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Desde mediados del 2014, los precios del petróleo han caído 70% y han alcanzado su nivel mínimo en 15 años. La razón fundamental detrás de esta estrepitosa caída tiene dos caras: una sobreoferta de crudo y una desaceleración en la demanda a nivel global, como consecuencia de un menor crecimiento económico del mundo emergente (principalmente China).

La sobreoferta se debe a un aumento en los niveles de producción en los países fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en combinación con la decisión de los grandes productores marginales, como Arabia Saudita y la mayoría de la OPEP, de no restringir su volumen de exportaciones, como históricamente había sucedido.

Aunque muchos especialistas estiman que el precio del petróleo ya se encuentra en territorio de sobrerreacción y que los precios pronto se estabilizarán para de ahí comenzar un gradual proceso de recuperación hacia los 40 a 50 dólares, en el mediano plazo, y 60 dólares en el largo plazo, la evidencia histórica nos dice que esto podría tomar varios años.

Por otro lado, aunque el nivel actual de precios ha contribuido a una fuerte contracción en los recursos destinados a la inversión en exploración y producción, que tarde o temprano debería traducirse en una desaceleración en la oferta de crudo, la historia nos dice que esto podría ser muy tardado.

Entre 1986 y el 2003, el precio del barril de petróleo Brent promedió 20 dólares. Durante este periodo, los precios del crudo se mantuvieron deprimidos como resultado de circunstancias que a primera vista son similares a las de hoy: una desaceleración en la demanda y una sobreoferta de crudo a nivel mundial.

Por un lado, la reducción en la demanda se dio principalmente en las economías desarrolladas, como resultado de cambios estructurales en los patrones de consumo, después de la crisis petrolera de los años 70.

Por otro lado, la oferta de crudo experimentó un fuerte aumento debido a incrementos en los niveles de producción por parte de países no miembros de la OPEP y la decisión de Arabia Saudita, en 1986, de abandonar su papel como defensor del precio, al aumentar su producción de crudo a la totalidad de su capacidad. Este entorno prevaleció hasta el 2004, cuando la demanda —impulsada por el fuerte crecimiento económico de países emergentes como China y un periodo de buen crecimiento económico en economías desarrolladas- comenzó a crecer a un ritmo superior a la producción.

Adicionalmente, el ciclo precedente de precios bajos y sobreoferta de crudo trajo consigo un fuerte freno a la exploración y producción, provocando una fuerte desaceleración en la oferta de petróleo. Esta situación abrió la puerta a un periodo prolongado de precios altos para el crudo, al grado que entre el 2007 y mediados del 2014 —excluyendo el periodo de la crisis financiera del 2008 y el 2009—, éstos promediaron 95 dólares por barril.

Este entorno de bonanza incentivó de nuevo la inversión en exploración y producción, alcanzando avances tecnológicos que hicieron rentable la extracción de crudo de yacimientos que anteriormente eran financieramente inviables. Esto trajo un fuerte aumento en la producción de crudo entre el 2007 y el 2014 —especialmente de países no miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), – que de la mano de una fuerte desaceleración de las economías emergentes y un crecimiento mediocre para el resto del mundo, generaron el desequilibrio actual.

La evidencia histórica refuerza un concepto básico: el movimiento de los precios del petróleo en el largo plazo es principalmente determinado por los cambios fundamentales entre la oferta y la demanda. Sin embargo, la lección importante de lo ocurrido entre 1991 y el 2003, y después entre el 2007 y el 2014, es que los ciclos, incluyendo el que recién empieza de precios bajos, suelen durar varios años.