Mi hijo ha encontrado un nuevo pasatiempo. Por fin mi casa podría llenarse de plantas, porque si no hay alguien que me ayude con ellas, mueren
Tengo un gran trauma. No se me dan las plantas.
De niña viví rodeada de plantas. A mi mamá le encantan, toda su casa está llena de violetas, orquídeas y no sé cuántas plantas más.
En casa de mis abuelas siempre hubo un jardín lleno de árboles, y flores. Uno de mis tíos sembraba en su jardín árboles frutales y chiles.
Así que cuando me casé mi mamá llenó de plantas mi casa. Violetas, un palo de Brasil, y varias plantitas más. Les buscó su lugar y me dijo:
– Solo tienes que ponerles agua 1 día si y un día no.
No pasaron 2 semanas cuando ya se me habían muerto la mitad de las plantas. Y las que sobrevivían las salvaron entre mi mamá y la persona que me ayudaba en casa con la limpieza.
En general, así ha sido mi relación con las plantas. Si no hay alguien que me ayude con ellas, mueren. Lo único que ha sobrevivido es una sábila, que sí ha estado a punto de morir, aunque sea más difícil morir que vivir para ellas, y una millonaria. Han ido y venido diferentes plantas, nochebuenas y demás pero todas tienen el mismo trágico final conmigo.
Hace un par de meses, a mi hijo le asignaron el típico proyecto de plantar un frijol. Tenía que cuidarlo, hacerlo crecer y enviar sus observaciones a la maestra así que le dije:
– Lo tienes que cuidar tú, porque yo quizá lo mate.
No saben los cuidados con los frijoles. Los vio germinar y comenzar a crecer, los trasplantó para que tuvieran más espacio para crecer. Invitó a la abuela para que le ayudara a ponerles una guía para que no se cayeran y crecieran para arriba; no ha dejado de cuidarlo ni un día.
Después de dos meses, los frijoles siguen vivos y ya están enormes. Mi hijo, sin que nadie le diga nada los riega, los acomoda, les platica; los adora.
La chica que me ayuda, que aparentemente me tiene mucha fe, me regaló un par de malvones para mi casa y mi marido le dijo a mi hijo:
– ¿Por qué no te haces cargo de las plantas? A ti se te dan muy bien. Y ya ves que a mamá se le mueren.
– Sí. Creo que es una buena idea. – Le respondió.
Pues ahora ya se está haciendo también cargo de regarlos y apapacharlos y ahí siguen. En verdad disfruta con las plantas.
– ¿Ya viste mamá que siguen vivos? Nada más tienes que darles cariño y agua.
Yo tuve que sembrar trigo para unas actividades con mis niños del catecismo y desde el minuto uno se hizo cargo de ellos porque necesitan sobrevivir para la presentación en la que los voy a utilizar.
– No puedo permitir que esos niños se queden sin presentación si se te muere el trigo.
O sea ya hasta buleada estoy siendo por matar plantas. Pero tiene un punto.
Ahora se le ocurrió sembrar aguacates porque vió un video de cómo hacerlo y ya tenemos el primer hueso en agua para ver si germina.
– Para este voy a tener que ser mucho más paciente. Pero va a valer la pena.
Creo que ha encontrado un nuevo pasatiempo. Por fin mi casa podría llenarse de plantas.
Gracias por leer
#LaPeorMamá