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La bruja de Agnesi

El álgebra y la geometría, son las únicas formas que cuando ocupan el pensamiento, logran que reine la paz.”

María Gaetana Agnesi

Resulta extraño cuando la palabra bruja acompaña las ecuaciones del conocimiento más abstracto, pues siempre se ha usado con tintes de imaginación creativa.

Este vocablo llevó a quemar vivas a tantas y tantos, que entre hierbas y pociones se dedicaron a curar y a sanar, habiendo también las que hacían uso del regalo para dañar.

Una mezcla de nigromancia y alquimia que ha acompañado los siglos revestidos de ingenio, colocando una escoba entre sus piernas para deslizarse por las estrelladas noches.

Esta es una historia que se hila en términos de números, una forma de usar el contenido por detrás de la imagen de aquellas que se nos dibujan con sombrero negro, narices afiladas y verrugas, por detrás de un caldero. Es resultando en un tejido que acompaña los siglos y que tiene por detrás una historia interesante.

Así que con la investidura que cubre el pulso de mis dedos, bañados de la magia que acompaña el alba tras mi ventana, le doy vuelta a la hoja y regreso en el tiempo al capricho de una época que revistió el suelo de lo que un siglo después se conformo como un estado unificado llamado Italia.

Las sesiones del salón de los Agnesi se hicieran famosas y se volvieron una leyenda. La chimenea brindaba el cobijo a los muchos invitados que se sentaban por las noches haciendo alarde de los buenos modales que elevaban el sentido mas alto de elegancia.

El vino acompañando los banquetes de las manos del maestro de ceremonias puestas a dirigir una escena teatral, donde la decoración del salón, la mesa, el menaje, el ritmo y la salida de platos, la música, y otras distracciones, eran meticulosamente cuidados en las casas de las clases acomodadas a la luz de las velas.

Las calles de Milán se acompañaban del murmullo de quienes participaban de las tertulias, donde una pequeña niña de nombre María, era el centro de atención.

Vestida con faldas superpuestas con adornos de plantas y flores, guirnaldas de plumas, camisas llenas de lazos y un corpiño apretado; recitaba con elegancia, mientras su hermana muy docta también, tocaba sus composiciones en el clavicémbalo volviéndose las dos un extraordinario espectáculo.

Pietro, el padre ufano se enorgullecía de la mas grande de sus hijas y se regocijaba de la precocidad matemática, filosófica y poliglotía, volviéndola objeto de una mitificación prodigiosa.

Era tal montaje el espectáculo y la ornamentación sobre sus dones que llevaron incluso a mentir sobre su primer ensayo, recitado de memoria pero no de su autoría como se llegó a decir. Así tarde tras tarde, María fue expuesta a realizar un empeño exhibicionista, rozando en el espectáculo circense, tejiendo con sesgo exagerado algunas de sus muchas facultades.

Lo que sí era verdad, es que la niña antes de los 13 años tenia el dominio completo del italiano, el latín, el griego, el hebreo, el francés, el español y el alemán, por lo que se ganó el apelativo de “Oráculo de siete idiomas”.

Su genialidad se manifestaba incluso cuando dormía. Sonámbula, en ocasiones, resolvía ecuaciones que había dejado inconclusas durante el día.

Corría la primera parte del siglo 18. María, de carácter retraído y solitario, replicó en alguna ocasión a un comensal revestido con su peluca alta, casaca chupa y calzón: “Lamento haberlo sometido a esto; sé que por cada oyente interesado tengo 20 mortalmente aburridos.”

Tenía que sentirse hastiada de su papel, así que fue encontrando una forma de salir de semejante embrollo. Una enfermedad en la adolescencia, que la llevo a su profunda religiosidad, fueron abriendo en ella una puerta de salida; dejar el mundo y entrar en un convento, como ya lo había hecho su hermana Giuseppa Teresa.

Pero la muerte precipitada de su madre durante el parto de su octavo hijo dio un vuelco a sus planes.

El padre, a cambio de que su hija no tomara los hábitos, le pidió vivir en casa, cuidando de él y de sus hermanos.

