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619 días después de iniciado el sexenio del presidente Peña Nieto, por fin se aprueban y se publican el 11 de agosto del 2014 las leyes que conforman la llamada “madre de todas las reformas”, la reforma energética. Se volvió lugar común durante este periodo justificar toda acción o inacción con un “es que aún no sale la reforma energética”.

Así decíamos de la falta de recursos para los programas sociales o de la impunidad de la que gozaban los culpables de algunos escándalos destapados y ocurridos en sexenios anteriores, pero ahora ya no hay pretexto, la aprobación final debe marcar un nuevo arranque, a partir de ahora ya no debe haber ninguna excusa, ahora inicia el segundo tiempo.

Normalmente los sexenios en México solemos dividirlos en dos tiempos, cada uno de tres años. En el primer tiempo los presidentes aprenden, hacen amarres, sacan alguna reforma y se enfrascan en ganar la siguiente elección en la que renovarán el Congreso; y en su segundo tiempo inician la carrera por la sucesión presidencial, los aspirantes se promocionan en busca de ventaja y el presidente inevitablemente busca influir, a veces bordando en lo ilegal, como en el caso de Fox contra AMLO, y otras sólo con una señal a su partido como Zedillo con Labastida, pero el caso es que hay dos tiempos definidos (en el caso de Zedillo hubo un periodo inicial extra de 20 días cuando llegó la devaluación que marcó su sexenio).

En el caso del actual sexenio se rompe esa división en dos tiempos porque la agenda de las reformas definió uno adicional, marcado al principio por el Pacto por México y por la aprobación de al menos 10 reformas importantes (educativa, fiscal, financiera, telecomunicaciones, energética, y otras), algunas muy identificadas con las propuestas del actual presidente en campaña y otras más bien impuestas por la oposición, particularmente con el PAN que incluso lo acepta públicamente. Podemos categorizar esas reformas por su importancia pero todas juntas implican prácticamente una reingienería de país, por un lado modifican las leyes y por otro cambian a las instituciones (nuevos organismos de transparencia, de elecciones o de evaluación educativa). Sin embargo, más allá de la importancia de reformar la educación, las telecomunicaciones, el código penal, los servicios financieros etcétera, la que se considera la mayor reforma es la energética, buscada desde hace más de 15 años y la cual a pesar de ser una agenda del PAN, no logró concretarse en los 12 años que este partido gobernó el país, y no por no haberlo intentado, sólo recordemos que Calderón hizo una gran campaña mediática en la que aprendimos conceptos como efecto popote y donde nos mostraban la urgencia de hacer esa reforma. ¿Qué le faltó entonces al PAN cuando fue gobierno? En mi opinión, negociación, estar depuestos a ceder a la oposición espacios y decisiones a cambio de votos en el Congreso, lo que en este sexenio sí hemos visto. Por cierto, a pesar de tantos escándalos en que han estado metidos legisladores de todos los partidos en la actual Legislatura, tal vez pasen a la historia como la más prolífica de los últimos tiempos.

¿Cuál es el saldo de la etapa de las reformas para cada partido y para el gobierno? Difícil adelantarlo. Hay que esperar a la elección del 2015, pero por lo pronto podemos declarar ganadores a 1) Peña Nieto por lograr lo que pretendía, prácticamente desde campaña definió esta agenda e hizo lo posible por hacerlo, sacó una reforma que sí funciona, que cambiará la expectativa del país y que si se une al resto de reformas puede cumplir su dicho de “mover a México”, por lo pronto se cierra el “ciclo reformador”; (2) el PAN es por mucho el partido que más gana en el corto plazo, las reformas difícilmente funcionarán en los menos de 10 meses que faltan para la elección, así que no habrá premio al partido en el gobierno, las reformas casi todas, traen el ADN panista -como dijo su presidente- y no tendrán que pagar el costo político por aprobarlas, y además la única reforma que votaron totalmente en contra y la más impopular (la fiscal) servirá como argumento en su campaña electoral 2015, vacunándose de haber votado a favor en las demás; y (3) López Obrador, en este caso el nacimiento de su partido se da en condiciones especiales y favorables para él, para empezar es la primera vez que un partido con registro condicionado puede de manera fácil tener bancada en ambas cámaras para defender su posición, y al no haber elección presidencial los nuevos partidos no gozan de la ventaja de una figura importante en la boleta, así que requieren una causa clara que los ciudadanos sigan. Morena nace con una campaña dibujada, “la defensa de la soberanía”, y se monta en la búsqueda de la consulta alrededor de la reforma energética. Por ello la negativa a unirse al PRD en esa consulta, ya que busca claramente diferenciarse del PRD y no aceptará por el momento alianza ni electoral ni temática.

Anotado todo lo anterior, debemos regresar al origen del comentario. ¡Ya no hay pretexto! A partir de ahora el gobierno debe estar en una agenda distinta, aterrizar las reformas, combatir los grandes males del país, castigar culpables sin importar el partido político y, como todo gobierno en funciones, comunicar los logros buscando el apoyo popular y el triunfo en las elecciones intermedias, bajo una nueva ley electoral. En colaboraciones posteriores trataré de desglosar lo que se juega y lo que podemos esperar en los comicios del 7 de junio próximo, que no son pocas cosas. Por lo pronto, ¡ya no hay pretextos!