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Cactus (Sig. Es mejor no esperarse nada bueno)

Llegar abruptamente mirar la escena sin entender nada. Hay  tres hombres blancos acompañados de un sacerdote que empuña una cruz. El sol candente dibuja un territorio árido que alberga la historia de las comunidades más antiguas de la humanidad.

Los gritos desgarradores de una madre que lucha con desesperación no sirven de nada, se alza una polvareda; parece que  el aire levanta una denuncia silenciosa. Este es un acto de aberración que enmarca una época de casi un siglo donde cientos de miles niños fueron arrebatados de sus padres para “culturizarlos” pues para los ingleses los aborígenes australianos no eran más que un puñado de salvajes.

Arranca el coche, los niños lloran, sus gritos y sollozos acompañan el rodar de las llantas mientras se pierden en el camino. La madre queda golpeada a patadas y el choque de lo ocurrido le arranca el alma. Morirá al tiempo de depresión, se han llevado a sus tres hijos y no los volverá a ver.

Esta impotencia  de no poder hacer nada es profundamente dolorosa y es que no duele solo el alma, se desgarra en el corazón. Hay algo que tiene esas aristas que quedan grabadas en la historia de la humanidad como un acto abominable.

Me pasa que cuando imagino y puedo sentir lo que acontece, en verdad encarno las emociones y las vivo como si fuera posible.

Me duelen los brazos, siento que las piernas no me sostienen. Por dentro hay esta sensación de que esto debe ser el infierno, se me cae a pedazos la imagen de las llamas y los diablos de los cuadros de esta concepción aristotélica/tomista sacada del pensamiento de Dante Alliguieri, plasmada en los cuadros de Boticceli. Esto es peor, mucho peor.

¿Porque en nombre de Dios, en nombre del gobierno alguien quisiera robarle  a sus hijos a una población? La respuesta es brutal; porqué de esa manera se diezma.

Pero las pieles de tonos grises que todavía respiran en el continente, continúan mostrando con fuerza que pese a todo, seguirán recordándonos quienes son. Qué su paso por e mundo tiene el daño y las heridas infligidas a su pueblo, que cada poro en la piel  habla de cómo han sido llevados prácticamente al exterminio. Pero por encima de eso, lo más sorprendente es que sus voces surcan el mar hacia otros lares sembrando conocimiento porque hay tanto que tienen que enseñar.

Durante más de casi un siglo, mayoritariamente entre los años 1869 y 1976 aproximadamente, los niños aborígenes y los que fueron fruto de parejas mixtas, fueron arrancados de sus familias y llevados a “civilizar” trasladados a orfanatos y casas de acogida en las grandes ciudades, acabando la gran mayoría de ellos como mano de obra barata, en casas de blancos como sirvientes y criados.

En los orfanatos se les prohibía hablar su idioma, bailar o realizar cualquier actividad relacionada con su cultura y si lo hacían, eran duramente castigados. El objetivo era borrar todo rastro de la cultura nativa.

La mayoría de ellos jamás volvieron a ver a sus familias y siguen buscándolas al día de hoy.

Una desgarradora política racial que ha dejado un rastro de vidas rotas que luchan desesperadamente por saber quiénes son, a quienes pertenecen no solo legalmente, sino en su interior; en lo más profundo de su ser.

En el año 2000, para dar clausura a los Juegos Olímpicos de Sídney, una banda de rock de nombre Midnight Oil, en un acto valiente tocó usando camisetas que decían “perdón”, haciendo una referencia directa a la negativa del entonces primer ministro australiano John Howard de disculparse ante los indígenas australianos, por el maltrato histórico al que han sido sometidos desde que el hombre blanco puso sus pies sobre una tierra que no era suya, pero la tomo a la fuerza.

De pronto me parece insuficiente solo pedir perdón, así que encarnando a toda la humanidad caigo de rodillas, pongo mis manos en el pecho y luego las llevo hacia el suelo. Rindo mi cuerpo hasta quedar tendida y del alma me brotan lágrimas que buscan expresar un verdadero arrepentimiento. Es un momento donde todo el cuerpo me vibra y pido perdón como lo hacen los polinesios en nombre de toda la humanidad.

