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Mexicano narra su estancia en Nigeria ante ébola
Foto de Internet

Medios de comunicación mundiales narran la situación del ébola en África Occidental, sobre la situación que se vive en los hospitales y los centros de atención, sin embargo, siempre es interesante conocer el punto de vista de un connacional, quien actualmente se encuentra viviendo en Nigeria, uno de los países con brotes de la epidemia.

Luis González vive en Nigeria con 11 mexicanos más y narra las condiciones de pobreza de los habitantes de ese país, donde se muestran realmente los nulos cuidados sanitarios y la desnutrición que padecen los habitantes, sin duda un foco muy propenso para las infecciones de cualquier tipo.

El originario de Saltillo explica que al caminar por las calles del país puede observar cuerpos de personas que fallecieron por hambre; lo más alarmante, es que estos empiezan su proceso de descomposición natural sin que las autoridades hagan algo al respecto.

Además de muertos, también se puede observar como la gente hace sus necesidades fisiológicas en la calle. “Está feo, cualquier hombre orina y defeca donde sea, falta mucha cultura sanitaria, da tristeza ver cómo viven las familias por acá, pero se le rescata que es un pueblo muy unido y exageradamente religioso”, narra el coahuilense.

Afortunadamente los mexicanos se encuentran viviendo en la localidad de Enugu donde son atendidos y auxiliados diariamente por el Gobierno para evitar cualquier desgracia. Sin embargo, viven con el temor de que puedan resultar infectados por las malas condiciones sanitarias con las que tienen que convivir diariamente, pues a pesar de tener un guardaespaldas de 2.10 metros, este no puede bloquear la entrada de cualquier virus.

Otra de las cosas que lamenta Luis González es que la gente pide limosna a cualquier persona de otro país que ve, desesperados por al menos comer una vez al día, pues afirma que los más afortunados pueden degustar alimentos dos veces diarias. “Hasta llegan a ofrecer a sus hermanas sexualmente para tener dinero”, agregó el mexicano.

Las personas vestidas adecuadamente solamente existen en los medios y en los hospitales especializados, afirma Luis González, pues asegura que mucha gente en las comunidades continúa su vida a la que están acostumbrados, sin ninguna información sobre la epidemia.

“El cadáver de una mujer duró 8 días por lo menos y nadie lo recogió hasta que explotó el cuerpo”, narra Luis, a quien además le tocó ver a un niño que fue atropellado y duró cuatro días en la calle el cuerpo. La costumbre es no recoger los cadáveres, provocando un foco de infección no solamente para el ébola, sino también para otras como la malaria que también azota varias comunidades del continente.

Con información de Zócalo