Hoy en día nos puede parecer algo cotidiano, pero qué hubieran dado nuestros ancestros por tener el don del fuego en una pequeña caja
¿Dónde estaría la humanidad sin el fuego? Este ha sido un punto central en la historia de la civilización, desde poder cocinar animales hasta alumbrar la noche.
Así como la humanidad ha evolucionado, también evolucionó la manera de encender fuego, pasando de los chispazos entre piedras a los cerillos que actualmente siguen ocupando un lugar en la mayoría de las cocinas.
El proceso de fabricación empieza en el bosque de forestación de álamos que poseen algunas compañías. El período óptimo de crecimiento de los árboles para aprovecharlos mejor son 15 años. Los árboles se talan y se trasladan a una fábrica de cerillos.
Los troncos son cortados en segmentos de 60 centímetros para más tarde ser cilindrados. Un torno les quita la corteza y prepara la superficie para ser laminada más tarde. Las láminas de madera se cortan en dos sentidos para obtener las miles de pequeñas varillas de madera.
Los pequeños palos de madera se someten a un baño químico que evita que se hagan brasas al encenderlos, después se pulen para eliminar las astillas.
Después, un sistema automatizado va clavando todas las unidades en una enorme cinta transportadora para sumergirlos en parafina, una sustancia que permite que la llama dure lo suficiente para que el fuego pueda llegar a la madera.
Después de estos procesos, los pequeños palos de madera pasan al momento clave en la elaboración de cerillos: se sumergen en la pasta fosfórica y adquieren su característica cabeza de color.
Lo que sigue son 40 minutos de secado, para más tarde rellenar las cajas.
A continuación un video que ilustra la fabricación de cerillos:
https://youtu.be/N_zNmvWBYOw
Con información de Conexión Brando