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Inanna
Inanna. Foto de Ancient EU.

Quanto si monstro men tan é più bella

(Tanto menos se muestra, tanto más hermosa es)

Sí, es primavera y con ella reboza en esplendor la naturaleza, con su paleta de colores y aromas que hablan de la belleza y lo que hay por detrás de estar vivos.

Los simbolismos que hay en cada manifestación es magnífica, dejando perplejo al simple observador. Una rosa roja en el jardín se ha abierto paso; sola, sin haber sido sembrada acompañada del canto de un jilguero, llamó mi atención una mañana.

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Inanna. Foto de Ancient.EU

Para mí hay un misterio en la fuerza de la naturaleza que acompaña este hecho y deja inexplicable mi asombro al ver cómo brota en un jardín, donde no se le ha plantado.

Una flor sagrada para occidente, equivalente en su simbolismo al del corazón, utilizado por los antiguos como un símbolo del centro espiritual del ser. Aquí comienza mi mente a tejer el sentido de esta disertación; será que si el cerebro es el centro del pensamiento racional, secuencial y distintivo; entonces el corazón es el centro de la conciencia espiritual, intuitiva y universal.

De pronto como si la hubiera llamado aparece en el jardín una mujer, el vestido de gasas transparentes tienen una danza que es inevitable observar; va mostrando la belleza de un cuerpo codiciado y amado por tantos dioses y semidioses durante tantos siglos. Basta hablar del corazón y ella aparece, altanera como símbolo arquetípico de la belleza, de la sensualidad y  del amor.

Ha traído consigo un ramo de rosas, una costumbre antiquísima que marcaba  la ley del silencio en las reuniones clandestinas, colocando sobre la mesa el ramo. El honor exigía que toda conversación iniciada junto a este ramo fuese mantenida bajo riguroso secreto. Así que me pongo en alerta para preguntar apenas pueda si esto es así o podremos hablar con mayor libertad durante su visita. Pero, como no hemos empezado nuestra conversación entonces doy por hecho el mensaje y  cubro el ramo con un trapo y así queda la ley del silencio sin ser una obligación sagrada. Mi movimiento generó en mi espectacular visita, una mirada de picardía.

Le preguntó procurando una gran calidez “¿Eres Inanna?” y con una sonrisa burlona me dice “En Sumer lo fui, los fenicios me llamaron Astarte y los etruscos Turan. Aquí en México los aztecas me bautizaron como Xochiquetzal y fui Venus para el pueblo romano. Pero me gusta el nombre de Afrodita como me nombraron los Griegos, aunque puedo seguir con tantos otros, pero te aburriría”.

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Inanna. Foto de Ancient.EU

Normalmente soy yo quien invito a quien quiero, pero esta vez una rosa en mi jardín sin invitación dejó la puerta abierta para que entrara un personaje mítico que me genera esta curiosidad dual entre lo que me han enseñado de ella y su oscuridad, entre la leyenda y su representación simbólica. Ella es sin duda un representante innato de la bilocación, este fenómeno de estar al mismo tiempo en distintos lugares, cosa que explica porque estuvo presente en tantos lugares al mismo tiempo o ¿no?

No estoy preparada, cosa que me pone nerviosa, mi mente comienza a revisar la despensa para ver qué puedo ofrecerle sin perder de vista que debo ser cortés así que la invitó a sentarse, la piel blanca como la leche, me recuerda a Lilith que anduvo por aquí no hace mucho.

El viento mueve su pelo frondoso de color miel y debo retirar mi cara de perplejidad para evitar que se sienta asediada, así que corro a la cocina preparo té de Acitrón que me regalo mi amiga Gaby y salgo a atender a mi inesperada visita con unos amarantos de chocolate que encontré.

¿Por dónde empiezo a tejer una conversación sin que se perciba torpe, qué preguntas podría hacerle a una Diosa, a una encarnación de la lujuria?

Pero ella lo advierte así que comienza a hablarme mirando a mi jardín.

“ Seguramente te estarás preguntando muchas cosas, ya te diré a que he venido, pero vamos comenzando con mi existencia. Cuentan que nací de la espuma del mar, cerca de Chipre. Lo extraordinario es la leyenda que surcó durante siglos donde Cronos al cortar los genitales de Urano con una hoz y los arrojase tras él, al mar. Entonces como osmosis aparecí, ya siendo adulta. Pero Homero escribió en la Ilíada que Dione sería mi madre, el equivalente a la diosa oracular original o sea lo equivalente a Gaia o la pacha mamá.  Pero mi origen no tiene tanta importancia como todas las leyendas que se tejieron a mi alrededor.

