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La dulce Neus
La dulce Neus. Foto: Especial.

Los periódicos se vendían como pan caliente en Aragón y en toda España. Se abarrotaba la gente en los puestos de periódico, la noticia corría en la primera plana. Un parricidio cometido por una chica de tan solo 14 años. Un disparo en la nuca y fue suficiente para acabar con la vida de Joan Vila Carbonell, cuando dormía en el chalet de su finca de 110 hectáreas de regadío, en oscense de Esplús, Huesca, aquel 28 de junio de 1981.

Son cuarenta y tres años de aquel horrible día cuando Marisol le pegó un tiro a su padre. La brutalidad del hecho sigue resonando en el tiempo.

Su madre fue bautizada como la “Dulce Neus” por un periodista de la época. Hoy semejante apodo pasaría por sexista y quizá la conoceríamos como Neus Soldevila, su nombre de pila. ¿Dulce? Derivado de sus suaves modales. Vivía con sus seis hijos y su marido, todos procedentes de Montmeló, una ciudad industrial de la provincia de Barcelona. Pasaban temporadas en su propiedad agrícola, adquirida unos años antes con los beneficios del sector inmobiliario, llevando así una vida de confort envidiable.

El caso cayó en manos del abogado Emilio Rodriguez Menéndez, un hombre de reputación interesante. Hoy a más de cuatro décadas de aquel evento, el licenciado a sido condenado por fraude, por la distribución de un video intimo, estafa e intrusismo profesional y enfrenta cuatro años de prisión.

Pero regresando a entonces, los medios azuzaban el fuego descubriendo cosas turbias sobre la vida privada de Neus, asi comenzaron a aparecer sus aventuras extramaritales. Poco a poco se fue transformando dejando su papel de mujer abnegada y fue apareciendo una femme fatal con dos caras y doble vida.

Sí, sus vecinos dijeron a la prensa que era una esposa sumisa, impecable, de modales educados y les costaba creer a la mujer temperamental, con múltiples amantes, que los periódicos mostraban. En apariencia obediente al marido rico, pero capaz de desarrollar maquinaciones en beneficio propio; con una imagen de simpatía a primera vista que ocultaba sus intensiones secretas, esas que la llevaron al asesinato tras manipular a sus hijos llevando a una a disparar la bala que le dio muerte.

¿Porque urdió un plan tan elaborado para matarlo, usando a sus hijos para llevarlo a cabo, que la impulso a deshacerse de el?

Joan, era un empresario de la construcción de 47 años, había amasado una fortuna partiendo de la nada. Fuera de casa, sus amigos se referían a el como alguien que proyectaba una imagen de hombre trabajador, delgado y fibroso, “puro nervio”, decían.

Pero por otro lado se le atribuía un comportamiento tiránico con su mujer y sus hijos, se decía los obligó a trabajar desde una edad muy temprana, como él había hecho en sus comienzos. Desprovisto de sentimiento paternal, según quienes le trataron, su mal humor permanente inspiraba un miedo real a los que vivían en su entorno. En los pueblos cercanos a su terruño, no le querían por su forma grosera de expresarse. Eran conocidas sus tendencias políticas ultraderechistas (militaba en Fuerza Nueva), tenía una pasión por la caza y una afición por las armas, contaba con unas cuantas en su finca.

Fue con una de ellas, una pistola Star de 9 milímetros, la elegida por Neus para que su hija Marisol llevara acabo el homicidio.

La coartada de que unos encapuchados habían entrado a la finca subiendo al segundo piso a su marido para quitarle la vida, poco a poco se derrumbó, las inconsistencias y la declaración de una chica de servicio fueron suficientes para condenarla a 28 años de prisión un año más tarde, como coautora de un delito de parricidio, con alevosía y premeditación, mientras que a su hija María Nieves de 18 le correspondieron 12 por su complicidad en el crimen y a los gemelos Juan y Luis de 17 años, 10 a cada uno. Marisol, mientras tanto, pasó a disposición del Tutelar de Menores y fue condenada a cuatro años en un internado. A la chica que hacia la limpieza le cayeron seis meses de arresto y una multa.

El silencio del caso se mantuvo por años y de pronto cuatro años más tarde, nuevamente volvieron los titulares en 1986; Neus tuvo permiso para empezar a salir de la prisión de Barcelona donde cumplía condena, pero esto lo aprovechó para hacerse con un pasaporte falso y huir a Ecuador, un tiempo lo paso en en Colombia y allí se dedicó al tráfico de piedras preciosas hasta que el país andino la extraditó a España. Se dice que fue su abogado quien le ayudó a escapar y escuchando todas las cosas por las que ha sido condenado, no suena descabellado.

