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El elixir de los niños
El elixir de los Niños. Foto RTVE.es

Sin duda soy producto de la sociedad de consumo que se ha apoderado de la humanidad en los últimos doscientos años a pasos devastadores. Crecí en una época donde los cambios alimenticios comenzaron a engordar las arcas de las industrias de la alimentación y sus resultados comenzaron a verse en la morfología del cuerpo humano que comenzó a acumular grasa en la cintura e inevitablemente en las nalgas. Podríamos decir que el aumento de la obesidad y el sobrepeso en todo el mundo, según los informes de la OMS, se ha más que duplicado a nivel mundial desde 1975.

En mi generación en la mayor parte de los hogares, sobre todo en las ciudades, poco a poco de la mesa del desayuno fue desapareciendo la fruta, los huevos, el pan hecho en casa y la leche que traía el lechero y estaba llena de nata. Fueron sustituidos por una caja de cereal con la excusa de que el huevo era dañino causante del temido colesterol y por la vertiginosa vida que se iba apoderando de los hogares, cuando los dos padres comenzaron a trabajar y era mucho más rápido llenar un tazón de hojuelas, un poco de leche en tetrapack y voila.

¿Pagarían a las empresas de gobierno que certificaban que esto era mejor? Estoy convencida que sí. La caja del tigre se fue convirtiendo en el elixir de los niños, un alimento ultra procesado lleno de azúcar añadida en cantidades suficientes para hacerlo irresistible y volverlo una adicción.

Mi madre fue una opositora férrea a estos alimentos y estaban prohibidos en la alacena de mi casa, pero no fue suficiente. El hechizo mediático y el que en casa de mis amigas si se consumieran, sirvió para que yo lo hiciera a escondidas escabulléndome a la tiendita de la esquina por la ventana de mi cuarto que estaba en un segundo piso, brincando a una jacaranda bellísima que me servía de escalera, después de darle un zarpazo a su billetera. Ya de adulta los consumía a mansalva y a mi familia les coloqué este veneno sin saber lo que generaba.

Rompemos el ayuno con lo primero que comemos en la mañana y a eso lo bautizamos como desayuno. Es curioso como la historia de las cosas que se vuelven costumbre, tienen raíces inimaginables y esta costumbre de desayunar con cereal, está ligada a creencias religiosas que crearon un imperio.

Estoy hablando de las que acunan a la Iglesia adventista del séptimo día, una iglesia cristiana protestante a la que pertenecen actualmente unos 18 millones de personas en el mundo. Nació en los Estados Unidos como consecuencia de las predicaciones de William Miller (1782-1849) Este buen hombre comenzó a predicar que el regreso de Jesucristo era inminente y que ocurriría en una fecha específica. Esta creencia atrajo a muchas personas y resultó en lo que se conoce como el Movimiento Millerita. El y sus seguidores basaron sus cálculos en la interpretación de los libros bíblicos de Daniel y Apocalipsis.

La fecha predicha para el regreso de Cristo, conocida como el “Gran Chasco”, fue el 22 de octubre de 1844. Cuando esa fecha llegó y el evento esperado no ocurrió, muchos quedaron desilusionados y confundidos. Algunos líderes y seguidores del movimiento comenzaron a reevaluar sus creencias y a buscar una comprensión más profunda de lo que había sucedido. Así que a partir de esta premisa, surgió un grupo de creyentes que llegó a la conclusión de que en 1844, Jesús había comenzado un ministerio celestial de juicio en el cielo, en lugar de un regreso literal a la Tierra.

Este grupo fue liderado por figuras como James White y Ellen G. White. En 1863. La iglesia adoptó el nombre de “Iglesia Adventista del Séptimo Día”, haciendo referencia al séptimo día de la semana que para ellos es el sábado, observado como día de descanso y adoración (aunque para muchos es el domingo, seguro habrá quien piense que es el martes o el jueves y es que es tan subjetivo). En ese momento comenzaron a crear reglas, rituales, creencias y una forma de vivir conforme a ellas, así proclamaron que son la única iglesia verdadera por el simple hecho de guardar el sábado y poseer luz adicional de la verdad que está en, “los libros de Ellen White”.

