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El rosa no es solo un color
Barbie. Foto: Especial / Warner Bros.

Se echa a andar una maquinaria extraordinaria que abarca el mundo de las ideas, las tendencias y el consumo. Solo en México según el Heraldo, este film de Barbie recauda veintidós millones de dólares en la primera semana y trescientos treinta y tres alrededor del mundo. Sin duda Mattel se pintará de rosa esperando que las ventas de las muñecas y sus accesorios suban en un 16%, mientras la juguetera concede un centenar de licencias para uso de imagen a todo tipo de empresas. 

Interesante saber que las cuentas de Mattel cerraron 2022 con resultados mediocres y con mal comienzo en 2023, sus libros marcaban  un 22% menos de ventas al cierre del primer trimestre del año.  ¿Qué pasará después del lanzamiento de la nueva cinta? Sin duda veremos cientos de miles de muñecas por todo el país nuevamente y aparecerán las “fake o patito” para el mercado que el bolsillo no le alcance. ¿Será que por detrás de éstas, sean las mismas compañías las produzcan? Esa pregunta siempre me ha dado vueltas.

El fenómeno Barbie me ha llevado varios días digerirlo, al salir de la película me preguntaron si me gustó y tuve que decir “lo tengo que pensar”. Es real que el film ha pintado de rosa las palabras, teñido las conversaciones, la forma de vestir e incluso las preferencias en las decoraciones de las casas y la venta de ropa, zapatos y accesorios. 

El filme de Greta Gerwig  ha generado tendencia,  una  moda que impulsa un comportamiento que gana popularidad y se extiende dejando las arcas de distintas compañías llenas.

Las discusiones  y percepciones del film están en primera línea, las redes sociales si buscas información, saltan en primera plana los comentarios que van tomando forma usando el feminismo como primer plato, el del género como segundo y de postre el tema del patriarcado. Este último lo escuché tantas veces en la película que incluso voltee a ver a la audiencia teñida de rosa, preguntándome si ésta podía entender un concepto tan complejo con sus diferentes abordajes. Pues al menos a mí no me pareció que se le diera al menos unas líneas para explicarlo.

Yo recibo en mi butaca cada imagen, cada diálogo y me pregunto si mi percepción será correcta. Me da la impresion que es una película feminista y me queda corta la propuesta de una sociedad “igualitaria”, si en el fondo esa era la intención de su creadora.

Debo confesar que aunque Barbie fue lanzada en 1959, no era una muñeca que estuviera de moda en el mundo donde yo crecí, y cuando alcanzó la fama y mi hermana jugaba con la rubia, a mí no me gustó. 

Sigo pensando que su imagen generó mucho sufrimiento innecesario en la mayoría de niñas que no tenían ese cuerpo, ese pelo y ese color de piel. Claro que después, ya en los 90, sacaron una Barbie en silla de ruedas y otras que hablaban de inclusión, desde luego aparecieron las asiáticas, latinas y de tonos distintos de piel. 

De pronto me siento un ser extraño en la sala, el arroz negro del platillo. Yo era fan de Sal y Pimienta, de la pequeña Lulú, y más adelante de Mafalda que vio al mundo un año después de que Mattel comenzará sus campañas de venta. A mí me llamaba la atención Raggedy Ann, una muñeca de trapo con hilos rojos como cabello y una nariz triangulada que así como la autora de Barbie,  Gruelle creó para su hija, Marcella, cuando le trajo una vieja muñeca de trapo hecha a mano y dibujó una cara en ella. Así desde su estantería, sacó el libro de poemas de James Whitcomb Riley y combinó los nombres de dos poemas, “El hombre Raggedy” y “Pequeña Orphan Annie,”  para darle vida, pero aunque me gustaba, yo nunca tuve una.

Debo confesar que hasta hoy, yo no conocía la historia por detrás del plástico de sus piernas largas, no tenía idea de que esa muñeca había sido lanzada con el mensaje de que las mujeres podían ser lo que quisieran, abogadas, médicos o doctores y ni siquiera conocía la cantidad de casas, coches, vans que esta tenía. 

