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Testimonio de familia sobreviviente al tsunami de Tailandia, a 10 años
Foto de Newsweek

El próximo 26 de diciembre se cumplen 10 años del tsunami que azotó las costas de Tailandia, uno de los sitios más atraídos por los turistas debido a la belleza natural de ese lugar.

A pocos días de que se cumpla un aniversario más de esta tragedia, la revista Newsweek en su versión en español publicó un extenso texto y fotografías del testimonio de una familia de orígenes mexicanos-estadounidenses que en aquella fecha eligieron las playas de Tailandia para vacacionar.

Norma y su esposo Brian Dewald—ella mexicana, él estadounidense—acudieron a vacacionar con sus hijas y con los papás de Norma, pero como sucede en muchos viajes comenzaron a presentarse algunos contratiempos que tal vez anticipaban la tragedia.

El primero fue que debieron hospedarse en el hotel de la playa Patong debido a un error de la agencia donde compraron su viaje. La idea original era pasar varios días en Phi Phi, pero el destino les reservó un lugar en la isla principal de la zona, Phuket, se lee en el reportaje de Newsweek firmado por Manuel Baeza

El otro contratiempo para la familia Dewald fue que descubrieron que la agencia también sobrevendió lugares para la salida a bucear, así que invirtieron las actividades de las vacaciones: el domingo 26 de diciembre irían a la isla Phi Phi (algo que planeaban hacer el lunes) y Brian iría a bucear al día siguiente.

Una noche antes, Norma escribió un correo electrónico contando a sus amigos y familiares su visita a Tailandia. En el correo hablaba de todos los lugares que quedaron destrozados tras ocurrir el tsunami.

En entrevista, Norma recordó que “Cuando ya nos íbamos a ir, mi mamá salió del baño diciendo que se había mareado. Yo, sin saber que ya había comenzado el temblor (que originó el tsunami), le dije que no iba a dejar que me manipulara. Que ella iba a subir a la lancha, y las niñas también. Mi mamá se subió enojada y emprendimos camino”. Los abuelos le habían propuesto al matrimonio que ellos hicieran el viaje solos, mientras ellas cuidaban a sus hijas de apenas un año.

La familia realizaría un recorrido de aproximadamente una hora para cruzar de la playa Phuket a Phi Phi, pero antes de desembarcar en la isla para pasar un día completo en ella, el lanchero bordeó la costa a fin de que los turistas tomaran fotos. Luego preguntó si alguien quería practicar snorkel en las aguas cristalinas, sugerencia que fue aceptada por muchos, entre ellos Norma y Brian.

“Les dimos las bebés a nuestros papás y nos estábamos poniendo el equipo, cuando el lanchero aceleró. Nosotros perdimos el equilibrio y caímos sobre el piso”, explica Norma. “Me levanté a reclamarle al lanchero, pero él volteó y me dijo: ‘En mis 12 años de trabajo, no sé qué sea, pero jamás he visto algo así’. Y señaló hacia atrás de él, hacia el mar. A lo lejos se podía ver una pared muy alta, alargada, pero redondeada de arriba. Sin rompimiento. Se veía gris. Venía hacia nosotros”. Era la ola del tsunami.

La reacción del lanchero fue muy rápida, pues enfiló el bote hacia una serie de enormes rocas cercanas a donde ellos se encontraban. No fue el único en actuar así. Al menos una docena de botes con turistas, y un velero con una pareja, buscaron el mismo refugio.

“Nos metió escondiditos. Las piedras hacían como una cuevita. Eran muy altas. Allí nos estacionó. La lancha se movía mucho con las olas. Llegó un momento en que veías el mar de lado. En cualquier momento te podías caer”. El lanchero, Nos salvó la vida”, explicó Norma.

Según el testimonio de la mexicana, el actuar del lanchero siempre fue muy amable y profesional pese al ambiente de estrés que se vivía, incluso cuando recibió la llamada de la marina, donde le informaron que había ocurrido un maremoto

¿qué nos puede pasar?, preguntó Norma.

Me dijo que no me iba a mentir. Que él no sabía porque nunca había estado en una situación así.”

Tras el paso de la primera enorme ola, vino una segunda pero tanto su familia como los turistas europeos, estadounidenses y canadienses ya portaban salvavidas y continuaban ocultos entre las mismas rocas

“Estuvimos otro rato. Ya habíamos visto el calibre del tsunami. Mi papá había dicho que tal vez se había exagerado, pero el lanchero recibió otra llamada de que en Patong todo se había perdido. Y mi papá decía que exageraban. Pero ya cuando vimos la isla de Phi Phi con nuestros propios ojos, es cuando ya te entra más miedo. Porque entonces ves de lo que es capaz de hacer un maremoto”, recuerda Norma.

Tras los momentos de tensión y muchos decretos que hizo en silencio la familia, pudieron ponerse a salvo aunque lo peor no había pasado, pues una vez que “se tranquilizaron un poco las aguas, nos regresaron a la marina. Allí fue el shock porque prendieron la televisión”, dice Norma.

Ni Brian, ni Norma, ni nadie de los pasajeros conocía el nombre de quien les había salvado la vida, pues luego de que los turistas desembarcaron en la marina no supieron más de él, no pudieron nunca darle las gracias en persona.

Brian recuerda que aun cuando lograron llegar a la marina, tuvieron que permanecer por casi cuatro horas, y no había más turistas que su familia y los demás tripulantes de la embarcación

“No se pueden mover porque no hay a dónde ir”, explicaban los tailandeses a Brian.