Para ellos, estos textos los identifican como la única organización aprobada por Dios, libre de errores y falsas doctrinas, con una segura dirección profética. Creen que observar el sábado, dividirá a los verdaderos adoradores, de los falsos y estos llevarán la marca de la bestia dominguera, en cambio los que estén de acuerdo con esta premisa y el sábado sea su día de guardar, tendrán el sello de Dios.

Con estas creencias John Harvey y Will Keith Kellogg su hermano fundaron la Battle Creek Toasted Corn Flake Company el 19 de febrero de 1906. Jhon trabajaba en el Sanatorio de Battle Creek quien le había dado una beca para estudiar Medicina en la Universidad de Nueva York. Trataba adicciones y solía realizar poco ortodoxas y extravagantes prácticas médicas para tratar a sus pacientes, entre ellas se encontraban, por ejemplo, baños de agua helada, enemas de yogurt y máquinas que abofeteaban.

En todo caso, gozaba de un gran prestigio como doctor gracias a sus dotes de escritor, conferencias y columnas mensuales publicadas en populares revistas de salud. El llevaba sus creencias religiosas al punto de condenar todo tipo de actividad sexual. Su forma de pensar era tan rígida y sus posturas tan radicales que, pese a haberse casado con Ella Eaton, dormían en habitaciones separadas y se mantuvo célibe durante toda su vida. En su luna de miel, la pareja se dedicó solamente a trabajar en obras clínicas.

Para Jhon, la actividad más pecaminosa y dañina para la salud, era la del onanismo, es decir, la masturbación convencido de que ahí radicaba el origen de muchas enfermedades. Así creó un alimento destinado a reprimir los instintos primarios. Para él los alimentos animales incentivaban el deseo sexual y que los alimentos vegetales lo desincentivaban por lo que siempre fué vegetariano.