Yo crecí en un mundo distinto donde escuchaba frases de Simone de Beauvoir, una de las más influyentes filósofas francesas del movimiento feminista, “la igualdad entre hombres y mujeres es imposible en el sistema capitalista” o frases de Flora Tristan de quien ya escribi hace poco – “Hasta el hombre más oprimido encuentra otro ser para oprimir, su mujer: la proletaria de los proletarios”.

En mi entorno cercano, las mujeres gozaban de muchos privilegios alcanzados con sangre durante siglos por mujeres, que nos precedieron y nos permitieron ir a la escuela y al menos a mí, poder elegir que quería ser. Soy hija de la pastilla anticonceptiva y las ideas revolucionarias, en mi casa Marx, Engels y Mao eran desmenuzados en la sobremesa. Crecí con la música de Violeta Parra; en mi casa era obligado leer y aprender piano. Mientras crecía, en mí se iba construyendo la forma de sobrevivir, en un mundo donde la ideología era inversa.

Viví en un impasse entre el cambio cultural que se comenzaba a gestar y un pensamiento profundamente liberal, crecí entre seres amorosos que en su época no tenían una comunidad, y que para mí eran hombres y mujeres que si eran gays o no, eran seres para mí que eran profundamente amorosos, como lo eran otros que eran heterosexuales.

Pero no me escapé, Barbie no me tocó, pero caí en las garras de la Mujer Maravilla y esta si que me generó un conflicto: Su arquetipo amazónico me embrujó. Tratar de emularla me generó un cansancio brutal; perfecta estudiante, profesionista, perfecta madre, perfecta esposa, perfecta en cuerpo y sonrisa. Prohibido estar cansada y harta.

Cuando pienso que me arrastró a ver Barbie, la verdad debo confesar que no tenía en mi agenda irla a ver, estaba mi tiempo destinado a ver Oppenheimer, pero impulsada por la curiosidad fuí y compré cuatro boletos y fui con mis amigas. Entre el olor a palomitas sin esperar mucho, en los primeros minutos me atrapó. El cambio de darle a las niñas una mujer en traje de baño en vez de la tradicional muñeca, con la música de Odisea del Espacio y una escena que emula al cineasta Stanley Kubrick, me dejó perpleja, debo decir que me gustó.

Las preguntas existenciales sobre la muerte y una madre de una adolescente que juega con su Barbie en el mundo real, son el parteaguas para que a Barbie se le caigan los pies al piso cuando se quita sus tacones, y comience su travesía hacia el mundo real.

La escenografía real, hecha a mano y el vestuario sin duda me pareció magistral, el cuidado de los detalles a punto de que las telas fueran casi idénticas a los de los muñecos originales. Para todo el equipo detrás de la mercadotecnia y de lo visual, una ovación.

Me hubiera gustado saber como le lavan el cerebro a las mujeres en el mundo de Barbieland cuando Ken decide hacerse del poder, pero cuando veo las butacas que resaltan de rosado por detrás de mí, levanto las cejas y me quedo pensando. 

Podría ser que en términos de la relación madre, hija y el padre, los protagonistas del mundo real, logran dejar la idea de una mejora en la relación entre ellos, cuando la hija comprende lo que le pasaba a la madre Gloria protagonizada por Monica Ferrera, y el padre intenta hablar español, lengua materna de su hija.

Este diálogo lo recibí porque me he sentido así, como seguramente muchas mujeres también. Siento que también aplica para el arquetipo de la mujer maravilla:

“Es literalmente imposible ser mujer”.  Dice Gloria “Eres tan hermosa y tan inteligente, y me mata que no creas que eres lo suficientemente buena. Como, siempre tenemos que ser extraordinarias, pero de alguna manera siempre lo estamos haciendo mal.

