En el Inhotim de Brasil se estrenará una galería exclusiva de Yayoi Kusama donde el público podrá sumergirse en las obras “I’m Here, But Nothing” y “Aftermath of Obliteration of Eternity”
Los universos de la japonesa Yayoi Kusama, donde la multiplicidad, el infinito y el colorido son protagonistas, tendrán en Brasil un espacio permanente en Inhotim, el museo de arte contemporáneo al aire libre más grande de Latinoamérica y uno de los mayores del mundo en su estilo.
A partir de este sábado se estrena una galería exclusiva de la artista nipona donde el público podrá sumergirse en las obras “I’m Here, But Nothing” (2000) y “Aftermath of Obliteration of Eternity” (2009), una experiencia inmersiva y sensorial que dejará en el espectador la particular huella creativa de Kusama.
La nueva galería forma parte de las 20 que exhiben permanentemente obras de diversos artistas del mundo como la colombiana Doris Salcedo, el cubano Carlos Garaicoa, la española Cristina Iglesias, el argentino Víctor Grippo, el estadounidense Mathew Barney, el brasileño Tunga y el sudafricano William Kentridge.
El acervo del museo incluye trabajos de aproximadamente 60 artistas de 38 países producidos desde 1960, entre pinturas, esculturas, diseños, fotografías, videos e instalaciones, que se exhiben en un área de 140 hectáreas, en un espacio único donde se funden la creatividad del ser humano con el encanto de la naturaleza.
Y es que ubicado en medio del Bosque Atlántico y el Cerrado, los dos biomas que atraviesan el municipio de Brumadinho -a unos 60 kilómetros de la ciudad de Belo Horizonte (Minas Gerais)-, Inhotim también es un jardín botánico con más de 4 mil 300 especies de diversos continentes.
Los universos de Yayoi Kusama
Recluida voluntariamente en un psiquiátrico desde la década de 1970 por sufrir un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), alucinaciones y depresiones severas, las enfermedades mentales de Kusama se reflejan en su trabajo donde son comunes la repetición de patrones y la psicodelia, y en donde los puntos y círculos ‘polka dots‘ de todos los tamaños y colores tienen una particular relevancia.
Su producción, que incluye desde pinturas y esculturas hasta ‘performances’ e instalaciones, ha sido influenciada por el expresionismo abstracto, el surrealismo, el minimalismo, el arte pop y el movimiento “Zero“.
Las obras que a partir de este fin de semana se pueden ver permanentemente en Inhotim parten del concepto de autodestrucción que la artista nipona ha investigado por décadas.
“La idea es pensar en la disolución del ser, del individualismo, buscando una comunión con lo universal y esas obras hablan de eso y están muy ligadas a la percepción”, explicó a EFE Douglas de Freitas, curador del museo.
En “I’m Here, But Nothing”(2000), Kusama utiliza un ambiente cotidiano y doméstico -una sala comedor- que se transforma completamente cuando es iluminado por una luz ultravioleta que revela una infinidad de puntos fluorescentes de diversos colores dispersos.
Sillas, mesas, vajilla, sofá, tapete y lámparas parecen flotar en un universo paralelo con el efecto de la luz y los puntos, que hacen del espacio algo entre lo psicológico y lo real, con una sensación de lleno-vacío en el que algunos espectadores sienten la seguridad de los objetos y otros su ausencia.
El efecto es similar en “Aftermath of Obliteration of Eternity” (2009), sólo que en este ambiente la artista utiliza únicamente faroles de luz, decenas de ellos, que hacen que el espectador se sienta como si estuviera en medio de un universo infinito.
Las obras, dispuestas en una galería de más de 1.400 metros cuadrados que parece infinita y que está cargada de simbolismos de la cultura nipona, no son las únicas de Kusama en el museo.
“Narcissus Garden Inhotim”, que reúne 750 esferas de acero inoxidable sobre una laguna artificial y que hace referencia al mito de Narciso, que se encanta sobre su propia imagen reflejada en el agua, está expuesta al aire libre desde 2009.
La magnitud de Inhotim es tal, que se recomiendan dos días para verlo en su totalidad con calma.
Desde que abrió sus puertas al público en 2006, el museo ha recibido más de 3,5 millones de visitantes y es una de las principales atracciones turísticas de Brasil.
Con información de EFE, por María Angélica Troncoso