Me queda contarlo, que lo sepan, más por qué hay un sentido de una plegaria que debe unir el corazón para que nunca algo así se vuelva a repetir. Desde luego esto ha pasado en tantos lugares, pero quizá ir construyendo una oración colectiva dándonos cuenta, de lo que ha sucedido, sirva para sanar en lo profundo  y tejernos de nuevo.

Hoy no puedo desprenderme del personaje que es testigo, me cuesta abandonar el espacio. Así que decido quedarme un poco más, hasta que finalmente me doy cuenta que todo esto es parte de la condición humana.

DZ

*Las Generaciones Robadas (también llamadas Generación Robada y Niños Robados; en inglés, Stolen Generations) es un término usado para describir a aquellos niños de lis nativos de Australia, que fueron secuestrados y arrebatados de sus familias por el Gobierno australiano y por algunas misiones religiosas cristianas.

La extensión de los secuestros, y el razonamiento detrás de estos delitos, son objeto de controversia. Las pruebas documentales, tales como artículos de prensa e informes de las comisiones parlamentarias, sugieren una serie de razones. Las motivaciones evidentes incluyen la protección de los niños, la creencia de que ―en vista de la catastrófica disminución de la población negra después del contacto con los blancos― los negros no sabían mantener vivos a sus hijos, y el miedo a la mezcla de razas “de sangre pura” (de las personas de origen británico) con los pueblos aborígenes.

Se utilizó el término «robado» en el contexto de secuestrar a los niños de sus familias.

El Honorable P. McGarry, miembro del Parlamento de Nueva Gales del Sur, se opuso a la Ley de Protección de los Aborígenes de 1915 que permitía a la Junta de Protección de los Aborígenes secuestrar los niños aborígenes de sus padres sin necesidad de comprobar que habían sido descuidados o maltratados. McGarry describió la política como «robar el niño de sus padres».[1] En 1924, un artículo del diario Sun Adelaide declaró:

La palabra «robo» puede sonar un poco exagerada, pero hemos contado la historia de una madre aborigen desesperada, por lo que estamos seguros de que la palabra no está fuera de lugar.

Artículo en el diario Sun Adelaide (1924)

Un uso más reciente fue en la publicación The stolen generations: the removal of aboriginal children in New South Wales 1883 to 1969 (‘las generaciones robadas: la separación de niños aborígenes en Nueva Gales del Sur desde 1883 hasta 1969’), publicada en 1981 por Peter Read. En 1997 se publicó Bringing them home – Report of the National Inquiry into the separation of aboriginal and Torres Strait islander children from their families (‘la vuelta a casa – Informe del National Inquiry acerca de la separación de los aborígenes y los isleños del estrecho de Torres.

La aceptación del término en Australia se ilustra por la disculpa formal del Estado australiano, el 13 de febrero de 2008, por las Generaciones Robadas, presentada por el primer ministro, Kevin Rudd, y aprobada por ambas cámaras del Parlamento de Australia.

En el período 1997-2001, algunos gobiernos estatales y territoriales ya se habían ofrecido disculpas.

Sin embargo, sigue habiendo oposición a la aceptación de la validez del término «generaciones robadas». Esto fue ilustrado por John Howard (ex primer ministro), quien se niega a pedir disculpas, y John Herron (entonces ministro de Asuntos Aborígenes y de los Isleños del Estrecho de Torres), en abril de 2000. Otros que se niegan a pedir disculpas son Peter Howson (ministro de Asuntos Aborígenes en 1971-1972), Keith Windschuttle y Andrew Bolt. Otros argumentan en contra de estos críticos, en respuesta a Windschuttle y Bolt en particular.

A las 9:30 del 13 de febrero de 2008, el entonces Primer Ministro de Australia, Kevin Rudd presentó la disculpa a los aborígenes australianos como una moción para ser votada por el Parlamento.

El texto traducido al español de la disculpa es el siguiente:

Hoy honramos a los pueblos indígenas de estas tierras, las culturas más antiguas constantes en la historia humana.