En 1997 recuperó la libertad provisional, se casó y empezó una nueva vida. Emprendió varios negocios prolificos y en 2012 terminó de cumplir condena. Algunos sitúan ahora a la “dulce Neus” en Montmeló, ya con casi 80 años.

Su hija Maria, años más tarde dio una entrevista en un programa televisivo llamadoTele 5 y cuenta que su madre tenía tiempo poniéndole valium a su padre, envenenándolo de a pocos y que al parecer este medicamento y otros más le hacían comportarse muy violento y que su madre mientras armaba una empresa, pidiéndole inversión a sus amigos. Según narra, uno de ellos la amenaza con denunciarla si no le regresa el dinero y entonces ella decide matar a su esposo. ¿Será? Su testimonio no me termina de convencer del todo.

La historia ha estado ahí revoloteando en los recuerdos de Ana, siendo ella muy joven, una de sus excuñadas la nombró así, entonces le hacia gracia pues no solamente no sabia quien era la Dulce Neus, sino que en su modo amable, sonreía, acaso movía la cabeza de un lado a otro como lo haría una chica de buenos modales enseñada a estar calladitas. Han pasado más de cuarenta años de aquel tiempo y Ana se sienta a escribir sobre el recuerdo, buscando el contenido que en aquella época no le dio importancia, pero que ahora hace sentido.

“Tal vez” le dijo a su psicoanalista después de que este leyera las cuartillas escritas sobre su investigación, sobre la asesina. “ Pudiera ser que mi ex cuñada vio en mi algo que estaba escondido, quizá intuyera que yo podría matar a su hermano, pudo ver en los dobleces de mi perfeccionismo, descubrió ese espacio liminal donde podía estar entre un mundo y el otro, ese donde revoloteaban las ideas, los cuestionamientos, la rebeldía, las ganas de una libertad que no sabia como alcanzar.

Quizá en mi mirada callada, podía ver el fuego de mi otra yo que pulsaba por salir, por mostrase tal cual era, pero el miedo a revivir el dolor de una infancia dolorosa me doblego, me llevo a guardar silencio, a aprender a comportaarme como buena madre, buena esposa, siempre sonriente, siempre atenta”.

El terapeuta trago saliva, busco una manera de hacer la pregunta que no obviara su preocupación y mientras cerraba los ojos para encontrar las palabras, una gota de sudor rodó sobre su mejilla.

“¿Qué hiciste entonces?” Ella sonrió, tantos años buscando como resolver su encrucijada la habían vuelto perspicaz. Vaya que lo había mentido en un predicamento y como ráfaga de aire fresco entro la respuesta que lo alivio del sillón que sentía lo aprisionaba, los tendones y los músculo tensionados.

“Pude decir hasta aquí y me fui, quizá si la Dulce Neus hubiera tenido otro camino, pudiera ser que una decisión tan drástica no hubiera sido necesaria, quizá no era una psicopatía como se le hizo ver, quizá le pasó como a muchas mujeres que hoy están en prisión que encuentran ese otro yo que vive dentro de nosotros que nos lleva a cometer las cosas más inverosímiles cuando la colera abraza las piernas impulsando al cuerpo para salir de ahí, cuando lo que se vive se vuelve insoportable, nos asfixia y vamos muriendo de a poco. No tiene que ser necesariamente una situación de extrema violencia, pero hay prisiones que se siente así.

La mayor parte no llegan a asesinar a nadie, las observo con la pupila dilatada, sentadas viviendo en modo avión, doblegando los anhelos durante décadas, de esas conozco muchas, con su fibromialgia, pasando horas en el dentista con los dientes destrozados de tanto apretarlos, con sus ataques de pánico, el insomnio, el alcohol y tantas con problemas digestivos. Enfermas, de depresion, de tristeza, de la humillación de no poder hacer nada ante una situación insoportable”.

Quedó pensativo, miró por la ventana y tomando aire dijo, “se necesita de una valentía enorme para poder hacer algo así, irte de tu casa, decir no, ¡ya basta!, vivimos en un mundo que no recibe bien un acto así, pareciera que es preferible adormecernos o recibir los tabloides llenos de noticias de estas y replicar “pero que barbaridad”, la opción que tomaste no es viable para muchas ”.

“No, se necesita estar muy loca según el juicio colectivo para hacer algo así, las facturas pesan, se pagan pero al final uno logra sentirse integrada, una sola, libre y con la seguridad de que esta es la única opción cuando se han agotado todos los recursos.

Podría ser que el hecho de pensar que lo que la Dulce Neus hizo; la premeditación, la doble vida que llevaba, la maquinación mezquina no soy yo, me genera desconcierto pero quizá mi cuñada en verdad creía que yo era capaz de cometer un crimen así, que fuera yo una asesina. ¿O no?

Por DZ

Claudia Gómez

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