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#LaPeorMamá Ley anti chancla
Foto de Archivo

“Senado prohíbe a padres dar nalgadas, cachetadas y zapes a sus hijos”.  Se lee en el título de una nota periodística. En otro medio: “Senadores aprobaron Ley “Anti chancla” para prohibir castigos corporales a niñas, niños y adolescentes”.

La llamada ley “anti chancla” y surge de los números proporcionados por la UNICEF que indican que 6 de cada 10 infantes de entre 1 y 14 años de edad han experimentado algún tipo de violencia como método de disciplina.*

La modificación consiste en agregar el siguiente párrafo al artículo 44 de la Ley General de los derechos de Niñas, Niños y Adolescentes:

“Queda prohibido el uso del castigo corporal en todos los ámbitos como método correctivo o disciplinario a niñas, niños y adolescentes”.*

Las reacciones que he visto en las redes sociales pasan por todos los tonos y opiniones y son mas o menos así:

“Aplausos”.
“A a ellos ¿qué les importa cómo educo a mis hijos?”
“Uy, ¡ya valí! Mis hijos me van a mandar a la cárcel”.
“Pues a mí me dieron mis buenos cuando estaba chico y no estoy traumado. Lo que pasa es que ahora queremos criar niños débiles y quejicaes”.

“Por supuesto que les pego a mis hijos y lo seguiré haciendo. Así es como uno logra controlarlos”.
“Muy bien, ahora que los chamacos golpeen a los padres”.
“Qué mal. Un chancletazo no le hace mal a nadie. Es el mejor psicólogo”.

En fin, podría llenar páginas y páginas de todos los comentarios que encontré tanto a favor como en contra, pero muchos más en contra. En contra de la ley, no de los golpes. Al parecer, el sentir general es que la mejor forma de “educar” a un hijo es con golpes.

Voy a escribir desde mi propia experiencia y conocimiento. Por supuesto que cada quien es libre, como siempre, de pensar lo que mejor le convenga.

Yo solía pensar “mas vale una nalgada a tiempo”. Y las di.

A #minispeedy le di una en la vida cuando tenía unos 3 y jamás en la vida volvió a hacer nada que a mi parecer requiriera dicho correctivo. Por cierto, cuando se la di me sentí morir, la culpa no me dejó por días.

Con #miniplausi la historia fue muy diferente. Me la nalgueé más de lo que quisiera aceptar. La primera vez, también sentí horrible, pero ¿saben? no arreglé nada, siguió haciendo lo mismo o peor y llegué a darle nalgadas sin sentir feo por ello.

Así que sé, por experiencia propia, que no siempre las nalgadas o pellizcos o coscorrones funcionan.

Un buen día aprendí algo que me dejó helada:

“Una nalgada (golpe, pellizco, etc) nace de nuestra necesidad de venganza (como padres)”.

¡Auch! Fue duro escucharlo y fue más duro aceptar que era cierto. Es terrible darte cuenta que lo que buscas es lastimar a tus hijos para que “entiendan” porque “no puedo permitir que me tome la medida”.

Cuando nuestros hijos hacen algo que nos enoja o que va en contra de lo que les dijimos, nos sentimos completamente amenazados por ellos y nuestra reacción es vengarnos de esa mala conducta. En realidad sentimos una enorme impotencia.

Lo sé, lo he sentido. No me lo han contado.

No sé ustedes, hablaré por mi misma y reconoceré que en más de una ocasión me he cachado pensando: “¿Cuál será el mejor castigo? Pero algo que en serio le duela, para que no lo vuelva a hacer”.

¿De verdad creemos que es necesario lastimar a los niños para que entiendan? ¿De verdad entienden con los golpes o solamente logramos infundir miedo?

Yo no vengo a decirle a nadie cómo educar a sus hijos o si deben o no darles nalgadas o gritarles o castigarles el Nintendo y la televisión por lo que les resta de vida. Cada quien es libre de elegir el método de crianza que quiera.

Lo que si puedo decirles es que llevo ya un buen tiempo sin pegar, pellizcar ni castigar. ¿Grito? Sí, sí grito. Aún no soy capaz de controlarme al 100 por ciento, pero los resultados que he visto con el tipo de crianza que llevamos en casa me ha sorprendido enormemente.

Y no, mis hijos no hacen lo que se les pega la gana. Mis hijos no me tienen tomada la medida. Mis hijos cooperan y hacen las cosas que les corresponde hacer. No siempre convencidos de ello porque, seamos sinceros ¿a quién le encanta tender camas o lavar platos?

Es muchísimo más difícil encontrar autocontrol y paciencia para lograr la cooperación, que darle rienda suelta a nuestras reacciones de enojo. Es mucho más fácil dar una nalgada, que dedicarle el tiempo y la atención necesaria para conectar con ellos y lograr una sana convivencia.

A mí me cuesta muchísimo trabajo, pero he visto tan buenos resultados que estoy dispuesta a seguir haciendo el esfuerzo.

Así que nadie me preguntó, pero aquí va: Independientemente de la ley o no la ley, ningún niño debería ser golpeado como consecuencia de sus actos pues hay formas diferentes y mucho más efectivas a largo plazo de lograr que sean responsables de sus actos y decisiones.

Gracias por leer

#LaPeorMamá