Me duele pensar en los chavos y chavas que han estado expuestos y en manos de gente que, para apoyarlos y alentarlos, utiliza el abuso
Acabo de ver la película “La Caída”. Una peli donde Karla Sousa interpreta una clavadista.
Por supuesto he leído cualquier cantidad de comentarios, críticas y análisis de expertos. Yo no lo soy pero les hablaré desde mi corazón, de lo que esa peli me hizo sentir.
Primero, quiero decir que la actuación me gustó. Y cuando me enteré que Karla Sousa se preparó 3 años para hacer ella los clavados, me quedé impactada.
De nuevo, no soy juez de clavados, capaz que lo hace fatal pero toda mi admiración para ella. A mí me da miedo acércame a la plataforma.
Pero me estoy desviando.
No quiero arruinarte la peli, si la quieres ver y no la has visto, ve a verla y después me lees porque seguro hay spoilers por acá.
Cuando se terminó la película tenía un hueco en el estómago y una maraña de pensamientos en mi mente.
Me duele pensar en los chavos y chavas que han estado expuestos y en manos de gente que, para apoyarlos y alentarlos, utiliza como moneda de cambio el silencio por el abuso que cometen contra ellos.
Qué dolor pensar que cumplir tu sueño en la vida, suponiendo que sí sea tu sueño (pero esa es otra historia), te lleve a soportar, aceptar y normalizar este abuso. Qué injusto y retorcido.
Como mamá me llené de dudas, malos pensamientos e inseguridades. Pues aunque no a nivel profesional, mis chamacos están en diferentes disciplinas en las que hay entrenadores, con los cuales conviven y coinciden y en los que yo confío.
“¿Por qué no hiciste nada?”, le grita el personaje de Karla Sousa a su mamá en la película. “Tú estabas ahí…” Y al ver esa escena, me partió la cara de la mamá que de verdad no sabía o en el peor de los casos prefería no darse cuenta y confiaba porque esa persona, llevaría a su hija a ganar las Olimpiadas.
Por supuesto que después de verla las dudas me mataban. ¿Qué hago como mamá? ¿Qué veo o qué no veo? Las personas con las que están mis hijos, ¿quiénes y cómo son?
Cuánta ansiedad, cuánta duda.
Ya con mi ansiedad y mi duda más tranquila, me pongo a pensar en todo lo que sí hago; como darle la confianza a mis hijos a contarme cualquier cosa, a poner límites a las personas cuando algo que hacen o dicen no les parecen, a hablar con ellos de su cuerpo y lo importante que es que lo cuiden.
Me gusta ser positiva y pensar que esas horribles personas son las menos, pero no puedo tapar el sol con un dedo así que decido, en lugar de dudar y temer a todo el mundo, empoderar a mis hijos, verlos y escucharlos; tener los ojos, los oídos y sobre todo mi intuición bien abiertos.
Gracias por leer
#LaPeorMamá