Así, le permitía ir a misa siempre que quisiera, podría vestir sencilla y humildemente como tanto lo anhelaba, y no tendría que asistir a bailes y fiestas obligada. Le regresaría su libertad y podría asistir a las tertulias solo cuando ella lo quisiera. Así se consagró a las matemáticas, se sumergía en el pensamiento abstracto donde para ella reinaba el silencio y la paz.

Se fueron sucediendo los años, otra esposa, otra muerte prematura, dejando a dos niños. Una esposa más, 11 críos dados a luz sumando al resto de criaturas que cuidar.

Jugó el papel de madre de sus 20 hermanos, la carga correspondiente y también el dolor que supone perderlos, al perecer la mayoría que no superaron la infancia y se dice que solo cuatro llegaron a los 30 años.

Las tertulias continuaban y María, ahora más relajada porque ya no se sentía parte de un espectáculo, debatía con aquellos que asistían sobre distintos temas: propagación de la luz, cuerpos transparentes y figuras curvilíneas en geometría, llenaban el espacio de asombro de aquellos a los que le robaba el aliento, dejándolos impávidos y en silencio.

Como nunca el siglo XVIII impulsó el sapere aude (atreverse a saber) entre las clases acomodadas, aunque, como era de esperarse, se daba con muchas limitaciones entre las mujeres. Hubo quien destacó en las ciencias en aquella época como Elena Piscopia, Diamente Medaglia, Angela Ardinhelli, Laura Bassi y algunas otras. Sin duda María Agnesi fue la mas connotada de todas.

En 1738, con 20 años, su padre le publica, “Propositiones Philosóphicae”, se compendiaba la defensa de 191 tesis filosóficas debatidas o propuestas en esos encuentros sociales que María Gaetana detestaba.

En 1948, fruto de 10 años de trabajo, se lleva a la imprenta un libro más Instituzioni analitiche ad uso della gioventù italiana” costeado por ella misma.  

En el trataba con sencillez y claridad temas, tan novedosos, como el Cálculo Diferencial e Integral y su obra fue traducida al francés y al inglés. Una de las partes más importantes de este libro fue: la curva de plano cúbico con la ecuación cartesiana.

Entonces, un error del traductor John Colson, de Cambridge se imprimió, la palabra versoria (un término naval que identifica el cabo o cuerda que hace girar la vela), por versiera otra palabra que significa abuela del diablo o bruja. Entonces la curva abierta de la que ella hablaba, quedó con el nombre de, la curva de La Bruja de Agnesi, acaso bañada con un tinte sarcástico.

María nunca pudo entrar a la Academia Francesa por ser mujer; pero sí en las Academias Italianas ya que eran liberales.

Fue alabada y reconocida por el Papa Benedicto XIV, quien le dio el nombramiento para ocupar la cátedra de matemáticas superiores y filosofía natural de la Universidad de Boloña, que en esa época pertenecía a los Estados Pontificios. Nunca aceptó el cargo, pues llevaba una vida devota y retirada.

Al morir su padre, ella contaba con 34 años y abandonando las matemáticas se dedicó a obras caritativas. Cuidó enfermos y menesterosos en el Hospicio Trivulzio de Milán, viviendo con austeridad y donando todos sus bienes a causas benéficas.

Murió el 9 de enero de 81 ochenta de edad.  En el primer centenario de su muerte pusieron su nombre a varias calles en Milán y se becaron mujeres en su nombre.

Fue la primera mujer en haber escrito un libro didáctico de matemáticas y hoy un cráter de Venus lleva su nombre. En la biblioteca ambrosiana de Milán se guardan sus obras inéditas que ocupan 25 volúmenes.

La bruja de Agnesi revestida de aquellos espacios donde las matemáticas bailaban al son del cuarteto de cuerdas, pende de los hilos de la historia donde hoy se reconoce su valía, su brillantez y su prestancia para ayudar a tantos.

Revestida de el halo misterioso que acompaña una palabra que debería traducirse en sabiduría y en posibilidad de sembrar, de construir, de aportar. María se une al grupo de hombres y mujeres que han cargado con la vestidura de brujas y brujos.

Con ella han dejado cosas extraordinarias llenando de magia el espacio que habitan, donde las varitas se juntan para crear y alimentar este mundo tan absurdo cuajado de juicios, normas, reglas, deberes que las brujas blancas retan desde su aquelarre.

DZ