Tienes que ser delgada, pero no demasiado delgada. Y nunca puedes decir que quieres ser delgada. Tienes que decir que quieres estar sana, pero también tienes que estar delgada. Tienes que tener dinero, pero no puedes pedir dinero porque eso es grosero. Tienes que ser una jefe, pero no puedes ser mala. Tienes que liderar, pero no puedes aplastar las ideas de otras personas. Se supone que te encanta ser madre, pero no hables de tus hijos todo el maldito tiempo. Tienes que ser una mujer de carrera, pero también estar siempre pendiente de otras personas. Tienes que responder por el mal comportamiento de los hombres, que es una locura, pero si lo señalas, te acusan de quejarte. Se supone que debes mantenerte bonita para los hombres, pero no tanto como para tentarlos demasiado o amenazar a otras mujeres porque se supone que eres parte de la hermandad. Pero siempre destaca y siempre sé agradecida. Pero nunca olvides que el sistema está amañado. Así que encuentra una manera de reconocer eso, pero también sé siempre agradecida. Nunca hay que envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca caer, nunca fallar, nunca mostrar miedo, nunca salirse de la raya. ¡Es muy difícil! ¡Es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla o dice gracias! Y resulta que, de hecho, no solo lo estás haciendo todo mal, sino que además todo es culpa tuya”.

Pero también es verdad que esto difícilmente pasa en el mundo rural, donde las mujeres están ocupadas en el campo y en el cuidado de su familia y sus hijos, donde la preocupación fundamental está en la comida que habrá que poner en la mesa.  

Sigo pensando que los hombres que emulan a los Kenes y a los del patriarcado me molestaron, me quedaron a deber la ternura, el verdadero dolor que hay por detrás de las exigencias que también reciben. El éxito, el dinero y el ser un perfecto proveedor.  Incluso cuando Ken llora, percibo un tono que abraza el sarcasmo. Pero lo que no se toca ni un poquito, es la violencia a la que los hombres también son sometidos, ésta se visibiliza menos porque no hay cifras ya que no se denuncia o se hace menos, y aunque en Barbieland, Barbie lo trata mal, la imagen de la realidad con estos ejecutivos de Mattel queda superpuesta y con mucha más fuerza.

El contenido del guión ha dado mucho de qué hablar y al buscar críticas, el algoritmo de google me presenta puros comentarios que vomitan palabras como “maravillosa”, “extraordinaria”, pero rascando encontré la opinión de Ben Shapiro, un Comentarista político de Estados Unidos quemando muñecas Barbie, en protesta por la película. Me parece que su postura radical le llevará a tener una respuesta del mismo nivel y aunque hay cosas con las que no coincido, estoy de acuerdo que si es verdad que la película fue pensada para una audiencia de niñas menores de edad, los mensajes de Barbie como a él, me parecieron muy elevados

Y continué mi búsqueda leyendo todas las que encontré, dando con el diario británico The Daily Mail que opinó que la película es “desigual e inconexa”, y el Times apuntó que es “linda, pero no muy profunda”. Y también otras, como la de Robbie Collin, de The Telegraph, da una reseña positiva, la describe como una película “profundamente extraña, conceptualmente resbaladiza y, a menudo, para reírse a carcajadas”. Y al menos a mí me parece, que es verdad que es ingeniosa.

A Sarah Vine de The Independent le molestó la representación que hace el filme de los hombres. Escribió: “Es una película profundamente anti hombre, una extensión de todo el feminismo de TikTok que pinta cualquier forma de masculinidad -más allá de la más insignificante- como tóxica y depredadora”.

“Todo personaje masculino es un idiota, un déspota o un perdedor triste y algo patético. Si los roles se intercambiaran, y un director masculino hiciera una película sobre cómo todas las mujeres son brujas, interesadas, histéricas y neuróticas, se ganaría las denuncias -con toda la razón- de ser profundamente ofensiva y sexista”. 

Concluyó: “Es desigual, inconexa, la trama no tiene ningún sentido real y la influencia de las corporaciones estadounidenses pesa mucho sobre ella”.

Entre más leo y analizo las distintas miradas sobre el film, me siguen apareciendo más dudas, pero en algunos casos refuerzan mi pensar sobre otras que observé, dándome nuevas ideas para ir formándome un criterio que va ampliando mi mirada.