“Nada, ni la guerra, ni una plaga, ni la viruela, ni ninguna otra enfermedad, nada es tan dañino ni tan desastroso para la humanidad como el pernicioso hábito del onanismo.” -Eran sus palabras al respecto.
Investigó distintos tipos de alimentos para encontrar los más anafrodisíacos y ensayó varias dietas con el fin de encontrar la más adecuada para menguar el apetito sexual de sus pacientes, desarrollando un desayuno a base de trigo hervido y después creó las primeras hojuelas de maíz planchado.
El producto fue un completo éxito entre sus pacientes. Cuando partían del sanatorio, pedían cajas repletas del cereal para llevarlo a sus hogares y luego escribían cartas al doctor para que les enviara producto hasta sus casas, a través del servicio de correo. Ante la alta demanda, decidió estandarizar la producción y distribución para atender todos los pedidos, de lo cual se encargó Will, que había fracasado en la empresa familiar que fabricaba escobas y le vino como anillo al dedo.
Con el innovador producto de los hermanos extendiéndose por Battle Creek, la industria de alimentos saludables, empezó a florecer en la región y no tardaron en aparecer otros que intentaron copiarlos.
Con el tiempo ciertas disputas sobre cómo gestionar el negocio separó a los hermanos profesionalmente y se dice que incluso esta separación trastocó su relación personal. Entonces Will funda su propia compañía. Corría el año 1906 y su nombre fue Battle Creek Toasted Corn Flake Company. Tiempo después sería renombrada como Kelloggs. Actualmente, la compañía que nació con esta bizarra historia, se ha convertido en el líder mundial en el sector alimenticio y tiene un valor en el mercado de más de $21 mil millones de dólares.
En los años 20, miles de personas estaban migrando del campo a las ciudades, una gran sequía hizo estragos en algunos estados, lo que ocasionó una grave crisis alimentaria. Los productos frescos eran difíciles de conseguir, los sistemas de refrigeración ni siquiera existían y conservar grandes cantidades de alimentos era un gran problema. Las personas consumían alimentos de muy baja calidad o incluso en mal estado. Comer bien se convirtió en un lujo de la clase alta.
Al ser tan económicos, la pobreza se convirtió en su mercado potencial y en ganancias multimillonarias, me llama mucho la atención que el costo de la caja fuera mayor al del contenido. Eran fáciles de conservar, pudiéndose guardar hasta por varios días sin dañarse ni perder su sabor. Hoy estos cereales que provienen de los tan contreviarseles transgénicos, fumigados y fertilizados con químicos dañinos, además contienen TBHQ, unas siglas que refieren al hidroquinona terc-butilo, un compuesto químico utilizado comúnmente como antioxidante en la industria alimentaria para prolongar la vida útil y evitar que se oxiden y se vuelvan rancios. Un derivado del petróleo que se usa en los encendedores, cosméticos y la goma de mascar. Me duele pensar que durante mucho tiempo envenene el cuerpo de mis hijos con tantos químicos y de pronto una imagen de mi madre se asoma recordandome que tenía razón.
Casi la mitad de lo que viene en la caja es azúcar. Solo en un tazón hay 13 gramos de azúcar, unos dos sobres. Hoy sabemos lo que el azúcar hace a nuestra sangre, provoca un pico de la hormona insulina, que se ocupa de que toda esa glucosa que después se convierte en grasa y se deposita en tu cintura o tu trasero. Al cabo de una hora, la glucosa ha bajado de golpe y estás mareado, de mal humor y hambriento, listo para comer cualquier golosina que encuentres. Al cabo de unos años, there you go: obesidad, diabetes y otras enfermedades que son gestadas por este y otros tantos alimentos dañinos a los que nos hemos acostumbrado, minando nuestra salud.

Así que uno de los alimentos más cotizados del mercado, fuente de muchos de nuestros problemas alimentación, tiene una relación además una relación que toca a la sexualidad. Es curioso como esta se ha usado como una forma de mantener la estabilidad social y el control sobre las poblaciones en muchas culturas.

Ciertas ramas del cristianismo, el islam y algunas tradiciones ortodoxas y conservadoras del judaísmo han castigado a lo largo de la historia la sexualdiad y esta fue usada como un arma de control sobre las personas. Sin duda la importancia de la continuidad del linaje familiar, la transmisión de la propiedad a través de la herencia y la relación con la reproducción son fuente de esto. El sexo solo para la reproduccion y solo casarse con hijos e hijas de otros clanes para hacer crecer el patrimonio, tener hijos para asegurar la continuidad de la línea de sangre y la propiedad. Así que el placer no tenía cabida y desde ahí es mejor prohibirlo. Dando pie a que el sexo se volviera algo oscuro y practicable como placer solo con prostitutas, concubinas y en el caso de las mujeres en el más absoluto secreto.
En el caso de los sacerdotes católicos además de que se argumenta que Jesús y varios apóstoles vivieron célibes y que esta elección fue vista como una forma de dedicación exclusiva a Dios, también es verdad que elimina posibles conflictos de intereses relacionados con la herencia y los bienes materiales que podrían surgir si los sacerdotes tuvieran familias. Será que acaso John Kellogg estaba influenciado por este mecanismo tan antiguo, a mi me parece que sí.
Me será inevitable sonreir de ahora en adelante cuando pase por el pasillo de los cereales de largo, pues hace muchos años que forman parte de mi dieta; recordaré como sus glamorosas cajas tienen una historia inolvidable. Hace unos 10 años expulse la comida chatarra de mi vida dando cabida a la comida orgánica y me da la impresión que al menos estoy en paz alimentándome mucho más sano y mientras he hecho estos cambios, algunos de mis hijos también.

Por DZ

Claudia Gómez

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