanos
Foto de Archivo
  • Cuando yo no esté, solo vas a tener a tu hermano.

¿Alguna vez les dijeron esto?

  • Son hermanos. Dejen de pelearse.

Lo escuché en mi casa de chica y lo escucho de boca de varias mamás y papás constantemente.

¿En casa se presentan estas situaciones?

  • ¡Mamaaaaaaaá! ¡Mi hermano me pegó!
  • ¡Mamaaaaaaaá! ¡Mi hermano me dijo tal cosa!
  • ¡Mamaaaaaaaá! ¡Mi hermano me está molestando!

No es nada divertido ¿verdad?

Uno de los objetivos más comunes cuando alguien toma mis cursos de paternidad, es que los hermanos dejen de pelear. Y lo entiendo. Es horrible que nuestros hijos peleen.

Durante la cuarentena, lo que más he disfrutado, es ver cómo ha crecido la relación entre mis hijos. Definitivamente el lazo y la conexión se han fortalecido enormemente. Hay desacuerdos, por supuesto, son humanos y son completamente diferentes pero gracias a algunas herramientas que he aprendido estos pleitos son prácticamente inexistentes.

Así que decidí platicarles cómo lograr que los pleitos entre hermanos desaparezcan, y que entre ellos logren arreglar sus desacuerdos.

Para quien no sepa, mis hijos tienen 7 y 5 años. Y esto que les voy a compartir aplica para hermanos chicos y hasta para hermanos ya adultos.

Normalmente, cuando nuestros hijos pelean, lo que buscan es llamar la atención del adulto; casi siempre de mamá o papá. Es una forma muy efectiva de obtener atención. Ellos han aprendido que si le pegan al hermano, mamá vendrá corriendo a decirles algo como: No le pegues a tu hermano, le duele. Quizá no es la atención que buscan pero la obtienen y es por esto que lo repiten constantemente.

Así que, la siguiente vez que tu hijo grite:

  • ¡Mamá, mi hermano me pegó!

Acércate con el “agredido” y pregúntale si está bien. Enfócate en sanar su golpe. Y al “agresor” no lo peles, no le digas nada. No le des esa atención que está buscando.

El objetivo de esto es: que se de cuenta de que este comportamiento de pegarle a su hermano o molestarlo no va a darle tu atención.

¿Es difícil? Claro que sí. No queremos que nuestros hijos peguen ni se peleen, pero creanme que el ignorar ese comportamiento le ayuda mucho más que decirle que está mal. En su cabeza está obteniendo lo que quería, que mi mamá me de atención, que me volteé a ver.

Ustedes van a decir que estoy loca. Que eso no va a funcionar.

Nada más por diversión inténtenlo unas tres veces. Verán que pronto deja de suceder.

¿Qué necesito como mamá para lograr esto? Mucho control de mis emociones. Ver que mis hijos se molestan y se pelean me enoja, y no es para menos, pero antes de regañar tomemos un respiro e intentemos no hacer caso para que se logre el efecto deseado.

La otra herramienta que ayuda a que estos pleitos dejen de suceder es mostrarle a nuestros hijos como comunicarse entre ellos y expresar de una forma respetuosa lo que les hace sentir que su hermano les pegue o los moleste.

Cuando estos episodios sucedan, después de “curar” al agredido de su golpe pregúntenle:

  • ¿Qué sientes cuándo tu hermano te pega o te molesta?

Normalmente la respuesta será enojo o tristeza.

  • ¿Puedes por favor decirle a tu hermano?

La forma de hacerlo es diciendo. “Me enoja que me pegues”, “me pone triste que me molestes”.

Así es como ellos comienzan a poner limites a las demás personas, comenzando por los hermanos.

Cuando una persona nos comunica de forma respetuosa que algo que nosotros hacemos le molesta, si en verdad nos interesa, intentaremos no repetir esta acción.

Lo mismo pasa con nuestros hijos. Si entre hermanos aprenden a poner un límite, su relación se volverá mucho más respetuosa y armoniosa.

De pronto nos toparemos con que incluso nos digan a nosotros que algo que hacemos no les gusta, también podrán poner límites con los adultos o con otros niños.

Esta herramienta es muy efectiva cuando se utiliza. Los niños aprenden a comunicarse respetuosamente, sin golpes ni gritos que les gusta y no les gusta y así arreglan sus conflictos.

En mi casa se escucha de pronto:

  • No me gusta que me hables así.
  • Me enoja que no juegues conmigo.
  • Me molesta que no me hagas caso.
  • No me gusta que me pegues.

Y ellos, arreglan sus problemas. Yo como mamá, no intervengo. Ellos han aprendido a escucharse y respetarse. Casi siempre.

Quizá no es la forma en como estamos acostumbrados a hacerlo, pero nuevamente les digo. Inténtenlo, no pierden nada y podrían ganar un hogar libre de pleitos.

Nada de lo que les digo es magia, requiere mucha práctica, paciencia y autocontrol.

De todo corazón espero que esto les sirva.

Gracias por leer

Por Claudia García Reyes

#LaPeorMamá 

Twitter: @la_peor_mama