Sin duda lo que más llamó mi atención fue ese color que acaparaba la audiencia en donde había algunos padres e hijos vestidos a tono, aunque la mayoría, al menos en la sala donde la vi, eran mujeres. Esto si que me revolcó, ¿porque nos gusta hacer lo que todos dicen que tenemos que hacer?  Es impresionante lo que nuestros sesgos cognitivos nos impulsan a hacer, ¿podría ser que por detrás hay un sentido de pertenencia primitivo que nos da identidad y ahora se manifiesta así? 

Sin duda el color se quedó en los rescoldos de mi mente durante un par de días y me puse a investigar, pues esta pregunta me comenzó a perseguir desde que salí de la sala.

¿Qué hay por detrás del color Rosa?

Quizá todo lo que gire alrededor de él, puede generar tendencias, opiniones y noticias. A lo largo de la historia, los diseñadores, artistas y marcas han jugado con las emociones que evocan los colores, y los estudios de lo que nos generan, son usados por la maquinaria de la mercadotecnia. Claro que recuerdo que el amarillo, naranja y rojo despiertan hambre, y cuando me sentaba en un Denny´s mi padre me lo recordaba. Así cada color ha ido dando forma en constante evolución. 

Esto toca desde el género hasta la clase, colores que  desafían, trascienden, evolucionan generando cambios y volviéndose subvertidas constantemente, mientras que la definición de estos cambian, hay una constante: su poder de permanencia cultural.

¿Pero y el rosa? A pues encontré  que este color se puso de moda por primera vez en el siglo XVIII en la corte francesa, debido a una técnica para hacer que el tinte tuviera un color más vivo y duradero, esto lo  explica Valerie Steele, directora de The Museum at FIT y una de las autoras de “Pink: The History of a Punk, Pretty, Powerful Color”.

Cuando se popularizó por primera vez, lo usaban tanto hombres como mujeres, pero en la década de 1920, ¡oh sorpresa! Los grandes almacenes de Estados Unidos afirmaron que el azul era para los niños y el rosa para las niñas. Uff, es de ahí donde comienza el sesgo cognitivo que impulsa a que un color es para un sexo y otro para el otro. ¡Brillante! el consumo por detrás de toda tendencia. 

Barbieland está llena de símbolos, como la estatua de la libertad que es puesta como una sirena de color rosa, una capitolio teñido del mismo color, sin duda el famoso aeropuerto de los Angeles que lleva las siglas VAX, y en la pelicula las lleva BAX es genial, y cada uno de esos detalles  denotan claramente el sueño americano, así el rosa se impone desde su imperio, usando tanta pintura rosa fluorescente para sus decorados, que provocó escasez a nivel internacional: “El mundo se quedó sin rosa”.

Similitudes al Mago de Oz que también es de la Warner Brothers, al El show de Truman, a Encantada y a la serie de Once upon a time entre otras, me fueron apareciendo durante el film, pero es a Matrix que es una de mis películas favoritas, dónde encuentro a la Barbie gimnasta que creo no tenía la cara pintarrajeada en la original,  que me recuerda a Morfeo dándole a Matrix la posibilidad de tomar una pastilla para escapar o quedarse en ese lugar. 

Si Barbie es en realidad un manifiesto sobre la desigualdad de género, me queda corta, aunque el auge del feminismo cobra fuerza en la segunda ola a la de los  ‘boomer’, con ideas radicales sobre cómo las mujeres debían ganar más poder en lo público y en lo privado, dentro de los sistemas existentes para poder acceder a una sociedad igualitaria, también me hace pensar que quizá al mismo tiempo, se fue gestando poco a poco una exclusión de los hombres, convirtiéndolos en el enemigo, en esos seres con los que había que competir hasta llegar a dejarlos fuera, incluso de la decisión de su paternidad en temas de aborto.

Hoy me pueden  preguntar si me gustó y podría decir que la película me pareció interesante, me obligó a investigar y a cuestionarme. Pero no me vestiré de rosa, me deja la posibilidad de creer que no estoy siendo arrasada por la maquinaria del consumo del todo, o quizá pueda ser que todavía queda una rebeldía interna que me impulsa. Hoy me visto de negro. 

Por DZ

Claudia Gómez

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