Se reflexiona sobre el maltrato pasado.

Reflexionamos, en particular, sobre los malos tratos que sufrieron las Generaciones Robadas – En este capítulo manchado de nuestra historia nacional.

El tiempo de pasar a una nueva página ha llegado para la nación, una nueva página en la historia de Australia para corregir los errores del pasado y así avanzar con confianza hacia el futuro.

Pedimos disculpas por las leyes y políticas de los sucesivos parlamentos y gobiernos que han causado profundo dolor el sufrimiento y la pérdida de nuestros compañeros, estos australianos.

Pedimos disculpas especialmente por la eliminación de los aborígenes y los isleños del Estrecho de Torres, niños de sus familias, sus comunidades y su país.

Por el dolor, el sufrimiento y el dolor de estas generaciones robadas, sus descendientes y los de sus familias que quedaron atrás, pedimos perdón.

A las madres y los padres, los hermanos y las hermanas, por la ruptura de las familias y comunidades, pedimos perdón

Y por la indignidad y la degradación así infligida a un pueblo orgulloso y a una cultura orgullosa, pedimos perdón.

Nosotros, el Parlamento de Australia solicitamos respetuosamente que esta disculpa sean recibidas en el espíritu con el que se ofrece como parte de la curación de la nación.

Para que el futuro, no se desanime; resolviendo que esta nueva página en la historia de nuestro gran continente ahora se puede escribir.

Nosotros hoy damos el primer paso al reconocer el pasado y reivindicando un futuro que abraza a todos los australianos.

Un futuro en el que este Parlamento resuelve que las injusticias del pasado no debieron nunca, nunca vuelva a suceder.

Un futuro en el que aprovechamos la determinación de todos los australianos indígenas y no indígenas, para cerrar la brecha que hay entre nosotros de la esperanza de vida, logro educativo y las oportunidades económicas.

Un futuro en el que la posibilidad de adoptar nuevas soluciones a los problemas persistentes en viejos enfoques han fallado.

Un futuro basado en el respeto mutuo, la resolución mutua y la responsabilidad mutua.

Un futuro en el que todos los australianos, cualesquiera que sean sus orígenes, son socios verdaderamente iguales, con igualdad de oportunidades y con el mismo interés en la conformación del próximo capítulo en la historia de este gran país, Australia.”

Datos de El Instituto Australiano de Salud y Bienestar que ha elaborado por primera vez una visión detallada de los extensos problemas que sufre LA GENERACIÓN ROBADA.

El estudio arroja que los miembros de las generaciones robadas están en peor estado de salud que otros australianos indígenas y tienen mayores probabilidades de sufrir condenas de cárcel, carecer de un techo o estar desempleados.

Resultados del estudio de Stolen Generations:

  • 17.000 miembros de la generación robada siguen vivos
  • El 56% por ciento son mujeres
  • El 79% vive en áreas no remotas
  • 66% tenían más de 50 años en 2014/15
  • Tienen 3.3 veces más probabilidades que otros australianos indígenas de haber estado encarcelados en los últimos cinco años
  • 1.8 veces más probabilidades de depender de los pagos del gobierno como su principal ingreso
  • 1.7 veces más probabilidades de experimentar violencia y de no ser dueño de su propia casa
  • 1.6 veces más probabilidades de estar desempleado, con mala salud, o haber experimentado la falta de vivienda
  • 1.5 veces más probabilidades de tener problemas de salud mental, y de experimentar discriminación
  • 91% nunca han completado el año doce en sus estudios
  • 67% por ciento vive con una discapacidad
  • 66% vive en los hogares de más bajos ingresos
  • 62% por ciento están desempleados

(Fuente: AIHW informe de generaciones y descendientes robados aborígenes e isleños del estrecho de Torres)

68 por ciento de los niños indígenas fueron trasladados a las viviendas de sus familiares o entorno cercano, así como cuidadores indígenas y centros de cuidado para indígenas el año pasado.

https://www.elmundo.es/elmundo/2008/02/13/internacional/1202858496.html