Afrodita se para de la mesa después de dar un par de sorbos al té. La observo tan real que asusta, una parte de mí sabe perfectamente que esto es parte de la dualidad que hay entre la realidad y mi mente imaginaria, está consciente que este personaje como el de Lilith y muchos otros de los que he escrito no son reales. Se acerca la rosa y con una suavidad inusitada acaricia sus rojos pétalos.

“Sentí una arrebato por Adonis como por ningún otro y vaya que tuve amantes, el testarudo no quiso escuchar mis advertencias y apasionado por la caza  se fue al bosque en busca de animales, -Ten cuidado con los animales que parecen no tener miedo- le advertí. Sin embargo, ignoró mi consejo. Un jabalí acabó con su vida. Corrí tras el cuerpo cuando de repente me corté y mi sangre convirtió una rosa blanca en una rosa roja.”

Yo continúe con lo que mi mente fue tejiendo para no perderme en  nuestra conversación, “Aprendí de un extraordinario maestro que la palabra rosa en árabe significa llegar, acudir y descender. Es la receptora de las realidades espirituales en el corazón. La lluvia y el roció, simboliza el descenso de las bendiciones. Así  el corazón se ilumina, y se llena del conocimiento divino, es más, el simbolismo floral esta relacionado a los sufíes y el islam, al sentido del perfume. Cuando el corazón se abre y florece la rosa, se puede percibir el delicioso aroma del paraíso”.

“Uyyy, qué maestro debió ser él, me gusta esta explicación” un colibrí se acerco a mis agapantos blancos y Afrodita se acercó sigilosa.  “La rosa de pétalos abiertos es la que más simboliza, ha florecido en ella la actualización de su naturaleza primordial, de su pureza inicial, aquella que perdemos, en la caída hacia el mundo material”.

Se hizo el silencio, cuando llegó no había observado que estaba descalza que no llevaba ninguna joya ni maquillaje. Definitivamente una encarnación de la lujuria que dista del arquetipo de la vampiresa que encarna Lilith y tantas otras.

Suena mi celular, no quiero contestar porque estoy embebida en nuestra conversación y en verdad no hay nada más importante que este encuentro. Así que lo dejó sonar y ella sin preámbulo me dice:

“La rosa siempre ha sido el símbolo por excelencia de la sexualidad femenina. Los cinco pétalos de la rosa representaban los cinco estados de la vida de la mujer:  el nacimiento, la menstruación, el alumbramiento, la menopausia y la muerte.

El capullo de la rosa abierta se parece a los genitales femeninos, por donde la humanidad llega a este mundo.

La rosa está relacionada con la estrella de cinco puntas, el tentáculo de Venus y con la rosa náutica. En inglés, francés y alemán se escribe “rose” y Rose es un anagrama de Eros, el dios griego del amor sexual.

La rosa es por excelencia el símbolo del secreto guardado, ya que es una de las escasas flores que se encierran en su propio corazón y cuando abre su corola, está en la hora de la muerte.”

No hay cosa que más me emocione que decir algo que recuerdo de lo que he leído o he aprendido y cómo las sociedades secretas son un premio a mi deseo de la curiosidad le digo  “ Sí como la Santa Vehema, los Templarios y la Francmasonería, que tienen a la rosa por emblema. La más secreta de todas, la fraternidad de los Rosacruces, conocida por ser aquella cuyos jefes, sin ignorarse entre sí, nunca se encontraban unos a otros.

Desde la más remota antigüedad, la rosa fue honrada por dioses y héroes. Engalanaba el escudo de Aquiles, el casco de Héctor y de Eneas, así como la adarga de los valerosos caballeros de la edad media”

Como el tiempo en esta realidad es lineal hay un momento en que todo termina y de pronto me di cuenta  que habían pasado un par de horas embebida con mi interlocutora. Espere el momento propicio para decirle que para mi próximo cumpleaños planeaba hacerme una fiesta e invitarla a ella y a cada personaje del que he escrito a lo largo de mi vida. Por mi mente se atravesaron imágenes de cómo sería el encuentro entre ella y los demás y desde luego que comencé a escribir en la noche las primeras líneas de dicho encuentro.

Mientras pensaba Afrodita desapareció, así no más sin despedirse, sin decirme ha que había venido, pero note que la rosa roja había desaparecido y bajo el trapo en la mesa ya no había nada. Tal vez después de todo como lo decían los antiguos el corazón es el centro de la conciencia espiritual, intuitiva y universal, quizá vino a abrir mi curiosidad. Ya la invitare de nuevo ya veré qué hago con este bello encuentro.

Por lo pronto escribirlo, guardarlo y quizá, algún día, lo publicaré.

Por DZ

Claudia Gómez

Twitter: @claudia56044195