Durante su espera lo único disponible para comer era arroz y agua, y su entretenimiento era ver en la televisión la información de lo que había generado el tsunami a través de la señal de CNN.

Uno de los momentos más tensos que vivió la pareja fue cuando en medio de los momentos de desesperación comenzaron a escucharse cohetes y todo el mundo brincó del miedo.

Algunos, entre ellos los testimonios de Newsweek reclamaron y pidieron que tuvieran un poco de consideración.

Norma recuerda: “Nunca nos imaginamos que Brian y yo íbamos a terminar llorando. Nos dijeron que uno de los señores que estaba subiendo a una lancha llegaba diario desde Phi Phi a trabajar a la marina, y que su esposa y sus hijos, como siempre, se habían quedado en la isla. Que en Tailandia tienen la costumbre de que cuando le quieren desear buena suerte a alguien, prenden cohetes. Y que habían prendido los cohetes para desearle a este señor buena suerte y que encontrara a su familia, porque no las había podido localizar en todo el día. Y que lo más seguro es que hubieran fallecido, pero que su religión les enseñaba a tener fe.

Fue hasta las 19:00 h, cuando la familia emprendió el camino de regreso a Patong a bordo de una camioneta. El viaje duró casi dos horas, y no porque la distancia fuera grande, sino porque durante el trayecto estaba lleno de obstáculos. “Uno tras otro automóviles varados a un costado del camino”, detalla Brian.

Antes de bajar, se les advirtió que el lugar donde se habían hospedado era una zona destrozada.

Testimonio de familia sobreviviente al tsunami de Tailandia, a 10 años - tsunami

                                                                                                                                  Foto de Newsweek

“No nos podíamos acercar a la zona del hotel. Todo se había caído. Había cristales, alambres, postes. La gente caminaba por las calles”, detalla Norma.

Los siguientes tres días continuaron igual de tortuosos para la familia, continuaban con el traje de baño y sandalias pues las grandes olas se habían llevado sus pertenencias. Norma recuerda que ocupaba las toallas del hotel como pañales para sus niñas.

“No recuerdo haber comido nada en tres días. A mis hijas les dábamos el dedo (para que lo chuparan). Solo había agua embotellada. Y no había dinero.”

Veían flotando cadáveres en la playa de Patong, pues a través de una tarea titánica los policías eran los responsables, porque hasta donde recuerdan Norma y Brian no hubo ni soldados, ni rescatistas pese a la tragedia que desató la naturaleza.

Fue hasta el tercer día cuando llegó la Cruz Roja enviados por las autoridades tailandesas, y pudieron dejar los trajes de baño para cambiarse con ropa de la corporación de rescate.

Brian dijo a Newsweek que la calma llegó cuando volaron hacia Bangkok, capital de Tailandia “Hasta que llegamos a Bangkok me sentí a salvo. Me pasé todo el vuelo decretando. Al momento de despegar muchos comenzaron a llorar por el desprendimiento de la persona que se quedaba atrás. Había mucha tristeza en el vuelo. Y había tanta negatividad en el vuelo, tanta tristeza, que no me sentía segura.”

Ya en Bangkok “había dos puestos. Uno de Estados Unidos, y el de México. Dudaron de la actuación de las autoridades mexicanos, incluso asegura Norma se vieron “malinchintas” y finalmente decidieron por el de Estados Unidos porque tenían más posibilidades de que nos ayudaran.

“Fuimos, nos ayudaron, nos llevaron a la embajada (de Estados Unidos), todo perfecto. Nos dieron ropa de la Cruz Roja, nos pasaron a las oficinas, nos hicieron llenar formas para los pasaportes de mis hijas y de Brian. Nos iban a ayudar a los mexicanos por ser yo su esposa y mis papás los suegros. Estábamos supercontentos.

Sin embargo, en la embajada estadounidense tenían que firmar un documento para recibir un préstamo y en cuanto llegaran a China, donde residían tenían que depositar en una cuenta bancaria.

La familia Dewald se trasladó a la legación mexicana. “Allí nos recibió el cónsul”, explica Norma. Ahí el cónsul les ofreció 500 dólares a cada uno, a Brian también pese a ser americano.

“Les vamos a hacer la reservación en un hotel. Y los van a llevar al centro comercial para que hagan sus compras. Y les vamos a restituir sus pasaportes, les vamos a dar sus boletos a cada uno para México”, ofreció la representación diplomática.

Norma explicó que ellos vivían en China. “Y nos dijeron: ‘No se preocupen, les damos boletos a China’. Y como mis papás tenían sus maletas en China, nos dijeron: ‘No se preocupen, les damos (a ellos) boletos a China y boletos para México’.”

Los siguientes días la familia Dewald los pasó en Bangkok, a la espera de que los diplomáticos mexicanos les consiguieran un vuelo de regreso a China.

Seis meses después del tsunami, Norma, Brian y sus hijas regresaron a Tailandia. Lo hicieron pensando en superar la experiencia vivida. Fueron más de 20 días los que pasaron en el lugar buscando descansar y, al mismo tiempo, dejar atrás lo vivido. Más de 20 días en que, pese a estar en la playa, no tocaron el mar ni un solo instante.

Testimonio de familia sobreviviente al tsunami de Tailandia, a 10 años - tsunami2
Foto de Newsweek

Hasta hace apenas unos meses, Norma buscó superar el miedo que le causa el océano, sin embargo solo pudo meter los pies al mar de Puerto Vallarta.

Con información de Newsweek